domingo, mayo 18, 2025
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En Galicia 250 familias se rebuscan la vida con el reciclaje.

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Además cumplen  un papel vital. Ayudan a disminuir la contaminación generada por la disposición final de residuos en los rellenos sanitarios, alargan la vida de materiales y objetos, y favorecen la reutilización de recursos para reducir la presión que ejercemos los humanos sobre la naturaleza.

Su vida parece, a simple vista, sucia, puesto que viven rodeadas de sobras. Pero es un  trabajo decidido y paciente.


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Fotografía Erika Valencia
Fotografía Erika Valencia

 

 

Con nuestro proyecto #LaCebraEnTuBarrio visitamos el corregimiento de Cerritos, más exactamente los barrios Galicia y Galicia Baja.

La actividad de gran parte de sus habitantes es el reciclaje, que además de darles el sustento de cada día, muchos lo utilizan para decorar sus propias casas al extraer materiales para tal fin.

 

Fotografía Erika Valencia
Fotografía Erika Valencia


Son  250 familias  sobreviviendo a punta de la recuperación de objetos encontrados en la basura, sea realizando abonos, vendiendo materiales o transformando los objetos  para uso decorativo, entre otras actividades, manifestadas en el camino.

Y es  mucho más que un simple oficio familiar para ganarse el pan de cada día.

 

Fotografía Erika Valencia
Fotografía Erika Valencia

 

Una de las líderes de este proceso es  Beatriz Ceballos, fundadora de la Cooperativa Precooemsol, asociación que reúne a grupos de diversas edades que trabajan aspectos sociales en esta comunidad.

Ha hecho de la sala de  su casa un amplio salón donde se reúnen  periódicamente, son unos bajos que apenas están transformando para ese uso (recientemente pusieron el piso,  y ahora están reubicando la cocina para tener más espacio). Hoy alberga equipos de cómputo, instrumentos musicales y otros insumos que requieren para desarrollar sus iniciativas.

Además del reciclaje, la creación de elementos  para decoración y el abono hecho  a partir del compostaje (separación de residuos orgánicos en una fuente) hay otros procesos y  productos como  resultado del trabajo cooperativo: artesanías, comestibles, programas de capacitación  en  arreglo de uñas o peluquería, talleres, entre otros.   En esa especie de  salón comunitario  intercambian, venden y producen de manera colectiva.

Fotografía Erika Valencia
Fotografía Erika Valencia

 

También existen  pequeños emprendimientos como aquellas  que producen cholao y raspao para vender a la entrada del Parque Ukumarí

Es notoria la mayoría de mujeres en estos espacios, que empieza a parecer una constante en los barrios que vamos visitando.  

Pero entre todas esas maneras de subsistir, la que más ha representado algo para sus vidas es esa labor de  recuperadores de materiales de desecho con potencial de volver a ser utilizados.  Es también la actividad más organizada y constituida.

 

Fotografía Jess Ar
Fotografía Jess Ar

Y entre esas llegamos a la casa de Cielo y su familia, para contar su historia.

 

Fotografía Erika Valencia
Fotografía Erika Valencia

 

Bodega y vivienda a la vez

Bicicletas despachurradas. Llantas por todas partes. Pilas de cartones. Latas. Repuestos inútiles.

Y  óxido. Mucho óxido.

Fotografía Erika Valencia
Fotografía Erika Valencia


Es como transitar un sendero ocupado por lo inservible. O al menos inservible para otros.

Es la casa de Cielo, que como otras del sector, son bodega y vivienda a la vez. Es más: mujeres como ellas  utilizan  parte del material reciclable para decorar su propio hogar, darle ese toque.

 

La cebra en tu barrio Galicia
Fotografía Jess Ar

 

O para crear verdaderas  obras de artesanía. Alguien más  dirá al mirarlas de cerca que guardan una belleza particular, digno de las obras de arte.

 

Fotografía Jess Ar
Fotografía Jess Ar


Es una mujer alta, bonita y con una presentación personal muy adornada
, que nos invitó a visitar su casa. Queríamos conocer el proceso de separación de residuos orgánicos  en la fuente que conduce a la producción del compostaje, materia prima del abono orgánico que distribuyen.  .

Al arribar al sitio  nos encontramos con algo distinto a lo que fuimos a ver.

 

Fotografía Jess Ar
Fotografía Jess Ar

 

Las joyas de Cielo

Su esposo, Vladimir Zapata, tiene allí un taller de reparación de bicicletas. Al ingresar, pueden verse dispuestos los elementos que se requieren para este oficio: tuercas, gusanillos, neumáticos y pegas, adornando estantes y paredes, todo puesto con una lógica particular, creada por ellos mismos.

 

Fotografía Erika Valencia
Fotografía Erika Valencia


Todo un mundo en el que la mirada se pierde, evocando un sentimiento muy humano: la admiración, siempre presente, por los vehículos y las herramientas.

Recorriendo un pasadizo abarrotado de artículos de todo tipo  se llega a la sala de estar de la familia, que incluye  el comedor y la cocina. Y  por allí mismo  se cruza otro corredor hacia las bodegas.

 

La cebra en tu barrio Galicia
Fotografía Jess Ar

La antigua vivienda está hoy complementada por dos enramadas, que permiten el almacenamiento de todo lo recuperado por esta pareja y sus dos hijos.

Para hacerlo, Cielo se desplaza a los condominios que han sido construidos en vecindad de Galicia. Portal del Campo, por ejemplo, es uno de ellos.  Allí, ya sea en las casas o en el edificio que hace parte del conjunto, recoge todo aquello que los habitantes del sector descartan como residuo.

 

Fotografía Jess Ar
Fotografía Jess Ar


Algunos vecinos son conscientes y depositan sus desechos en la basura, tomando la precaución de separar lo orgánico de lo inorgánico. Otros, descuidados, arrojan lo que consideran inútil, completamente revuelto.  

Pero, ese no es problema para Cielo. Sus manos han desarrollado una gran sensibilidad.

Cuando le pregunto  por los vidrios,  si no existe el constante riesgo de llegar a lastimarse, desplegando  una gran sonrisa  contesta: con solo levantar una bolsa mis manos ya saben qué contiene”.

Y es que  Cielo conoce su oficio y lo aprecia.  Sabe que de ahí proviene el sustento de la familia, de su hogar.

 

Fotografía Jess Ar
Fotografía Jess Ar

 

 

Un día en la vida

El trabajo de recuperación lo hace Cielo en las mañanas. Cuando termina la recolección transporta, junto con su esposo,  el producto de la jornada  en una moto adaptada para tales fines.

 

Fotografía Jess Ar
Fotografía Jess Ar


Al llegar a la casa, la primera estación es la bodega, que está ubicada entre las áreas de habitación y el sector acondicionado para la separación.  
Allí se pre selecciona  y se va pasando a la bodega del fondo. En ella, Cielo tiene un asiento, un televisor, una biblioteca, una estantería, y bolsas, muchas bolsas y empaques grandes tipo sacos,  en los que va depositando el producto separado por sus manos.

 

Fotografía Jess Ar
Fotografía Jess Ar


Es un ejercicio de paciencia y, por eso, a veces prende el televisor para ver novelas mientras va reuniendo y clasificando  piezas hechas de materias similares.

Entonces cuando le interrogo sobre el procedimiento, me enseña la manera cómo lo hace: “aquí  el papel blanco, allí  el cartón simple, más allá el cartón plastificado, en este otro las latas, y en estas  las anillas de las latas con las que se hacen los cierres…”

Fotografía Jess Ar
Fotografía Jess Ar

 

En la tarea de separar y juntar iguales, ella encuentra muchas “joyas”.

Según me relató, una vez encontró oro. Una cadena, un dije y un anillo.  Los vendí, me dijo. A mí no me ha gustado el oro, además, qué se va a quedar uno con oro cuando es pobre y está lleno de necesidades.  Ese día, me hice trescientos tres mil pesos”.

 

Fotografía Jess Ar
Fotografía Jess Ar


Y de sus dientes que se exhiben como muestra de satisfacción, se irradia una luz que aclara la estancia, ese espacio de piso de tierra, paredes de esterilla y latas de zinc en el techo.

Es el sitio de Cielo.  

Y cierra, diciendo con convicción:“¡reciclar paga!”.

 

Fotografía Jess Ar
Fotografía Jess Ar

 


¡Reciclar paga!

Esa frase se quedó en mí, y ya no me abandonará, al igual que la presencia de Cielo, su dignidad y su esfuerzo.

Ella y su familia se ganan la vida haciendo un trabajo duro, que muy pocos consideran.

En nuestra vida diaria arrojamos los sobrantes, creyendo que un “genio invisible” se va a llevar lo que ansiamos desaparecer, pues ha perdido el sentido para nosotros. Ya sea porque se ha vuelto obsoleto, porque se ha desgastado o porque empieza a descomponerse.

 

Fotografía Jess Ar
Fotografía Jess Ar

 

Lo que antes fue producto se convierte en desperdicio.  Y el despojo es algo indeseado que, entre más rápido y fácil desaparezca de nuestra vista, mejor.

Ayudan a disminuir la contaminación generada por la disposición final de residuos en los rellenos sanitarios,  alargan la vida de materiales y objetos, y favorecen la reutilización de recursos para reducir la presión que ejercemos los humanos sobre la naturaleza.

 

Fotografía Jess Ar
Fotografía Jess Ar


Su vida parece, a simple vista, sucia, puesto que viven rodeados de sobras. Pero su trabajo es decidido y paciente, y tiene la virtud de ver valor en lo que para otros ha dejado de tenerlo.

Pero  los objetos no desaparecen así porque sí. Los restos tampoco.  Hay todo un ciclo de transformación que viven las cosas después de que las desechamos.  En él, las personas como Cielo y su familia cumplen un papel vital.

 

Galicia La Cebra en tu barrio
Fotografía Jess Ar

 

 


 

 

La diferencia entre hacer unas buenas fiestas y dirigir bien una ciudad

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En lo primero se deben cobijar los gustos de la mayoría. En lo segundo debe prevalecer el debate ciudadano, pensar los asuntos a largo plazo y con  interlocutores válidos.

¿Qué tanta  claridad existe en la ciudad sobre ambos aspectos?


 Las actuales Fiestas de la Cosecha, han estado muy buenas.

Esta opinión, que es más o menos generalizada, se ve reforzada por el comportamiento civilizado con el que los ciudadanos han respondido al esfuerzo de esta administración por brindarles unas muy buenas celebraciones.

Es posible que a algunas personas (incluso a muchas) no nos guste el tipo de música que ha acompañado algunos de los eventos, pero, no es esa una razón para descalificar lo que se ha hecho.

Porque, cuando se trata de realizar un festín, las actividades propuestas deben cobijar los gustos de la mayoría.

Foto tomada de facebook

En ello, hacen eco de la figura medieval del carnaval, que es, en esencia, un espacio de distensión con un papel fundamental en las sociedades humanas.

En él, por un tiempo limitado, se relajan las rígidas costumbres y obligaciones, y en el espacio público las clases sociales se igualan y comparten.

Es así como el disfrute se convierte por sí mismo en un objetivo, sin que medie un propósito racional o explícito más allá que pasarla bien colectiva y masivamente.

Por eso no considero que pueda exigirse a su organización lo que no le corresponde, como contribuir a la formación cultural o capacidad de apreciación estética, o reforzar la identidad.

Foto tomada de facebook

Si bien es cierto que  las nuestras se llaman “De La Cosecha”, y sería muy bueno que tuvieran un sello distintivo: este requerimiento está más relacionado con un posicionamiento que permita hacerlas atractivas como oferta turística, más que a una reflexión social a la que ellas deban inducir.

Los procesos de formación y reflexión son de largo aliento y proceden de otro tipo de acciones, propias de los proyectos culturales, artísticos, económicos, políticos o sociales.

Es posible que, fortalecidos estos, el carácter de nuestras celebraciones se afirme o se modifique, pero no creo que funcione en el sentido contrario, es decir, que a partir de unas conmemoraciones puntuales cambiemos, por ejemplo, nuestra identidad cultural.

Para resumir, dejar contento a todo el mundo es imposible, pero, dar gusto es importante cuando se trata de unos festejos.

Foto tomada de facebook

Por el contrario, dar gusto no debe ser el criterio en otros asuntos.

Lo que sí no se puede confundir es una cosa con la otra, por lo menos no desde la administración de una ciudad. No se puede pretender que la celebración de un proceso cultural y de identidad de cien años, como el de la Banda Sinfónica, haya quedado despachado con una presentación de música popular y de despecho en el marco de las fiestas.  Esa fue por lo menos  la sensación que dejó la manera como la Alcaldía convocó a la ciudadanía para tal fin, un concierto promocionado  como homenaje.

Lo que se debe celebrar es la contribución de la banda a los procesos musicales de la ciudad, su trayectoria y ejecutorias durante estos cien años, honrando una  tradición que fundamentalmente (aunque no de manera exclusiva) ha estado dedicada a la interpretación de música culta y folclórica.

Foto tomada de facebook

Así que, todavía esperamos que durante este año se realice la conmemoración que muchos esperan, de los cien años de la Banda, por lo menos con otro evento de igual magnitud, difusión y convocatoria que el realizado en la plaza de Bolívar como inicio de  fiestas.

 Dirigir una ciudad implica tomar muchos tipos de determinaciones, las más difíciles de ellas son aquellas cuyas repercusiones solo se constatarán en el largo plazo.

Para cada uno de esos asuntos  existen interlocutores válidos quienes, agrupados en instituciones u organizaciones sociales, facilitan y enriquecen el debate sobre las decisiones a tomar.

Generalmente, plegarse a los deseos de la mayoría en estas decisiones sería un error, puesto que no todos están en capacidad de saber qué es lo mejor para la ciudad en su conjunto, así crean saber qué es lo que más le gustaría obtener en el corto plazo.

Foto tomada de facebook

En cuestiones de más largo aliento, es importante que se debatan las propuestas, que se escuche a quienes están calificados para hablar con argumentos de cada una de ellas, y se trate de acoger las buenas sugerencias y opiniones que resultan de estos debates ciudadanos.

 

 

 

Amazona: “¿Qué es la libertad?”

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La relación entre Valerie  y Clare, madre e hija, los viajes y la búsqueda de la libertad y una intimidad única son los aspectos retratados en el documental de Clare Weiskopf.  Como espectadores, llega un momento en el que nos sentimos tan cómodos en esa intimidad ajena, que es casi como si fuera la nuestra o al menos una muy cercana.


 

Título original: Amazona

Colombia,  80 min, 2016

Director: Clare Weiskopf

Guión: Gustavo Vasco, Clare Weiskopf, Nicolas van Hemelryck

Género: Documental/ drama.

Música: Camilo Sanabria

Fotografía: Nicolas van Hemelryck

El tema central de éste maravilloso documental es la defensa de la libertad de una mujer a la que no le queda grande el apelativo de “Amazona”.  

Ella dice: “Si algo no deja que vivas tu vida, tienes que hacer lo que sea para poder vivirla. Ser mamá es más difícil en ese sentido, porque uno sacrifica. Pero hay cosas que no se pueden sacrificar. ¿De qué sirve una madre sacrificada, de qué sirve una mujer sacrificada?”.

Es algo en lo que todos hemos pensado alguna vez, pero se hace difícil decirlo.

Si no tienes hijos te dirán que piensas de esa manera porque aun no los tienes y no sabes que es el verdadero amor; si los tienes, pues corres el riesgo de ser tildada de mala madre y egoísta.

 

 

Valerie no tiene miedo de ser juzgada, esta impresionante mujer nació en Inglaterra en 1937.

Llegó a Colombia por primera vez en 1960 detrás de Alberto, un abogado colombiano con quien tuvo dos hijas, Carolina y Liliana.

Para entonces vivían en Armero y Val era una mujer de tacones y maquillaje, con empleada doméstica y club campestre, muy diferente a la que vemos en una escena ahumando un pez envuelto en hojas de plátano y cantado una canción en su idioma natal.

La vida de princesa no es para Val, así que se separa de su esposo y retorna a Inglaterra. En una comuna hippie conoce a Jim Weiskopf, su segundo esposo, y padre de Clare y Diego.

 

Después de vivir en una casa rodante en la campiña irlandesa terminan en una casa campesina en Pandi, Cundinamarca. De nuevo su matrimonio se desbarata y Valerie continúa su camino con sus hijos a cuestas, hasta que una trágica muerte hace que su vida hasta ahora andariega, se convierta en un viaje solitario y sin regreso a la Selva Amazónica.

Éste viaje puede significar para la madre un ejercicio indispensable de libertad, pero para la hija es una forma de abandono. En el documental, Clare escudriña en las consecuencias de la libertad de su madre,  en ella y en su hermano menor.

Ahora Clare está embarazada, y se reencuentra con su madre en la selva, talvez para sanar las heridas del pasado y encontrar el significado de la maternidad. “Empecé haciendo una película sobre mi mamá –afirma Clare– una guerrera que vive en la selva, pero en el fondo sabía que se trataba de algo más profundo”.

 

Nicolas van Hemelryck, el codirector y esposo de Clare Weiskopf, mencionó hace poco en una entrevista: “Evidentemente un documental sobre un cantante famoso o un deportista será de entrada más llamativo que uno sobre mi suegra. Sin embargo, los documentales que trasciendan en el tiempo lo harán porque nos hablan del mundo en el que vivimos con una fuerza inolvidable, mientras que los temas se olvidan y pasan de moda. En otras palabras, no es el tema lo que es importante en un documental, sino la manera como se aborda, el punto de vista, o aquello que quiere explorar y cómo lo hace”.

Hacer documental no es fácil.  Clare  logró  solucionar el problema de la financiación con una campaña internacional de crowdfounding  en la plataforma Indiegogo. Como contraprestación a sus aportes, los donantes recibieron fotografías de su esposo Nicolás, quien además de apoyarla en el guión, fue el productor, camarógrafo y sonidista. 

Puede ser complicado tratar de descifrar a Val a través de la narración en off de Clare. Podemos leerla entre líneas en el duro relato de Diego. Pero es mucho más acertado cuando se narra a sí misma, con sus gestos autenticos, sus vehementes afirmaciones y su transparencia.

La fotografía, la música y la edición de sonido son tan bien logradas e impactantes en su elocuencia, a veces muda, que nos permiten centrarnos en el motor que mueve la trama.  

 

Llega un momento en el que nos sentimos tan cómodos en esa intimidad ajena, que es casi como si fuera la nuestra o al menos una muy cercana.

Amazona nos trae un retrato sincero e iluminador de un momento íntimo entre dos mujeres,  en el que todo viaje al interior de sus vidas adquiere un renovado sentido.

 


 

Un libro para evocar el murmullo de las piedras, y de las ciudades.

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El escritor Joseph Roth, en su obra Las ciudades blancas, se deja llevar por el rumor de calles, muros, castillos y ruinas  de  ciudades  más  fijadas en un tiempo que en un lugar.

En un centenar de páginas nos recuerda que ese  lugar es  mucho más que un entramado de calles y edificios.

 



Algo muy fino e irrecuperable debió de haberse roto dentro del  hombre de ciudad: se queja de falta de tiempo, cuando  esto es precisamente lo que sobra. El tiempo lo precede y lo sucede. Y al final siempre se las arregla sin él,  que es apenas una de sus contingencias.

El escritor Joseph Roth, uno de los grandes  de la Europa de entreguerras,  se preguntó muchas veces por las razones de esa sensación de pérdida y extrañeza.

Entonces, como tantos otros,  tomó su cayado  y sus botas de siete leguas,   y salió en busca de  esas claves.

Sospechaba que las piedras guardaban la respuesta y que se precisaba de un oído muy fino para comprender su relato.

 

 

En este caso, las piedras tenían nombres de ciudades: Lyon, Vienne, Tournon, Aviñón, Les Baux, Nimes, Arles, Tarascón, Becaurie y Marsella,  las ciudades blancas soñadas desde la infancia, la única  edad en que podemos comprender el milenario lenguaje del universo.

Por eso, la infancia es en sí misma una metáfora.

Pero  el camino es largo y tortuoso.

 

 

Unas son las ciudades delineadas y edificadas por los humanos para el comercio, el amor, el poder, el sexo y el recreo, y otras muy distintas son las ciudades interiores: las que solo existen en el alma de los seres que las moldean con dosis  iguales de dicha y dolor.

Jorge Luis Borges soñó ciudades de espejos como metáforas del infinito.

Ernesto Sábato  urdió  ciudades de pesadilla con imágenes sustraídas   a los  laberintos de  la noche.

Joyce postuló una eternidad circular  donde la ciudad deviene tela  de araña: las criaturas luchan con sus diminutas patas contra el asedio de una  divinidad  hecha de segundos, minutos y horas.

 

 

Parado en la difusa frontera entre la memoria y los sueños, el peregrino Roth se deja llevar por el rumor de calles, muros, castillos y ruinas  de esas ciudades  más fijadas en un tiempo que en un lugar.

Por eso, leyendo  en el musgo de una vieja pared, puede decir con certeza: “Entre nosotros, y tal vez en cada uno de nosotros, viven los pueblos desaparecidos de la superficie de la tierra, pero precisamente solo de la superficie.”.

Solo de la superficie. Porque el  caminante escarba con la uña en el lomo de la piedra, en la piel de la ciudad,  y el pasado se hace memoria viva, relato de los hombres y pueblos que la habitaron y la  habitan.

 

 

Para emprender esa tarea se necesita mucha paciencia. Y Roth, que bebió hasta las heces el cáliz del dolor durante la gran guerra, aprendió el valor de esa virtud.  Camina y mira. Mira y escribe.

En un centenar de páginas nos recuerda que una ciudad es mucho más que un entramado de calles y edificios. En realidad la ciudad es una página en blanco donde quienes la habitan y visitan vierten lo que llevan por dentro. Por eso hay ciudades de la fe y de la apostasía. Ciudades del amor y ciudades de la ira. Ciudades del éxtasis y de la agonía.

Indignado porque los guías turísticos hacen gala de “La seguridad, esa dudosa virtud de los historiadores”, el viajero Roth  deposita  toda esa confianza en el murmullo de las piedras.

 

 

Las silenciosas de Avignón, refugio de los papas, o las tumultuosas de Marsella, cómplices de las cópulas furtivas donde todas las sangres del mundo se mezclan.

Desde hace muchos años la vida me regaló como amigos a una legión de ángeles  terrestres que van por el mundo y al regreso me sorprenden  con  tesoros comprados online en librerías babilónicas  o descubiertos con ojo de guaquero en librerías de viejo.

Las ciudades blancas, de Joseph Roth es uno de esas joyas. Y  este breve texto es mi manera de agradecerlo

 


 

Árboles, flores e inteligencia ciudadana

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Las plantas, las flores y los árboles son inteligentes. Muchos de nuestros inventos modernos provienen de ellas.


 

Cómo lo pueden observar, o como algunos saben, nuestra plaza de Bolívar está llena de árboles de mango y palmeras.  Estos son adornos característicos del lugar, aunque puedan  tener una historia sobre quién las sembró y para qué.

El vivir en una ciudad, y la nuestra es la número quince en importancia y población, nos puede privar de disfrutar de las maravillas de la naturaleza. Sabemos de autos, motos, contratos, cafés, cultura, y eso está bien, pero ¿sabemos sobre plantas, particularmente, sobre cómo se desarrollan  silenciosamente delante de nuestros ojos sin apenas percibirlo?

 

 

Debemos hacer un alto. El asunto de la naturaleza no solo atañe a los botánicos, o a los estudiantes de carreras  técnicas agropecuarias del SENA, o las atracciones de la Granja de Noé en Comfamiliar, sino a todos los seres urbanos que aún no hemos perdido la capacidad de ver como se mueve otro mundo diferente al del cemento o los edificios.

Por ello, quisiera exponer algunos apuntes sobre cómo la naturaleza es tan inteligente como cualquier hombre.

Tome cualquier flor o planta y pregúntese: ¿cuál es la razón de ser de su existencia? Los buenos poetas pereiranos dirán que las flores son para entregarlas a sus amadas, los perfumistas verán esencia  y los burros un rico manjar.

Pero vamos más allá.  Miremos como lo haría un observador curioso sin necesidad de ser un científico. Por ejemplo, un jardín, de los que tenemos en cualquier barrio de Pereira, allí encontraremos que una sola planta o hierba se reproduce muchas veces, sea esta un simple pasto, o geranios, o margaritas, lo cual ya nos entrega una idea de que su misión es invadir y conquistar la superficie de la tierra multiplicándose en él hasta el infinito.

 

 

Esto nos lo aseguran biólogos como Charles Darwin o Maurice Maeterlinck, aunque un simple observador lo puede descubrir sin tanta teoría

¿Qué existía antes de que se fundara nuestra ciudad? Don Francisco Pereira Martínez y demás arrieros,  tuvieron que lidiar sin duda  con pastizales enormes, helechos, guaduales y hierbas de distinta clase, a las cuales se les hizo necesario ponerle un coto para empezar a urbanizar.

Así entonces es como tienen (las plantas y los árboles) conciencia de expandirse, aunque encuentran límites impuestos por el hombre, ya que, de otra manera, seríamos una selva tupida y amazónica.

Pero antes de conseguir tal conciencia, deben superar otras leyes más duras, como, por ejemplo, la dificultad de que la mayoría de ellas estén sujetas al suelo. Por eso  recurren a astucias y combinaciones para poder cumplir su misión, como por ejemplo emanar perfumes, producir azúcar o néctar, llamar la atención con colores y otros elementos.

Es normal, diría alguien, si, pero no es tan simple.

 

 

Esa naturaleza que vemos tan tranquila y resignada por la Avenida de las  Américas, o vía a Dosquebradas, no es tanto porque estén allí de forma natural, sino que en su interior conservan la idea de libertad, es decir, de cómo librarse del destino de estar atadas a la tierra y expandirse.

Así es como entonces toda su energía sube por las raíces, se organiza en hojas, se ramifica y se manifiesta en  flor o en fruto.

Cuando vea una flor o un fruto, sepa usted que ellas son producidas para que cualquier persona la tome o la consuma, y la lleve a otro lado, donde una vez caída en tierra germinará en otro lugar.

Las plantas, las flores y los árboles son inteligentes ya que, si no elaboraran estas astucias, no podrían moverse y expandir su propio género. Nada es casualidad. Además de usar otros sistemas para el mismo fin como soltar flores u hojas para que el viento las lleve hacia otro lugar, o atraer insectos para polinizar.

Muchos de nuestros inventos modernos como por ejemplo las hélices, los resortes, las armas y otras cosas hechas por el hombre, provienen de lo que estas especies  hacen. Los inventores solo imitan la rebelión interna que sufre la naturaleza en su conciencia y misión.

 

 

Por ello (y varias razones más) es necesario conservar la flora, el sistema arbóreo y demás, y respetar su entorno, ya que aparte de tener ideas profundas e inteligencia, nos proveen alimentos, aire, belleza y decoro.

Sin ellas y el proceso de trasformación del dióxido de carbono que emanan los autos, Pereira sería un humero y foco de enfermedades cardio-respiratorias.

A más razones: es saber que somos seres vivos entre otros seres vivos que también interactúan con el mundo, y específicamente con una ciudad tan bella y próspera como la nuestra.

 

 

Admiro las casas que están llenas de heliconias, jazmines, rosales, lotos y las avenidas, de pinos, palmeras, mangos, álamos, y olmos. Es de resaltar que ya existen iniciativas de crear edificios ecológicos y casas con jardines verticales.

Hace años, ante la alarma por los suicidas del viaducto, alguien propuso que se hicieran jardines colgantes en el puente para introducir belleza en esa estructura. Hubiese sido una gran maravilla, aunque ahora, esté lleno de barrotes de hierro que también salvan vidas.

 

 

En las mascotas proyectamos nuestras emociones y sentimientos

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Se comportan como una pantalla somatizadora donde se muestra a través de sus dolencias y padecimientos lo que viene sufriendo su dueño, familia o  cuidador.

En ocasiones  nos muestran  situaciones que no han tenido  manifestación clínica en nosotros.



Una mascota es como una hoja de papel en blanco, donde inscribimos todas nuestras emociones.

Esta afirmación que suena socialmente ilógica pero que energéticamente tiene toda la veracidad del caso, permite poder expresar que los animales que acompañan cotidianamente a los seres humanos no se enferman, somos nosotros quienes los enfermamos al proyectar en sus campos bioenergéticos todos nuestros sentimientos y emociones.

Se comportan como una pantalla somatizadora donde se muestra a través de sus dolencias y padecimientos lo que viene sufriendo su dueño,  familia o cuidador.

 

En muchos casos nos muestran alguna situación que ni siquiera ha empezado a tener manifestación clínica alguna en nosotros.

Las mascotas son altamente sensibles a procesos patológicos de tipo sicológico y físico, y si se permite avanzar en el concepto, también lo son de situaciones ultra dimensionales que ni siquiera el ser humano está en capacidad consciente de percibir a través de sus cinco sentidos.

 

Es importante establecer que esta visualización hacia los animales, bajo el concepto de ser procesadores de energías desequilibradas de sus dueños o cuidadores no es nueva, pues hay que recordar que los abuelos, y aún actualmente, algunos campesinos tradicionalistas mantienen en sus casas rurales  animales (ovejos de pelo, palomos, entre otras  especies), como sensores biológicos para evitar la presencia de enfermedades que provoquen la muerte de otros animales de explotación, o  de quienes habitan la propiedad. 

 Ortodoxamente esto es una “protección” energética para evitar que lleguen epidemias, sin que haya existido  la necesidad de profundizar en el mecanismo de acción de este proceder.  

 

 

Pero actualmente se puede encontrar una explicación, desde el punto de vista de la energía quántica, para determinar que esta costumbre tiene mucho de verdad en su objetivo.

Es importante determinar que una mascota es un animal doméstico que por sus características anatómicas, fisiológicas, genéticas y “sociales”, le permiten compartir su espacio vital con el de los seres humanos, sin aparente peligro para alguno de los dos.  

 

 

Y digo aparente peligro porque  es el animal quien generalmente tiene mayor probabilidad de adquirir enfermedades o sufrir accidentes. Para poder satisfacer la necesidad egoíca del propietario ha tenido que modificar su comportamiento natural por otro más humanizado y menos “animalizado”.

En general tenemos una visión alterada de la realidad misma, de sociedad irracional, que se deja llevar por la energía del instinto, que no reacciona ante sus congéneres de manera compasiva, que vive en medio de la generación de violencia, y que parece no responder a autoridad alguna. Como una comunidad que “vive como animales”, lo que realmente despierta una pena interior con los otros seres  que nos acompañan en este hermoso planeta.  

 

 

Ojalá los primates humanos aprendiéramos a vivir como animales, porque respetaríamos al alfa, al mayor o a la autoridad, solo tomaríamos de la naturaleza lo que necesitáramos para alimentarnos y poder abrigarnos, sin detrimento de las demás especies.

La  protección a los hijos y descendientes sería ideal porque podrían iniciar vida independiente sin los miedos de los padres, y   entenderían  que ellos sólo tienen la obligación de darles  la vida y el impulso inicial para aprender a defenderse por sus propios medios, buscando  la manera de  vivir en armonía con su entorno físico y emocional.

 

 

Pero los ofendemos, en especial cuando los utilizamos como mascotas humanizadas, robándoles la libertad de ser lo que vinieron a ser en este mundo, y asignándoles roles de los hijos, amigos o compañeros que no hemos tenido o que ya nos han dejado.

Acaso: ¿puede encontrarse que los animales respondan de manera irracional ante sus congéneres, sin hacer caso a esa información instintiva que les permite obrar conforme a su codificación genética en cuanto a la jerarquía de grupo o especie, instinto materno, supervivencia alimentaria y reproductiva?

 

 

Las disputas entre los animales no son por diferencias particulares entre sí, o porque uno sea de un color diferente al otro; no, ellos lo hacen por la supervivencia, como una manera de demostrar la fuerza vital necesaria dentro del mismo grupo o especie para asegurar su permanencia en este planeta.  

Esta superioridad demostrada y posicionada finalmente se transmite a través de un mejoramiento genético cuando lo requiere el propio entorno, haciendo necesario aumentar su capacidad física para defenderse de predadores mayores y de algunas enfermedades, y transmitiendo características de resistencia a través a su descendencia.

A este comportamiento finalmente se le denomina selección natural.

 

 

De acuerdo con la nueva medicina alemana del Dr. Ryke Geerd Hammer en Testamento per una Nuova Medicina: Conflictos Biológicos del Hombre y de los Animales,  afirma que:

“Entre los animales observamos que la ayuda proveniente del exterior para superación del conflicto, cosa no prevista por la naturaleza,  no representa una añadidura de calidad para la raza, sino en todo caso una ventaja cuantitativa, es decir, una disminución de calidad (más individuos pero menos fuertes)”.  

Y esto viene al caso porque el ser humano en muchas ocasiones cuando cree ayudar a un animal lo que realmente está haciendo es lo contrario .

 

 

Cuando vemos un animal de la calle, la primera impresión que tenemos es sentir lástima, para luego recogerlo, llevarlo a una estética canina y someterlo a un espumoso baño.

Le dejamos el pelo limpio, brillante y sedoso; le aplicamos un tratamiento contra parásitos, le ofrecemos un alimento concentrado, y, finalmente, lo llevamos a  una casa para adoptarlo como mascota.

Esta acción es catalogada como un acto humanitario con un animal abandonado, muerto de hambre, sucio, pulgoso y muy triste; acabamos de extender la mano a quien “sufría”.

 

 

Ahora demos una mirada diferente, desde el animal.  ¿Por algún momento nos ponemos en el lugar del perro como perro? Y no en el lugar de perro como humano.

Seguro que no. Porque es muy natural que proyectemos nuestras necesidades y miedos en aquellos que tomamos como fieles compañeros.  

Será que a ese perro callejero le gusta el agua y el baño que le brindamos para que se viera limpio, ¿quién nos dice que el perro no era feliz sucio?

 

 

Que  ese jabón de baño es químicamente muy fuerte para su piel virgen y para su olfato; que el alimento concentrado no es del todo agradable por su textura y sabor para él – aunque en el empaque diga que es de rico sabor a pollo o  carne-,  y para colmo ahora lo sometemos en cuatro paredes a un animal que era perfectamente libre de ir o venir donde quisiera, que  respondía naturalmente a su capacidad de obtener el alimento, utilizando instintivamente su olfato,  caminando grandes distancia diariamente.

Entonces observemos que realmente las mascotas sufren por la humanización que hacemos permanentemente de ellas.

 

 

Porque el hombre siempre ha creído que su “perfección” le permite dominar a la naturaleza y modificarla conforme a sus caprichos, sin pensar que históricamente la genética y la naturaleza no juzgan, simplemente actúan conforme a las leyes universales que las rigen.

Cuando un animal deja de ser libre para convertirse en mascota de alguien, pasa también a ser su sanador, equilibrando sus energías, asumiendo trastornos y enfermedades que deberían ser “leídas” profundamente para que no fuese en vano esa labor animal en favor de los humanos.

 

 

La invitación es a dar otra mirada a nuestras mascotas, una mirada desde el corazón y no desde la razón o el sentimiento.

Eso las haría más felices, y pondríamos en marcha el proceso de desapego como enseñanza de estos lindos maestros de cuatro patas, que tanta falta nos hace practicar a los seres humanos.

 


 

Paula Mayo, a sus 20 años raya la vida entre tatuajes, ilustración y pintura

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De la mano de maestros reconocidos en el  medio, Paula Mayo empezó e explorar el tatuaje en su propia piel y luego pasó a expresarse en el cuerpo de  otros. Para ella son obras de arte que  combinan la pintura con los procedimientos de una intervención quirúrgica ambulatoria.


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Fotografías: Jess Ar

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La  sangre de venus

Con apenas veinte años de edad ya domina las claves de una técnica milenaria.

La utilizaron los maestros japoneses para ilustrar los códigos de una sociedad jerarquizada.

La desarrollaron los antiguos egipcios con el fin de fijar en el cuerpo las coordenadas de su cosmovisión.

Y la  aprovecharon los guerreros maoríes para enunciar su pertenencia a un  clan o a una tribu.
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Hubo un tiempo en que lucirlos equivalía a  afiliarse a una o varias formas de marginalidad. Por eso los llevaban los presos, los marineros o los jefes de carteles criminales.

Después se los apropiaron los músicos  de rock, los futbolistas y los practicantes de lucha libre.
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Hasta que,  en la  segunda mitad del siglo XX, la práctica de tatuarse el cuerpo se hizo masiva y el mundo empezó a inundarse de tiendas donde  le graban a usted en la piel lo que quiera: un santo, una estrella de la farándula, un héroe de la mitología, un deportista célebre, el rostro o el nombre de una persona amada, un  personaje literario, una flor o una criatura  salida de la literatura fantástica.

Para ese propósito los cuentos de Edgar Allan Poe o de Howard Philips Lovecraft no están  nada mal.

Al fin  y al cabo esos relatos anidan en las raíces más hondas de la condición humana.

Los tatuajes que visten la piel de Paula Mayo

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De eso está  convencida Paula Mayo. Nació en 1997 y siente que ya ha recorrido un largo camino. Tanto, que se plantea metas como la de ser una de las mejores tatuadoras del mundo. Una que esté a la altura de mujeres como la norteamericana Theresa Sharp, por quien siente una gran admiración.

Ahora que lo pienso, desde niña sentía una gran fascinación por la cultura egipcia y por el rol que los tatuajes y los grabados jugaron en ella. Como sucede con todas las formas de escritura- y tanto el tatuaje como el grabado lo son-  fueron  creados para  eternizar algo.


Creo que para ellos jugaban un papel parecido al de las pirámides. Además, siempre me sentí atraída por lo gótico, lo lúgubre. Me pasa tanto con la literatura como con la música. Me encantan esas bandas de metal que exploran con refinamiento esa parte de la mente  humana. En especial Sopor Aeternus me parece una cosa de otro mundo. En serio: de otro mundo.

Su piel es blanca.  Una de esas blancuras de mármol que tanto amaban los poetas del romanticismo. Tipos como Poe o Novalis se hubiesen bebido unos cuantos tragos de absenta a su salud.

Y hubiesen escrito algunos versos en honor a sus tatuajes.

En el brazo izquierdo sobresale una Pin-Up , una muchacha de almanaque de las que tanto éxito cosecharan a mediados del siglo anterior. Sobre  el ojo derecho aparece escrita la palabra Rebelde en una caligrafía preciosista. Bajo el mismo ojo un corazón diminuto a modo de lágrima pintado de rojo y negro, los colores de la vida y la muerte en algunas simbologías.

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También  tiene tatuadas otras partes de su cuerpo, aunque dice que quiere dejar algunas   intocadas, como franjas de piel enmarcando ese universo lleno de  criaturas mitológicas, de cráneos, de flores místicas.

La ilustración y el tatuaje en serio empezaron durante unas vacaciones del colegio. Fue en el año 2014. Estaba sin nada que hacer y me puse a dibujar.  En principio hacia imitaciones de pinturas, grabados, cómics y descubrí que  me salían bien.  Después  empecé a indagar en mi universo interior, en mis lecturas, en mi gusto por el anime japonés y empezaron a aflorar cosas: criaturas mitológicas o legendarias, monstruos, sombras,  figuras extraídas del mundo de la muerte, por el que siento un gran respeto.
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En ese momento entendí que lo mío era el arte. Aunque alcancé a recibir clases de piano y pensé en matricularme en una licenciatura en artes, el tatuaje  se cruzó en mi camino y- en el sentido literal- me marcó para siempre. Como evolucionar exige una dedicación total, en este momento me resulta imposible pensar en otras cosas.


[Conozca más del arte de Paula Mayo]

 

Hay algo muy significativo en todo esto. El primer tatuaje me lo regaló mi mamá. Era una Katrina, esa figura tan vinculada al  culto de la muerte. Digo era, porque después me lo quité: no era de muy buena calidad. Menciono la anécdota, porque  siempre he contado con el apoyo de mi mamá, aunque a veces no  le guste tanto cráneo y tanto símbolo oscuro, pero qué le vamos a hacer.


El local donde trabajó hasta hace un par de meses  es un cruce entre  el consultorio de un médico y el estudio de un pintor. Las paredes están repletas de   pinturas y fotografías en pequeño formato.  

A un costado, bien alineadas, reposan las sillas y camillas donde los clientes y pacientes- porque en esta práctica hay una buena dosis de dolor- pueden pasarse días y hasta meses, dependiendo de la complejidad del tatuaje , antes de salir a mostrarle al mundo las imágenes que se han hecho grabar como declaración de amor, de fuerza, de fervor, o simplemente como una manera de añadirle a la vida una dimensión estética en la que el cuerpo deviene manuscrito o lienzo en el que los demás leen una historia.

 

Venus Blood se  llama el sitio. Y  la marca no necesita más explicaciones. Ahora despacha desde su casa, su morada más íntima es su nuevo laboratorio.

Fotografía cortesía Paula Mayo

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 – Escrito en el cuerpo

Para mí no es casualidad que hubiera empezado por las ilustraciones y la pintura.  Hay algo en las obras de Doré, Caravaggio o Durero que lo preparan a uno para ver el cuerpo y la vida toda como obra de arte. Y en eso consiste el tatuaje: en  una obra de arte. Por supuesto, estoy hablando del tatuaje de alto nivel. El que responde a todas las exigencias, tanto en lo técnico, en la asepsia, como en el respeto a las expectativas del cliente.


A una tienda de  tatuajes  llegan personas con toda clase de solicitudes. Unas piden tatuarse los santos de su devoción, otros solo quieren llevar el nombre  o el rostro de las personas más queridas tatuados en  la piel. Unos cuantos solicitan símbolos ocultistas.

Uno aprende a identificar elementos comunes: mientras los hombres se inclinan más por figuras de guerreros o símbolos de fuerza, las  mujeres suelen pedir cosas más cotidianas: flores, planetas, paisajes, cosas así”.


Y entonces se produjo el tránsito. De la mano de maestros reconocidos en el  medio- otros  hablan de tribu-  Paula Mayo empezó e explorar el tatuaje en su propia piel y luego pasó a expresarse en el cuerpo de  otros. Como todas las actividades  en las que  se hace necesaria la destreza de las manos, se trataba de un ejercicio  de paciencia.

La precisión en el manejo de los instrumentos, en especial el Cheyenne exige una disciplina y un rigor que demanda jornadas continuas de hasta ocho horas. Al fin y al cabo, el tatuaje combina la pintura con los procedimientos de una intervención quirúrgica ambulatoria.

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Y eso requiere de mucha concentración  y paciencia

Los primeros días hay mucho nerviosismo y eso no lo resuelve sino el aprendizaje, la práctica. Dependiendo del tamaño y la dimensión de la obra, el procedimiento puede ser muy doloroso. En particular  la zona de las costillas es bastante   sensible: uno trabaja casi sobre los propios huesos. Esa sola  circunstancia demanda un gran respeto por el cuerpo de la otra persona.

 

La otra parte consiste en interpretar muy bien sus deseos, sus expectativas. Salvo algunas excepciones, las personas no eligen un tatuaje a capricho. Casi siempre obedecen mucho a creencias, a compromisos, a sueños o temores. En el fondo no  existe mucha diferencia entre el presente y los tiempos antiguos.

Aunque algunos  lo consideren frívolo, la persona que  toma la decisión de tatuarse está buscando  alguna forma de trascendencia. Por eso, así como me inspiro en los vestidos victorianos para trabajar mis  ilustraciones,  siempre estoy buscando fuentes que me permitan acercarme a  esas búsquedas de la gente”.
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Paula ha hecho todo lo posible para  responder a esa idea. Por eso se ha preparado siguiendo cada uno de los pasos que demanda el oficio. Empezando por acudir a la experiencia de personas como Dorian Moreno, un profesional que lleva más de dos décadas ejerciendo en la región.

También expresa un sentimiento de gratitud por Raúl Virguez, Juan Osorio y Erick Gómez, quienes no solo la han tatuado, sino que le han compartido sus propios conocimientos.


 – Grabado en la piel

Si uno  entiende el tatuaje, la ilustración y la pintura como un todo, no puede parar de remitirse a los maestros si de veras su intención es evolucionar. Una cosa son los tatuajes que hacen en las cárceles, donde utilizan hasta cuchillas de afeitar y tinta china, sin  ninguna clase de asepsia, y otra muy distinta es reflexionar sobre su dimensión estética y humana.

Uno busca lo bello y lo perfecto, pero no puede  olvidar nunca que está interviniendo el cuerpo de otro ser humano y eso implica un enorme sentido de la responsabilidad”.

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Cuando emprende ese tipo de reflexiones,  Paula parece tener muchos más años. Trabajar sobre la propia piel y la ajena concede ese tipo de sabiduría.  Mirando las camillas reclinadas se hace ineludible pensar en un diván. Aquí llega la gente  tratando de conjurar algún temor dibujándose  un dragón en el antebrazo. Otros quieren expresar el amor que sienten por sus mascotas fijando sus fotografías en la pierna  o en la nalga.  También hay casos tan patéticos como los del enamorado que se hizo tatuar el nombre de una persona que conoció  ayer.

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Suele suceder que el romance no dure tres días  y entonces regresan a  que les cubran ese nombre ahora abominado con una  figura más grande, más densa o más oscura.

Y a sus veinte años Paula Mayo, entre las ilustraciones, la pintura y el tatuaje tiene una respuesta para todos.

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Más de 1.200 especies de orquídeas florecen este año en Pereira.

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XXVI Exposición ​ Nacional​ ​ y​ ​ VIII​ internacional​ ​de​ ​Orquídeas

 


 

Se  estima  que  en  Colombia  hay  un total de 4 mil especies  y unas 40 mil  alrededor  del  mundo. Conoce algunas de ellas en las Fiestas  de la Cosecha que se realizan por estos días  en la ciudad.


Fotografía Susana Domínguez

Este año Pereira cumple 154  años, y es precisamente en agosto donde los pereiranos, extranjeros residentes  y visitantes pueden disfrutar de la celebración, de la feria y sus diferentes​ ​eventos​ ​artísticos, de rumba ​ ​y​ ​culturales​.

 

 

Uno de los que más me llamó la atención fue ​la​ ​XXVI Exposición  ​ Nacional​ ​ y​ ​ VIII​ internacional​ ​de​ ​Orquídeas​ ​que​ ​se​ ​lleva​ ​a​ ​cabo​ ​en​ ​el​ ​centro​ ​de​ convenciones​ ​ de​​ ​Expofuturo de ​ Pereira​ (del 24 al 27​ ​ de​ ​ ​agosto)  

 

La​ ​Ociosa​ habló con algunos de los gestores del evento  y expositores, además de  ​Gilberto​ ​Correa,​ ​presidente​ ​de​ ​la​ ​Asociación​ ​Risaraldense​ ​de​ ​Orquídeas​.

 

 

Esto fue lo que aprendimos:

  • Se ​ estima​ ​ que​ ​ en​ ​ ​Colombia  hay​ ​ un​ ​ ​total​ ​de​ 4 mil especies​ ​de​ Orquídeas​ ​y​ ​unas​​ ​40 mil  alrededor ​ del​ ​ mundo. En​ ​ esta​ ​ ​feria ​ se​ ​  ​podrán ​ observar​ ​ más​  ​​de ​  ​1200 ​ especies ​ entre​ ​ ​las ​  ​que se ​ destacan​ ​ las​ ​ cattleyas,​ ​ especie​ ​ ​nacional, ​ las​ cymbidium,​​  ​las ​ paphiopedilum​ ​ (​ sandalias​  de​ venus),​ ​los ​ oncidium​ ​              (​ damas ​ ​danzantes), ​ maxillarias,​ vandas,​ ​ dendrobium​, ​ entre​ ​ muchas​ más.
  • La​ ​exposición​ ​cuenta​ ​con​ ​la​ ​participación​ ​y​ ​representación​ ​de​ ​varias​ ​asociaciones​ ​del​ ​país. Cali,​ ​Popayán, ​ ​Buga,​ ​Bogotá,​ Quindío,​ ​ Manizales​ ​ ​y​ Medellín​ ​ ​ estarán​ ​presentes,​ ​y​ ​se​ ​espera la ​ visita​ ​ de​ ​ turistas​ ​ nacionales​ ​ e​​  ​Internacionales ​  que​ ​ llegan​ ​ a​ ​ ​la ​ ciudad​ ​ ​para​ ​disfrutar​ ​de ​​las fiestas y del colorido de este tipo de eventos.

 

 

Invitados Especiales

En​ ​esta​ ​versión​ ​se​ ​contó​ ​con​ ​la​ ​participación​ ​de​ ​la​ ​AOS​ ​(American​ ​Orchid​ ​Society),​ ​jueces del ​ Perú​ ​ y​ ​ Venezuela​ ​ y​ ​ los​​  ​jueces ​ ​nacionales, ​ quienes​ ​   ​otorgaron​  ​los ​  listones​ ​  ​azul, ​  ​rojo ​  ​y amarillo ​ para​ ​ reconocer​ ​ el​ ​ primer,​ ​  segundo​ ​ ​y​ tercer​  ​ lugar​ ​ en ​ ​ ​ cada ​ ​categoría.

Algunas​ ​fueron​ premiadas ​ con​ ​ un​ ​ listón​ ​ ​morado  ​dado​ ​ por​ ​ la​  ​ AOS​  ​ (​American ​​  ​Orchid ​  ​Society)  y​ ​un​​ listón​ verde ​ que​ ​ otorga​ ​ la​ ​ CCO​ ​ ​( Comité ​ Colombiano​ ​ ​de​ ​Orquideología).

Además​ ​de​ ​dar​ ​otros​ ​reconocimientos​ ​especiales​ ​como​ ​premio​ ​al ​ mejor​ ​ ​stand, ​ la​ ​ mejor​ especie​ de​ ​ ​cattleya,​ ​la​ ​mejor​ ​especie​ ​de​ ​cattleya​ híbrida,​ ​​el​ ​mejor​ ​oncidium,​ ​el​ mejor​ ​ cultivo,​ al​ ​mérito​ ​botánico,​ ​a​ la​ ​ ​mejor​ ​miniatura,​ ​a ​la​​ ​mejor​ ​stanhopea​ , entre  ​otros​ premios​​ ​adicionales.

 

 

¿Qué más hay?

Ludivia​ ​Montoya​ ​hace​ ​parte​ ​de​ ​la​ ​junta​ ​directiva​ ​de​ ​la​ ​ARO​ ​(Asociación​ ​Risaraldense ​ de​ Orquideología) ​ ​y​ ​se​ ​encuentra​ ​en​ ​uno​ ​de​ ​los​ puntos   ​​que​ ​vende​ ​además​ ​de​ ​las ​ orquídeas,​  diferentes​ ​especies​ ​de ​ plantas​ ​ como​ ​ anturios,​ ​ ​ suculentas,​  bromelias,​ ​ cactus​ ​ y​ ​ bonsais;​ sustratos,​ ​fertilizantes​ ​y ​ todo​ ​ lo​​  relacionado​  ​con​ ​ el​ ​ cultivo​ ​ y​​  cuidado.​  

Les​ ​acompañan​ ​algunos​ ​artesanos​ ​locales​ ​y​ ​nacionales, un​ ​stand​ ​del​ ​comité​ ​de​ ​cafeteros,​ ​algunos​ ​comerciales​ ​ ​y representantes ​ ​de​ ​la​ ​Secretaría​ de​ Desarrollo​ ​Económico​ ​y​ de Competitividad​ ​del​ ​área​ de​ ​​turismo.

 

 

¿Por qué ir?

Si​ ​usted​ ​es​ ​de​ ​los​ ​que​ ​disfrutan​ ​un​ ​espacio​ ​lleno ​ de​ color​​  y​ ​ naturaleza​ ​ este​ ​ es​ ​ ​el ​ ​evento ideal​ ​para​ ​disfrutar​ ​y​ ​compartir​ ​con​ ​familiares​ ​y​ amigos​ ​ en​ ​​el​ ​marco ​ ​de​ ​las ​ ​fiestas de​​ ​la cosecha, ​ el​ ​ cual​ ​ reúne​ ​ cada​ ​ año​ ​  a​ ​ los​  ​​mejores ​  ​expositores ​ ​en ​ ​el ​ sector​ ​ floricultor.​

 

¿Cuándo y cuánto?

El   ingreso   es  a   partir  de  las  10  de  la mañana  y  la  entrada tiene   un   costo  de $6000  mil  pesos.

 

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En La Virginia se vive mes a mes un trueque de delirios.

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Las personas renuncian al olvido, al cansancio de los días, se entregan al éxtasis de la palabra, a la virtud de ver la vida imantando vida.

Será este sábado 26 de agosto a partir de las 6 de la tarde en el parque Los Fundadores.


Imagenes Mímesis Corporación Cultural
Imagenes Mímesis Corporación Cultural

Hay una noche al mes, que las fuerzas humanas  y la naturaleza preserva dos focos luminosos.

La luz se extiende dibujando el delirio, la luna ensortija la noche, y al paso del último sábado de cualquier mes, se encienden las luces, la música, las voces y los cuerpos en el parque Los Fundadores en La Virginia.

Alguien anuncia a través del micrófono el principio de la unión entre lo mágico y lo real, entre la luz metal que brilla en lo más alto de la oscuridad y el rito cultural que empezará a trazar la líneas en la memoria.

Imagenes Mímesis Corporación Cultural
Imagenes Mímesis Corporación Cultural

Resuena, Trueques del Delirio en su XX versión. Las miradas se entrecruzan, el recuerdo quizá del encuentro pasado, y como un caballo alado empieza la danza del delirio.

La poesía emerge de los intersticios más sombríos del parque, anidan los versos en las ramas de los árboles, abalanzando su vida al oído de los asistentes, esperanzados en refugiarse para siempre como aroma o sensación.

La música por su parte, recobra el sentido de lo exacto, de lo perfecto del universo, es entonces, donde la comunión entre cuerpo y música, precisa su resultado, y baila en lo más alto las estrellas, y baila en lo más profundo de la mente el sueño de ver el arte expresar su savia.

Imagenes Mímesis Corporación Cultural
Imagenes Mímesis Corporación Cultural

Las personas renuncian al olvido, al cansancio de los días, se entregan al delirio, a la virtud de ver la vida imantando vida.

Sueño, delirio o realidad, es la pregunta que exige respuesta siempre que la noche cierra el foco terreno del parque Fundadores. Es entonces, que la espera es un fruto semejante a la ambrosía, y es nuevo el amanecer con sus designios.

Imagenes Mímesis Corporación Cultural
Imagenes Mímesis Corporación Cultural

Trueques del Delirio llega a su versión XX con un  especial sobre José Asunción Silva. Y  es así como el 26 de agosto, una vez más, las luces del parque Los Fundadores estarán alineadas bajo la presencia lunar.

En este sentido, vale decir, que la Corporación Cultural Mímesis, ha devuelto el valor del asombro a los virginianos, en este evento apoyado por el Plan Nacional de Concertación del Ministerio de Cultura y Comfamiliar Risaralda a través de las bibliotecas.  

¡ya saben, allí nos vemos sin falta a las 6 pm!

Rugby, un deporte con menos flashes pero mucha hermandad

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Esta forma de juego competitivo se constituye en un inmejorable referente para nuestro país con tantos retos de inequidad y malestar, y que aun así, no es capaz de definirse en una misma causa compartida por la individualización capturada en el Selfie.

Se diferencia  del fútbol, que está lleno de vicios, trampas y simulación.


He leído comentarios de noticias locales que hablan del Rugby de forma singular, sostienen que no debiera considerarse un deporte, que se trata de una brusquedad corporal descarnada, que fomenta la violencia, y por supuesto, en pleno apogeo por la paz el palo no está para astilla.

 

Juan Miguel Pineda en acción, Archivo particular
Juan Miguel Pineda en acción, Archivo particular

Además, sugieren que quienes lo practican son casi apátridas, al ser un deporte extranjero que se aleja de nuestra colombianidad. Que es  mejor el turmequé, el ciclismo o el fútbol, que al menos hacen parte de nuestra identidad.

Nos dan dioses que ensalzamos, nos dan ídolos que olvidamos.

El Rugby mientras tanto sigue tan desconocido por estos lares para muchos a causa de la mercantilización del deporte, que solo ha tenido lentes para goles y podios  y no ha volteado del todo su mirada hacia este buen pretexto social.

Barranqueros y Barranqueras UTP
Barranqueros y Barranqueras UTP

Esta forma de juego competitivo se constituye en un inmejorable referente para nuestro país  con tantos retos de inequidad y malestar, y que aun así, no es capaz de definirse en una misma causa compartida por la individualización capturada en el Selfie.

Cada jugador y jugadora del equipo de Rugby Barranqueros de la UTP, ha aprehendido para sí los principios: pasión, solidaridad, respeto, integridad y disciplina, que les permite vivir el deporte siempre atentos de la necesidad del otro, de su par.

Dispuestos a poner su integridad en riesgo para que la causa mayor se consiga.

Cine y amistad. Foto archivo particular
Cine y amistad. Foto archivo particular

 

Caben las preguntas: ¿Qué tan claro tenemos como sociedad nuestra causa mayor? ¿Qué tanto le damos importancia a la otredad? ¿Cómo andamos de solidaridad? y ¿La pasión?

Sumo y sigo.

El Rugby además muestra que la individualización no es mala si se hace en colectivo.

Cada uno tiene desde la diferencia algo que aportar con honor y lealtad, nunca se busca  destrozar rivales, la intención no es lesionarlos, eso da cuenta de porqué siendo un deporte de alto contacto tiene mínimos de protección en su indumentaria.

Expone más un autocontrol de grandeza moral, de respeto y alteridad, aunque se busque la victoria y haya opuestos que sobrepasar.

Foto archivo particular
Foto archivo particular

En esto se diferencia el Rugby del fútbol, que está lleno de vicios, trampas y simulación.

Parecido a algunos estamentos públicos: mientras Neymar se hace el lesionado, el político de turno se hace el desentendido. Mientras el hincha discute la falta que no fue, en el Senado discuten el indulto del que fue.

 Foto archivo particular
Foto archivo particular

Por eso Ilusiona que mientras el cuerpo adquiere una mejor forma física, que mientras se usa el tiempo libre, que mientras se compite  en los zonales del primero al 3 de septiembre, al que van los Barranqueros y Barranqueras UTP, se  re-signifique el sentido de colaboración, disciplina y compromiso común.

Esto lleva a pensar que aunque el fútbol es el deporte hegemónico, el Rugby tiene menos flash y más hermandad.