viernes, abril 25, 2025
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Luces, cámara y café: cine que transforma la realidad de un pueblo en el Quindío

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Así, condicionado por el medio, decide romper el molde y crear su propio camino: hacer películas de forma recreativa.


 

¿Pero quién es el cineasta?

Natalia Canouna joven delgada, alta, de ojos claros y cabello castaño, fue la persona que me habló por primera vez de alguien que andaba haciendo películas en Montenegro, Quindío.

Al principio el comentario no despertó ninguna curiosidad, pero al insistir que él personalmente la llamó para realizar el casting de su nueva película “Nada que perder”, generó suficiente interés para querer conocer aquel personaje en el pueblo, que con tan solo una llamada podía convocar a cualquier persona para un proyecto cinematográfico.

Conseguí el número telefónico y con cierta timidez solicité entrevistarme con él en un café céntrico del pueblo. Desconocía cómo se llamaba, o si era un señor de esos que tienen en mente muchas ideas para hacer negocios. Así fue que, entre tinto y tinto, conocí a quien es Néstor Fabio Vargas Cárdenas, un joven que me comentó que empezó a filmar corto y largo metrajes, con un presupuesto parecido al precio de una muda de ropa decembrina, o un mercado semanal.

 

Foto por: Diego Val.

 

Su forma de hablar era propia de un visionario, ya que se refería al cine como si fuera un gran conocedor, aunque por el momento no lo fuera tanto por la teoría como por la experiencia.  Recuerdo que conversamos de la muerte de Tinto Brass (1933-2006), y con emoción me dio un paseo por toda su filmografía como si fuera uno de sus directores fetiches. También agregamos a Quentin Tarantino (1963), Wong Kar-wai (1958), David Fincher (1962) y si mal no recuerdo, mencionamos a Steven Spielberg (1946).

Luego de esa primera empatía y como una señal de reconocimiento y confianza me indicó su casa, una pequeña habitación contigua al hotel más pintoresco del municipio, “De Yaro” y a su vez, yo lo invité a conocer mi “pequeño submarino” o cuarto de dos por dos en el que vivía,  en el barrio Colón, mientras estaba allí realizando una investigación en el pueblo y dirigido por una revista de Cali.

De ese encuentro empezaría una relación de varios años de amistad, partiendo de un primer artículo que redacté para una de sus películas y que fue publicado en el periódico “El Tiempo” por mediación de un amigo llamado Esteban Alvarán Marín, quien por ese entonces tenía un portal periodístico llamado “La Lupa”.

En pocas palabras decía en esa publicación que no era posible que el Ministerio de Cultura no apoyara el cine local, sin embargo, Nestor entendía que el arte, con o sin apoyo, florece en las condiciones más impensables.

 

 

Sus primeros pinos con la cámara

Ya iniciándonos en sus trabajos, el primer corto de ficción que realizó este joven emprendedor data del 2007 y se llamó “El Secreto del Dragón”. En su realización se invirtió la risible cifra de 70 mil pesos y fue preparada durante un fin de semana. Una grabación con dificultades técnicas (como es lógico en un cualquier comienzo) y donde descubrió la importancia de elaborar un buen guion y una pre producción.  Al finalizar la grabación, descubrieron que el secreto del dragón fue, que el protagonista, Jhon Pinzón se fracturó la mano, ocultando la gravedad de la lesión hasta después del lanzamiento del trabajo.

Con todo, al presentarla en los parques, escuelas, colegios y hasta en la estación de los bomberos, causó fascinación en los espectadores, además la satisfacción de los actores de verse en la pantalla como protagonistas de algo que prometía ser grande. Y no se equivocaban, ya que este primer “ensayo”, por decirlo de alguna forma, despertó el sentimiento de arraigo y orgullo de ser la primera producción 100% montenegrina. Algo que ninguna persona o grupo o institución se había atrevido a hacer hasta ese momento.

Su segundo trabajo, ahora no corto, sino largometraje, empezaba en el año 2008 con una experiencia más consolidada, aunque de cara a nuevas realidades y dificultades por estar delante de una grabación más exigente.  Se llamó “Nada que Perder” 1h:23m (2008) con un presupuesto de 900 mil pesos recogido entre los comerciantes del pueblo que solo pedían a cambio publicidad y mostrar lo mejor del municipio.

El producto final, es decir, esta nueva película disfrutó los 15 minutos de fama regional, porque obtuvieron un reconocimiento local de la alcaldía, y de algunos ciudadanos de la comunidad montenegrina en Morristown en Estados Unidos, que estaban fascinados con ver de nuevo a su tierra natal, al menos en video.

 

Tráiler: Nada que Perder


 

Su tercer largometraje fue más ambicioso. Ya que con “Histeria” de 1h:32m (2009) y con el mismo presupuesto de 900 mil pesos, ya empezaba a tomar forma el arte de hacer películas desde su concepción como amateur; y aunque algunos problemas de sonido parecían poner gris el asunto, los comentarios positivos entre el pueblo y de conocedores de cine de la Universidad del Quindío, calmaron la histeria de algunos que no alcanzaban a oír más allá de los intentos de diálogos dentro de la película.

Largometraje hecho, como dicen popularmente, con las uñas, de forma independiente, con cámaras caseras, y editado con un viejo computador aún con Windows XP y su programa estrella “Movie Maker”.

 

Tráiler: Histeria


 

El cine continúa en una visión más amplia

Así desde el año 2009 que me retiré del pueblo, hasta ahora 8 años después que lo buscamos bajo el auspicio de la revista digital La Cebra que Habla, lo encontramos de nuevo en Montenegro rodando una escena sacada de un guion al mejor estilo de las novelas de Andrés Felipe Solano, o Gilmer Mesa: dos policías corren a toda velocidad en el barrio Villa Juliana buscando un fugitivo, un adolescente que se escapa de la correccional de menores “Hogares Claret” buscando a su madre como un intento de valorar su libertad.

La escena no paraliza el barrio, pues Montenegro es un pueblo dormido por el progreso que poco a poco despierta a la realidad del talento de su terruño. Los impresionados son el equipo periodístico, pues, los policías no son actores y el prófugo tampoco, y tanto los unos como el otro han sido “prestados”, si cabe el término, por medio de la Gobernación del Quindío, para realizar las escenas de su nueva producción llamada “Dragones de Papel” (2017).  Cortometraje basado en hechos reales, financiado por la misma Gobernación con el fin de concientizar a la población juvenil a bajar los delitos y alejar de las drogas  a los menores para que puedan apreciar la libertad.

Paralelamente, mientras Néstor Vargas saca el tiempo para conversar con nosotros, nos enteramos que graba otra película “Mi niña bonita” (2017), sobre el drama del embarazo adolescente, la disfunción familiar y el sexo virtual o modelaje webcam. Porque este joven de 38 años ha creído en él y en el poder de la cinematografía para retratar la realidad y transformarla positivamente. Su vida, a partir de la conciencia de hacer cine, es una peculiaridad, aunque por supuesto, hay mucho camino por recorrer en este oficio, especialmente en el Quindío, que es conocido por el café, la ganadería y la artesanía.

 

Foto por: Diego Val.

 

Los comienzos de un largo camino

Y es que este joven, de ojos inteligentes, cabello corto, de estatura baja y vestido de forma descomplicada, se graduó en “El glorioso Instituto Montenegro” como llama al colegio más popular del pueblo, para luego estudiar un técnico en Diseño Gráfico, que en realidad no ejerce. Inicialmente sus motivaciones  adolescentes no eran muy distantes a lo que aspiraban otros de su edad:  ser mecánico, guía turístico o ir a probar suerte en Armenia, la capital, en un buen empleo.

Así, condicionado por el medio, decide romper el molde y crear su propio camino: hacer películas de forma recreativa. En sus palabras confiesa que llegó tarde al cine, mientras divagaba casi una década en oficios varios buscando su función social. Y en esta decisión que toma en el año 2007 de hacer algo diferente, todo, de alguna forma, conspira para ello, ya que tiene todos los escenarios: fincas, el cementerio, el parque, la biblioteca, su propia casa, y decenas de amigos que lo siguen gracias a su carisma.

 

Foto por: Diego Val.

 

Cuando lo interrogamos sobre el cine, su respuesta es más creativa aún, porque igual que a Quentin Tarantino cuando le preguntaron cómo había aprendido a hacer películas, Néstor Vargas, empezó haciendo cortos y largo metrajes consumiendo mucho cine.  Y a eso, se suma su insaciable curiosidad por saber cómo se realiza tal o cual escena, empezando a concentrarse en los making Off, y los tips de varios directores que pasan en Youtube.

Y mencionó a Tarantino, porque sin duda es uno de sus directores favoritos desde películas como Pulp Fiction, Kill Bill 1 y Kill Bill 2, y sus últimos trabajos.  Aunque contrario a Tarantino que lo acusaron de robar ideas de sus amigos, y de centrarse en guiones chinos y spaghetti western, Néstor Vargas extrae escenas y guiones para sus películas observando la realidad de Montenegro, su pueblo natal.

Temáticas sociales (o problemáticas locales) como el embarazo adolescente, las drogas, la falta de proyecto de vida; y más abstractas como la traición, el amor, la libertad, el odio, son los ejes sobre los que giran sus producciones “suecadas”, es decir, con gran esfuerzo, bajo presupuesto, actores no profesionales, cámaras caseras y programas de edición casera.

 

 

 

Su genio de creador está en su vocación. Porque creador no es el que se adelanta a su generación, sino el primero que toma conciencia de lo que está ocurriendo a sus contemporáneos, y Montenegro, en el país, está en el top 10 de los municipios con mayores problemas de embarazo, drogadicción y problemas familiares. Sin embargo, este es el pueblo que ha visto nacer, crecer y trabajar a Néstor Vargas y desde aquí es que ejerce su vocación sin ningún aliciente más que crear cine y con ello dar un sentido de vida a muchos jóvenes. Visión llevada a cabo por medio de su productora independiente llamado “Pioneros producciones”.

 

Una productora de sueños juveniles

Productora que pronto se convertirá en la Escuela de Audiovisuales Pioneros y que promete ser un comienzo para instruir a una nueva generación que quiera dedicarse al oficio cinematográfico, ya no empírica, sino profesionalmente.  Jóvenes de todas las instituciones educativas del municipio que quieran aprender por medio de estos proyectos, la teoría, pero mayormente práctica sobre el campo, el rodaje, la escena, la iluminación, el guion, etc.

Si a los jóvenes les gusta el cine, se van a quedar, sino empezarán otra cosa.

Dice Néstor Vargas confiando que este arte está enamorando a los jóvenes del pueblo, ya que  se acuerda que desde la  publicación de la revista de la productora (que lleva el mismo nombre) recibió varias propuestas de participación, y él, como director y gestor cultural siempre se considera presto a recibir al que desee integrarse a esa dinámica de hacer cine quindiano.

 

Foto por: Diego Val.

 

Su vida es el primer ejemplo de motivación para los demás, porque empezó creyendo que se podía, y ahora ha crecido a tal nivel que para el 2018 se preparan proyectos que prometen augurar una nueva ola cinematográfica en el departamento.

Ya al caer la tarde, y conocer un poco de la trayectoria de este emprendedor, sabemos que Néstor Vargas también es director de la fundación “Quindío Mejor” y en sus ratos libres, que son pocos, se dedica a asesorar en diseño gráfico y a desarrollar la parte de técnico en sistemas de forma particular. Hoy en día sigue pensando qué hubiese sido de él, o qué estaría haciendo en este momento, si no se hubiera dedicado al cine.

Mientras tanto, este joven sigue presentando sus trabajos en el teatro Esmeralda de Montenegro, y en festivales de Cali y Bogotá. Su último corto-documental en el que trabajó en producción y postproducción fue “Cartas al presidente” hecha en el municipio de Circasia, un trabajo delicado, bien logrado, que ganó premio en el festival “Ojo al Sancocho” este año como mejor obra infantil.

En sus palabras, eso son ejercicios recreativos. Así, igual que las temporadas fecundas de café, el cine en esta región del país sigue creciendo y dando su fruto para las generaciones actuales, las siguientes y como registro histórico y para la memoria de que el cine está vivo y lo seguirá estando de y desde las regiones.

 

Qué pedir al año nuevo

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HAB21. LA HABANA (CUBA), 23/09/2015.- El presidente de Colombia Juan Manuel Santos (i), el presidente de Cuba Raúl Castro (2-d) y el máximo líder de las FARC, Rodrigo Londoño (d), alias "Timochenko", se dan la mano hoy, miércoles 23 de septiembre de 2015, durante un acto en La Habana (Cuba). Juan Manuel Santos y Rodrigo Londoño, alias "Timochenko", se dieron hoy un histórico apretón de manos, tras anunciar en La Habana el acuerdo alcanzado entre las partes en materia de justicia transicional, clave para la paz. Ambos posaron para la foto, junto con el presidente de Cuba, Raúl Castro, quien se situó en el medio y dio la mano a Santos y a "Timochenko", quienes tras unos segundos, también se dieron la mano; un simbólico gesto que aproxima la paz. El acuerdo sobre justicia anunciado hoy contempla entre otras cosas una amnistía para delitos políticos, la creación de un tribunal especial para la paz, y establece que la guerrilla deberá entregar las armas en un plazo de 60 días tras la firma del acuerdo definitivo. EFE/ALEJANDRO ERNESTO


Que las autoridades locales, a las que les faltan todavía dos años en el poder, dejen sus afanes electorales y se concentren en poner orden, y en los proyectos que contribuirán a mejorar las condiciones de vida de sus gobernados


 

 

 

 

El año 2017 está a punto de terminar.  Siempre, en esta semana previa al fin de año, viene el mismo balance que resume lo que uno ha venido cosechando durante los 360 días precedentes.

 

 

 

¿Qué sentido tienen estos cortes de cuentas?

 

Las repeticiones, que se instalan en ciclos naturales, son también actos simbólicos, mediados por la cultura y las tradiciones. Y está bien, a mi juicio, que se tenga la sensación, aunque relativa, de que algo termina y puede abrirse un nuevo comienzo.

 

Por ello, al próximo año le pido:

 

 

  1. Que se consolide el proceso de paz en Colombia y que los resultados electorales no afecten sustancialmente lo que se ha avanzado en este propósito.
  2. Que los populismos, tanto de derecha como de izquierda, se mantengan alejados del poder.

 

 

  1. Que las propuestas políticas que fomentan el miedo no logren su cometido de dominar a la población a partir de sus presagios apocalípticos.
  2. Que aquel que finalmente llegue a gobernar en el próximo período, lo haga con suficiente independencia de los oscuros poderes, para que pueda atacar frontalmente la corrupción (el peor mal de nuestro país) y logre encarar las reformas que nuestra economía requiere con urgencia.

 

 

  1. Que el nuevo gobierno se comprometa en la protección de los líderes sociales y cesen los asesinatos sistemáticos. Que aquellos que han sido expropiados por la fuerza o violentados sean reconocidos en sus reclamos -que llevan años siendo desatendidos-. Y que, a partir de este reconocimiento, se avance en una reconciliación efectiva entre nosotros.
  2. Que las autoridades locales, a las que les faltan todavía dos años en el poder, dejen sus afanes electorales y se concentren en poner orden, y en los proyectos que contribuirán a mejorar las condiciones de vida de sus gobernados, muchos aún por concretar. Esta temporada decembrina que termina, nos deja un verdadero caos en el tránsito, la invasión del espacio público, el ruido, entre otros males que todavía no logran ser controlados.

 

 

 

 

  1. Que las diferentes agrupaciones de ciudadanos y líderes sociales puedan dialogar, sin que los postulados de los unos (ya se trate del medio ambiente, los animales, el espacio público, los grupos económicos, los actores sociales, entre otros), se impongan arbitrariamente sobre los de los otros. Cualquier concertación entre quienes ostentan representatividad y liderazgo, debe ser sustentada con argumentos en pro de alcanzar lo que sea mejor para la comunidad en su conjunto; sin desconocer ni imponer los propios gustos, ideales, o intereses.  No necesitamos que nuestros líderes sean “mejores amigos”, solo que se pongan de acuerdo –razonadamente- en los temas fundamentales.
  2. Por último, espero que el portal web de historias www.lacebraquehabla.com, continúe recorriendo el territorio del occidente colombiano, mostrando aquello que constituye nuestra identidad. Y que podamos hacerlo de manera más precisa y amplia cada vez.

 

Aunque sea una ilusión, quiero pensar que la sola posibilidad de cambiar de año calendario nos abrirá la oportunidad de ser cada día distintos y mejores. ¡Que así sea!

 

[email protected] @marthaalzate_

 

35 años de la Copa Ciudad Pereira: GOLES SON AMORES

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Pero el asunto va más allá de la devoción por un balón: muchas familias a las que, en principio, no les interesaba mucho el fútbol hicieron de la copa un pretexto para reencontrarse.


 

 

 

 

Foto fuente: El Diario

 

 

Corazón delator

Luisa y Fernando se conocieron en una de las tribunas del estadio “Alberto Mora Mora”, el legendario “Fortín de Libaré “donde el Deportivo Pereira de Ávalos, Calonga y Colombo hizo morder el polvo a los equipos más encumbrados de la época de El Dorado.

Aunque los clubes y jugadores que los convocaban eran mucho más modestos. En el caso de Luisa venía a acompañar al equipo del Terminal de Transportes, dirigido por Carlos Arturo Toro, un desgarbado defensor central que jugó varias temporadas con el Deportivo Pereira de la primera división.

A Fernando simplemente lo atraía la pelota: el Deportivo Pereira casi nunca llegaba a las finales y la vida se le volvía insoportable si no estaba sentado en una gradería gozando las gambetas de algún incontrolable puntero izquierdo nacido en Guapi o las atajadas imposibles de uno de esos arqueros que volaban de palo a palo, según la retórica al uso de los comentaristas deportivos.

 

John Jairo Tréllez (Turbo, Antioquia, Colombia; 29 de abril de 1968) es un ex futbolista colombiano que jugaba de delantero.

 

 

Todavía estaban lejos los tiempos de la televisión satelital y las opciones de disfrutar los juegos de las ligas poderosas del mundo eran nulas. De modo que a un enfermo de fútbol le quedaban pocas alternativas para curarse su adicción. Una de ellas era la Copa Ciudad Pereira.

Así que los caminos de Luisa y Fernando se cruzaron una noche de martes en la tribuna principal del Mora Mora. Mientras uno de los defensores del Terminal intentaba conjurar una sucesión interminable de pases del contendor, ellos sintieron por primera vez que algo se alteraba en el ritmo de su corazón delator.

 

Foto fuente El Diario

 

 

Como en el Olaya

Corría el año 1982 cuando al dirigente deportivo Augusto Ramírez asistió a un partido que le devolvía al fútbol su condición de hijo del barrio. Se trataba de uno de los juegos del “Hexagonal del Olaya” un torneo escenificado al sur de Bogotá, que convocaba a miles de aficionados durante la temporada de final y comienzo de año, cuando la liga profesional entraba en receso.

Allí se daban cita jóvenes promesas   que apenas despuntaban a la adolescencia y viejas glorias ya retiradas del fútbol profesional, pero con el talento intacto.

Caterpillar Motors era uno de los equipos que animaban el torneo

“Esto tenemos que hacerlo también en Pereira” se dijo Ramírez y se la pasó dándole vueltas a la idea en la cabeza durante el viaje de regreso. Si bien la capital de Risaralda era una ciudad más pequeña, el fervor por el fútbol y la cantidad de barrios donde la pasión de la pelota es casi la única opción para el uso del tiempo libre le insuflaban fuerza a la idea.

 

José René Higuita Zapata (Medellín, Colombia, 27 de agosto de 1966) es un ex-futbolista y entrenador colombiano quien se desempeñaba como arquero.

 

“Nada más con la gente de Alfonso López, Kennedy, Libaré, Berlín y Corocito tiene uno para empezar”, se decía el dirigente mientras imaginaba una primera estructura para el arranque.

Luego de la inauguración del estadio “Hernán Ramírez Villegas”, ubicado en cercanías del aeropuerto Matecaña, el Mora Mora cayó en el abandono. Las graderías se deterioraron y el césped llegó a ser más apto para el pastoreo de vacas que para la práctica del fútbol.

Pero si se recuperaba sería la sede natural para un torneo que, todavía en la cabeza de su fundador, ya ostentaba el nombre de Copa Ciudad Pereira.

En ese mismo año de 1982 se dio la patada inicial de un torneo que lleva tres décadas y la mitad de otra animando la vida de los amantes al fútbol durante la temporada de Navidad y Año Nuevo.

 

Foto fuente Publimetro

 

Pero el asunto va más allá de la devoción por un balón: muchas familias a las que, en principio, no les interesaba mucho el fútbol hicieron de la copa un pretexto para reencontrarse. Ya es moneda común toparse en las tribunas del Mora Mora con risaraldenses emigrados a distintos lugares del país y el mundo durante las últimas décadas, que asisten a los partidos con la certeza de que aquí se encontrarán con amigos y conocidos a quienes no ven desde hace cinco, diez o veinte años.

Darío Arcila y Pablo Carvajal son un buen ejemplo. El primero está radicado en New Jersey desde hace treinta años. Su negocio “Arcila Shoerepaires visitado por una clientela de origen judío que reconoce en su trabajo la calidad de los viejos artesanos ahora en trance de desaparición.

 

Estadio Mora Mora de Pereira. Foto fuente Mapio.

Por su parte, Pablo vive desde hace quince años en Australia, donde el profesionalismo de los colombianos en el campo de la construcción no tiene reparos.

Darío nació y creció en san Judas ese populoso sector que se extiende a orillas del río   Otún y de donde cada año parten unas cuantas decenas de muchachos a rebuscarse la vida en remotos confines de la tierra.

Pablo llegó a Pereira en compañía de sus padres en el año de 1979. Consiguieron vivienda en san Nicolás, donde su viejo llegó a ser oficial de construcción bastante solicitado por un vecindario en permanente crecimiento. De allí partió hacia Australia en 1991 invitado por unos ingenieros contratados por una importante compañía de ese país.

Y aquí están, reunidos por una pelota en este diciembre de 2017, treinta y cinco años después de que el equipo de Heladería Tropical venciera a la   Selección de Cuba, en una final cuyo recuerdo todavía hace vibrar de emoción a los devotos seguidores de la copa desde su primera edición.

 

El dirigente deportivo, Augusto Ramírez González (q.e.p.d). Foto fuente Vecinos Pereira

 

Te acordás hermano

Raúl Correa, un vendedor callejero fanático de la salsa, recuerda que en la Copa Ciudad Pereira jugaron René Higuita y John Jairo Tréllez cuando apenas eran un par de adolescentes que amasaban sus esperanzas en la selección Antioquía dirigida por Luis Alfonso Marroquín.

“La gente se olvida de que aquí jugó el Chicho Serna antes de pasar a Nacional y dar el salto hacia Boca Juniors”, dice Raúl y suelta una risotada sin dientes que despierta de su letargo a Ramón, un perro envejecido que le hace compañía en su trajinar calle arriba y calle abajo.

Pero no son solo ellos. Por aquí también pasaron José Fernando Santa y Juan Carlos Osorio, cuando apenas despuntaban en el fútbol. Osorio, oriundo de Santa Rosa de Cabal, es hoy el entrenador de la selección mexicana, clasificada al mundial de Rusia 2018.

 

“La Turbina” Tréllez, un motor para su hijo y el DIM

 

 

Hoy los equipos ostentan otros nombres: Andrés Escobar, Escuela Sócrates Valencia, Audifarma, Comfamiliar. El sol de diciembre pone a prueba las fuerzas de los futbolistas que intentan sobreponerse a los treinta grados de temperatura que se abaten sobre sus espaldas.

Entretanto, Luisa y Fernando se resguardan a la sombra en compañía de su hijo Luis Fernando, veinticinco años, Ingeniero Mecánico, ciclista, jugador de baloncesto y practicante de tejo, que empezó a nacer una noche de martes en que el camino de sus padres se cruzó justo en esta gradería.

 

El dirigente deportivo, Augusto Ramírez González (q.e.p.d). Foto fuente Vecinos Pereira

 

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José Fernando “El Flaco” Marín: estampas de un caminante

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Con él aprendí que lo mejor es desplazarse por la ciudad sin insubordinarla, sin agregarle más a su ruido cotidiano, sin contaminar con nuestras quejas su aire viciado.


 

 

 

 

No recuerdo cuándo conocí a José Fernando Marín, si alguien me lo presentó, si nos saludamos a la salida del Teatro Comfamiliar o si me atreví a buscarlo para conocerlo. Lo que jamás olvidaré, eso sí, es que antes de ser su amigo, alimentaba el ritual de escucharlo en la emisora cultural Remigio Antonio Cañarte. Lo suyo deriva en una magia teatral, con música de fondo, que sirve de escenario para la inteligencia como invitado principal, mientras imagino a su gato, el huidizo Tarot, vigilando desde una baranda los movimientos y gestos de quien se ha atrevido a pisar su lugar de descanso.

 

 

 

A propósito, recuerdo en especial un programa de La Buhardilla que de tanto escucharlo, después de grabarlo en casete, me aprendí de memoria algunos pasajes. Me refiero al programa que tuvo como invitado a Eduardo López Jaramillo. En esa ocasión el escritor recordaba su época de estudiante en Estados Unidos y Europa, su relación de amistad intelectual con el poeta Octavio Paz y su devoción por el Marqués de Sade, a quien López Jaramillo consideraba un rebelde, como quizá lo fuera él mismo en el ámbito de la ciudad. En ese diálogo con el poeta, José Fernando estaba acompañado de su amiga Elena Grisales. Había allí una intimidad epifánica, un gusto por la palabra, un respeto por las ideas y un amor por la poesía. Es decir, había allí lo que siempre ha caracterizado la vida del solitario José Fernando Marín.

 

 

 

Decía Bachelard que los grandes solitarios son grandes caminadores. Y un poeta mexicano, Vicente Quirarte, agregó que caminar “es la forma más profunda de posesionarse de la calle”. Eso es lo que ha hecho José Fernando Marín al recorrer las calles de Pereira, un tanto encorvado, con pasos cortos pero rápidos, siempre mirando hacia la acera, como si buscara algo que se le ha perdido desde sus días de infancia, vivida en una calle ciega del barrio Centenario. Hoy ya puedo confesarlo: me gustaba verlo caminar y comprobar, en su aspecto de chico sesentero, si aún se empeñaba en dejar crecer su cabello en una delgada cola y si había cambiado de mochila. Porque para mí era la forma de saber si había estado en La Guajira o había vuelto al festival de blancos y negros en Pasto.

 

 

 

En varias ocasiones lo seguí. Practico el placer de seguir de lejos a los seres interesantes; así que sin que él lo supiera, lo seguía unas cuantas cuadras, le inventaba una historia para ese día e imaginaba que había decidido salir a caminar para liberarse por un rato de su labor como libretista de radio. Tenía la convicción de que al doblar una esquina con su cuerpo delgado o al pasar un semáforo con sus zapatos de goma Hush Puppies, ese caminante solitario me podía revelar algo que me aproximara, desde una perspectiva terrenal, al feliz enigma de estar vivos. Y lo que revelaba era algo simple: al caminar con cierta levedad y garbo, al esquivar la presencia del vendedor ambulante y al sostener el nerviosismo de sus manos en el tirante de la mochila, podíamos hacernos ciudadanos del mundo. Con él aprendí que lo mejor es desplazarse por la ciudad sin insubordinarla, sin agregarle más a su ruido cotidiano, sin contaminar con nuestras quejas su aire viciado.

 

 

Un día claro y sin la lluvia de las tres de la tarde, fue él quien me vio en la calle diecinueve, al lado del Almacén de Donato García y se detuvo a saludarme. Me sorprendí al verlo tan cerca, al encontrar en sus rasgos finos y en sus lentes redondos, un cierto aire benjaminiano, un rictus irónico al que solemos temer. Tal vez sospechaba que yo lo seguía a menudo o un amigo, digamos, Alberto Verón, le había dicho que yo lo espiaba. Me dijo que hacía días llevaba en su mochila algo que podía interesarme. Podrán imaginar la sorpresa que me llevé cuando sacó de su mochila la primera edición de la novela de Alfonso Mejía Robledo, Rosas de Francia, hecha en París en 1926. “Este ejemplar lo he sacado de mi casa para ti –dijo–. No puede quedar en mejores manos”. Para evitar aquí el melodrama, me abstendré de repetir lo que entonces le dije a José Fernando en medio de transeúntes que debían mirarnos con sospecha. A su inteligencia, a su amor por la música y la poesía, a su excesivo apego por los gatos, a su aristocrático gusto por la comida mediterránea, debo agregar el de su generosidad intelectual.

 

 

 

Solitario, desconfiado como las ovejas que por años cuidó en las montañas de la Laguna del Otún y tan decente como los personajes de Virginia Woolf, José Fernando Marín se ha convertido, con los años, en una amable leyenda urbana. ¿Qué dato o situación de la vida social y cultural de Pereira escapa a sus lúcidos argumentos? ¿Qué personaje pereirano no ha visitado La Buhardilla y ha salido de allí con la sensación de ser interesante? ¿Qué historia del teatro en Pereira podrá obviar aquella que liga al Flaco Marín con la escuela dramatúrgica de Antonieta Mercuri, mientras en bambalinas, Alberto Verón preparaba sus atuendos para interpretar un personaje de la época victoriana?¿Cómo intentar un balance del devenir literario y artístico de la ciudad, dejando de lado la influencia de este hombre que ha hecho de la Pereira de Ricardo Sánchez y Albalucía Ángel, una suerte de circuito cultural en permanente exposición? Sé que algunas de las páginas de su singular libro, Carné de caminante, responden a esas preguntas.

 

 

 

La leyenda urbana que se teje en torno a José Fernando Marín lo descubre en su ritual de tomar té en la confitería La Lucerna. Lo revela como un hombre afecto a la filosofía que el cronista Luis Tejada impuso como una forma de vida: el dulce placer de no hacer nada. Lo descubre sibarita y burgués en aquello de leer a Proust, en su casita de la montaña, deseoso, como él mismo lo ha admitido, de proustituirse para siempre. Esta noche de fiesta y celebración, me pregunto cómo ha hecho este hombre tierno y mordaz, para vivir con esa moderación propia de los monjes franciscanos, sin abandonar por un segundo los placeres de la vida terrena. Porque lo que hoy celebramos, entre amigos, es su vitalidad, la vida de un hombre que, como los poetas franceses del círculo de Baudelaire, han aprendido a vivir en soledad, pero festivos en medio de la muchedumbre.

 

Sobre “carátulas y solapas” (pereiranas).

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Hemos puesto juntas estas anotaciones que se ocupan de algunos aciertos editoriales de 2017, obstinados en el empeño de mostrar los horizontes de la producción editorial local en su conjunto.


 

 

Son menos que reseñas críticas, y se acercan más bien al comentario bibliográfico, atendiendo a nuestra caprichosa preocupación personal porque no caiga nada a tierra, que cada una de las producciones presentadas a continuación pueda ser leída, brillar y circular por lo que es.

Debemos este ejercicio a dos instigadores: a  Rogelio Echavarría (fallecido nonagenario el 29 de noviembre pasado) quien por su asidua columna de comentarios bibliográficos durante más de treinta años en El Tiempo, enseñó la disciplina de recibir y anotar la pertinencia y oportunidad de las ediciones y novedades de todos los géneros, y en todos sus aspectos. Y en segundo lugar a Jean Chapelan cuando sentenció (citado por Bufalino): “Un escritor no lee a los colegas: los vigila”.

 

13.ABC Pereira

 

 

 

Luz De Luna Editores, libros de artista, golpeó dos veces este año, y con aciertos que enganchan la atención también de los que no lo somos. La editorial surge por la llave compuesta por Stefanny Rodríguez  y  Ricardo Muñoz Izquierdo,  se estrenaron con la publicación de Sketchbook 2017 de Ricardo Muñoz Izquierdo comenzando el año.

Y en noviembre, ABC Pereira, el tercer proyecto abecé de Ricardo (conocíamos ya un bello cuaderno de artista en el ABC de Puerto Colombia años atrás). Pero el de Pereira es un privilegio, el que la ciudad haya sido narrada gráficamente por muchos de los mejores dibujantes de la ciudad. La producción de ambas publicaciones del sello estuvo bajo la coordinación de Steffany, en formato libreta de bolsillo.

“A partir de una conjugación de palabra y dibujo, los artistas sacan a la luz aspectos a veces dichosos y en otras lacerantes de una ciudad –camaleónica, como todas- que no cesa de renovar su repertorio de rostros” dice Gustavo Colorado en el prólogo.

Coautores del ABC son todos los dibujantes que componen la edición: Alejandro Múnera, Edwin Morales, Leidy Baena, Gabby Maheche, Sebastián Marmolejo, Manuel Varela, Carlos Mario Sánchez, Ángel Balanta, Anthony Santamaría, Federico Gómez Maya, Edilberto Vargas, Fredy Clavijo y Mario Alejandro Tovar (Luz de Luna Editores, 2017).

 

 

12.Cantos del Chamán, de Dioscórides Pérez

 

 

Pudimos hojear, de manos del curador del Museo de Arte de Pereira,  Alejandro Garcés, el catálogo que para su exposición “Cantos del Chamán” editó la Universidad Nacional Facultad de Artes, donde el artista pereirano es docente investigador.

La exposición que estará en el MAP hasta febrero de 2018, es una obra magnífica que recoge una más de las experiencias del artista en contacto con los elementos: el agua en los ríos; la tierra en el territorio amazónico, los vestigios con los que siembra su instalación de virtudes mixtas. Todo esto ha sido acompañado y toma forma diversa en un catálogo, en cuya página editorial se advierte “La serie de dibujos está concebida como un códice”,  que acertadamente se acompaña de leyendas y cosmovisiones del Amazonas en versiones del profesor Fernando Urbina, que conoce ampliamente  las lenguas y etnias huitotos, profesor del Departamento de Filosofía de la Universidad Nacional de Colombia, reconocido fotógrafo e investigador de las culturas indígenas amazónicas y del arte rupestre.

En un extenso texto introductorio que cuenta el origen de los dibujos el propio Dioscórides lo explica: “El relato gráfico de Los cantos del chamán, fue el resultado de mi acercamiento como imaginador a los glifos precolombinos, y a los mitos y ritos de una de las muchas culturas indígenas que pueblan y conservan sabiamente la selva amazónica, no solo para ellos, sino en beneficio de todo el planeta. Mis dibujos, son un modo artístico de rescatar y conservar esa cosmovisión, y un intento personal por recorrer, desde el dibujo-escritura, ese camino de signos en busca del pálpito ancestral que ocultan los grabados y los trazos rojos.” (Universidad Nacional de Colombia, 2017).

 

 

11.Reedición de ‘Montañas Azules’ de Juliana Gómez Nieto

 

 

 

La editorial Planeta se fijó en la novela de Juliana Gómez Nieto ‘Montañas Azules’; consideramos reedición del año a esta narración de base testimonial, pero de lenguaje cinematográfico que se ocupó del terremoto de Armenia en 1999.

Ya hemos comentado en la ciudad las virtudes de la novela, a las que podemos agregar la calidad poética de la escritora en el terreno del verso que conocimos en su libro El Silencio de las Chicharras.

Para mayor fortuna, la presentación de la reedición de la novela en la reciente Feria del libro de Pereira en octubre contó con la presentación de Camilo Alzate en diálogo con la autora. Nos pareció oportuno para esta ocasión que la misma escritora contara sobre el acierto de llegar a una editorial nacional con mercado internacional:

“La publicación de Montañas azules en Colombia fue algo que planeé desde Argentina cuando decidí traer ochenta libros en una maleta de rodachines que arrastré por buena parte de Sur América.  Ya acá, empecé a tocar puertas y el libro me llevo a conocer personas y entre esas conocí a Daniel Ferreira. Le dije que si le gustaba el libro hiciera el prólogo de la próxima edición o una reseña.

 Seguí en la búsqueda y envíe el libro al concurso de la Biblioteca de la Colección de Autores Quindianos y también a la editorial Angosta. Pasadas dos semanas  me escribe Daniel diciéndome que Miguel Manrique, editor de Planeta Lector, le preguntó sobre autores para el catálogo de este año y entonces él pensó en Montañas azules. Así que se la envíe a Miguel por email y él me llamó a decirme que le había gustado y que querían publicarla. En esta nueva edición la historia es la misma. Hay sólo un párrafo que tuve que escribir pero es insustancial. Lo que se hizo fue corrección de estilo.” (Editorial Planeta, 2017).

 

 

10.Revista Luna de Locos # 27

 

 

 

Suena emocionante decirlo, Luna de Locos se acerca a los treinta números, la culpa la tiene Giovanni Gómez su persistente editor y director, que  nos cumple con la publicación que presta su nombre al Festival Internacional de Poesía.

Es una revista muy completa que en su conjunto reúne una variedad de enfoques de la poesía, desde la publicación de poemarios, rescates de inéditos, traducciones y ensayos, que se nos ha vuelto bastante útil; y en particular viene en este  número –del que nos ocupamos– un interesante perfil del calarqueño Nelson Osorio Marín, del que dijera el mismo Rogelio Echavarría en 1977: “Nelson Osorio Marín es un joven poeta antioqueño (sic.) conocido por dos libros publicados en Bogotá, Cada Hombre Es Un Camino y Algo Rompe La Mentira, pero también por ser el autor de la letra de canciones que con gran éxito interpretan Eliana, Ana y Jaime, Luis Gabriel, Norman y Darío y otros cantantes de protesta. Ahora recoge poemas, canciones y microficciones…”.

Del artículo de Carlos Castrillón, quien realiza la selección para la # 27 extraemos las siguientes palabras de María Mercedes Carranza: “Osorio Marín incorpora a su poesía los elementos del mass media: el texto del periódico, letras de tangos y boleros, los mitos del cine, y utiliza un lenguaje prosaico”.

En verdad Osorio reaparece en esta publicación lunática –por su pleonásmico nombre–, como la figura fascinante que fue en la poesía de acción.

La 27 incluye además dos apartes con traducciones, un dossier de poesía cubana, un interesante ensayo-crónica sobre el oficio de traducir, una quijotesca y muchas otras delicias.  El artista invitado a ilustrar esta versión fue Guillermo Linero. (Corporación Cultural Luna de Locos – Universidad Tecnológica de Pereira, Año 19 # 27, noviembre de 2017).

 

 

9.Carné de Caminante, del ‘Flaco Marín’

 

 

 

Subtitulado ‘Memorias y relatos de una ciudad: Pereira 1950-1969‘, es la esperada relación de eventos, hechos sociales e históricos y de las deliciosas impresiones de ‘El Flaco’ José Fernando Marín. Ve la luz por fin, el regalo para la ciudad postergado desde el sesquicentenario, edición de lujo que tiene su origen en las persistentes notas del autor por décadas, y que han nutrido guiones de los programas de radio de su espacio La Buhardilla que cumplió 33 años al aire, primero en Musicando Estéreo y después en la Emisora Cultural de Pereira Remigio Antonio Cañarte.

El comunicado de prensa que nos ha despertado la atención –no tanto por la presentación del libro mismo como por la promesa de que habrá café y chocolates– dice: La obra literaria está centrada en las décadas 50 y 60 de la ciudad de Pereira, y retoma aspectos fundamentales para la historia de la urbe como sus diversos actos fundacionales, el proceso de la colonización antioqueña, la separación y autonomía de su gobierno departamental, la evolución y proceso de sus actividades artísticas y culturales. En su relato se develan costumbres, tradiciones y cotidianidades de un emplazamiento que poco a poco hace su transición de aldea a ciudad”.

Como caracteriza a todas las acciones de El Flaco, signadas por su exquisita prudencia, este es un libro que guarda su misterio hasta el día de su publicación (13 de diciembre), viene prologado por el expresidente César Gaviria, “flaco” honor comoquiera que el mejor prólogo a estas historias que muchos hemos conocido de primera mano por la voz de José Fernando, debieran escribirlo los cientos de seguidores radiales de todas las generaciones, depositarios de las agudezas, el humor y la fantástica información que El Flaco crea y recrea en sus crónicas matutinas. Pero él es así de pinchado. (Editado en Cali por Expresión Viva Ltda., 2017)

 

 

 

8.Cuentos cortos para esperas largas

 

 

Dar de leer, de disfrutar, pensar y debatir, ese debería ser el lema de la Corporación Cultural Casa Creativa, que en el marco del interesante Cuarto Festival de Literatura ‘Felipe’ –siempre nos preguntamos si es que hay algún ‘felipe’ en la familia de las curadoras del festival–, obsequió por doquier el antólogo con los ganadores y participantes de su concurso de cuento: Cuentos cortos para esperas largas, volumen cuatro, para llevar en el bolsillo a cafés o trancones, todos los cuentos muy divertidos que en su conjunto denotan la persistencia de la influencia caicediana en nuestros jóvenes narradores, y en otros casos post costumbistas, pero alejados del cuento realista-fantástico.

El  volumen nos ha demostrado algo adicional: atendiendo a convocatoria y participación, para nosotros tenemos que en la ciudad se consolidó desde Casa Creativa– sorpresivamente un concurso de cuento nacional y participativo.

Reiteramos una pregunta que llovió por redes: “¿Dónde podemos conseguir la colección completa?”.

 

 

 

7.Una Parola Come Casa (Una Palabra Como Casa)

 

 

Raffaele Editori, en Rimini, Italia, publicaron este año en edición bilingüe la que consideramos traducción del año, esta obra de Giovanni Gómez, que implica un nuevo paso en la carrera poética de un autor comoquiera que exige la confrontación de sus versos versionados –no es pleonasmo– en una lengua ajena, retado a la legibilidad universal en esta publicación cuyo traductor fue Gianni Darconza:

 

IMPACIENCIA
Para que mi vida no se separe del cuerpo

concédeme a lo largo de este silencio

una manera de verme

ahora que el abandono dice un destino

ahora que las heridas mortales

participan de esos días en los cuales volvemos a cantar

 

IMPAZIENZA
Affinché la mia vita non si separi dal corpo

concedimi lungo questo silenzio

un modo di vedermi

adesso che l’abbandono dice un destino

adesso che le ferite mortali

partecipano di quei giorni in cui torniamo a cantare

 

 

6.‘En La Escena Nos Vemos’

 

 

 

No queremos dejar pasar las 5 Antologías literarias del proyecto ‘En La Escena Nos Vemos’, de Asociación Cultural Y Teatral El Paso e ICBF. Dice en el prólogo el dramaturgo César Castaño que, reconocemos, ha sacado adelante un proyecto nacional digno de replicar, a través del teatro para prevenir del acoso escolar, impactando comunidades con el arte: Un proyecto de escritura hecho a base de fragmentos, de cotidianidad, que atravesados por el universo simbólico de los participantes sobre su manera de percibir la realidad que les circunda en relación al acoso escolar, configura un capítulo creativo desarrollado en las ciudades de Neiva y Bucaramanga, dos contextos que, aparte de la conexión del calor de sus climas, están unidos por una problemática común y la posibilidad de hacerle frente desde las prácticas artísticas y creativas, teniendo como protagonistas a los mismos estudiantes”.

Las historias y poemas escritos por niños y jóvenes de estas ciudades, en muchos casos víctimas y victimarios del bullying, vienen acompañadas por las ilustraciones de la diseñadora Eliza González. (Asociación El Paso – ICBF, 2017. Impreso en Litoger, Pereira).

 

 

5.Klepsidra Editores

 

 

 

Para el cambio de año Klepsidra podría saltar de la treintena de ediciones a las cuarenta, pues es bastante lo que se trae para el 2018 la editorial de John Jairo Carvajal y secuaces.

En el 2017 golpeó sin cesar con variadas ediciones, tanto de su Línea comercial como de su línea de promoción literaria. Poesía, ensayo, novela, testimonio… Klepsidra no descuida todos los frentes, y a fuerza de aumentar su volumen (de volúmenes) ha conseguido uniformidad de estilo gráfico que contiene sin esfuerzo diversidad literaria, pues va sin dificultad  del ensayo académico a la poesía erótica y la narrativa.

Registramos cuatro golpes que lanzaron este año, venciéndonos por K.O. y llevándose por ahí derecho el honor de editorial del año: en poesía, Sandra Romero y Silvia Valderrama con sus poemarios ‘Memorial de la amante’ y ‘Mis huesos son ajenos a mi nombre’, respectivamente. En ensayo, el interesante trabajo de Juliana Javierre sobre la obra epistolar del cubano José Martí, que trae toda la factura de la academia javeriana.

Y la segunda edición (¿o debiéramos decir ‘primera reimpresión’?) de la interesante narración testimonial ‘Secuestrado por una nazi del siglo XXI’ de Antonio Patiño Muñoz. Esperamos con alegría los títulos prometidos de Diego Alexánder Vélez, Hugo Oquendo-Torres y Amanda Sahara, entre muchos más.

 

 

4.“Traviesa” de versos

 

 

El año recibió releases poéticos para todos los gustos: John Harold Giraldo fue publicado por la fundación Arte y Ciencia en Medellín con su poemario Poemas Sin Prisa. Presentado en la casas museo Otraparte en Envigado, y en varios escenarios en Pereira (Feria del Libro, Biblioteca Ramón Correa). A base de cortas estrofas, redondas, casi epigramáticas, el docente e investigador a cabalidad que es Harold acertó con un cuadernillo fresco, con momentos de alta emotividad.

Alan González se salió con la suya en un intenso –mas no extenso– poemario llamado Noche En Tu Silencio, que después de leerlo, admitimos, queremos más, pues sabemos que este creador tiene mucho por delante tanto como poeta, narrador y dramaturgo –esperemos que vuelva a la escena con textos y actuando–.

Y Hernán Mallama Roux, acertadamente publicado en Caza de Libros, en las impecables, sobrias y accesibles ediciones a las que no tiene acostumbrado ese mecenas-mago que es Pablo Pardo divulgando valores poéticos a lo largo y ancho del país literario. Estos fueron algunos de los nombres aparecidos, con seguridad se nos quedan algunos por fuera.

Terminamos con un breve muestrario de cada uno de estos tres amigos en el oficio de la cacería de la imagen y la música. De Giraldo reproducimos un poema tríptico que a él le encanta leer en recitales:

 

Poema anarquista

Después de hacer el amor contigo

Quedo sin estado.

Poema capitalista

Sacias todas las aperturas del mercado

De mi solitaria empresa.

Poema comunista

Cuando coincidimos

En el mismo sentido

Hemos repartido de modo equitativo

Las riquezas que nos pertenecían

A la causa de esta conspiración.

 

De Alan queremos presentar esta estrofa del poema que da nombre al libro que no nos deja de fascinar desde que llegó a nuestras manos, que propone una contundente poética de ciudad, de los dramas íntimos, del domingo:

 

“Otro maullido,

tantos árboles y gente

en las calles ciegas donde solo llegan las balas

o varados en los cafés, en los bares

encerrados en sus colmenas del delito

son luceritos colgados de la ventana,

viento, viento y delirio.”

Y de Mallama, de cuyo acabado y sólido cuaderno no sabríamos qué desmembrar, tomamos al menos el arranque de su poema Despedida:

“Mis huesos jamás alcanzaron la talla de los árboles

mi piel no fue corteza fermentada

ni mis respuestas suficientes para

sembrar una nueva historia.

 

En la noche compartí el insomnio,

la desnudez,

pero no la inmensidad.

 

El viento camina por entre las ramas

silbando una canción plateada,

siempre más filosa que la ausencia.”

 

3.Calle esos ojos, de Juan Antonio Escobar (y Rodrigo Grajales)

 

 

 

Habemus relator, podríamos afirmar, porque nos ha llegado al fin el cuentista. Y bajo la dirección  Artística de Cristian Orozco (artista visual y bajista de Los Murdock), ha salido un nuevo libro de cuentos de Juan Antonio que aplaudimos porque es la concreción de una llave exitosa de creadores (Escobar-Grajales) que demuestra que un libro a cuatro manos donde las historias son trasladadas a lo fotográfico no solo es un experimento, sino una necesidad en lo editorial. ‘Calle esos ojos’ fue presentado en la flamante biblioteca del Centro Colombo Americano de Pereira.

Ya nos había sorprendido Escobar, profesor del Liceo Pino Verde, ex catedrático universitario, investigador, honrado aprendiz de la política –deshonrosa–, con el anterior libro de cuentos de 2011, Relatos de Infortunio, que también traía fotos de Rodrigo Grajales.

Escobar suda humor –esto no es un juego de palabras–, no sólo es un placer escucharlo y recibir sus agudezas políticas y sus suspicacias orales, sino también encontrar en el narrador un cuento diáfano, sincero y sencillo –sin artilugios retóricos o de la teoría cuentística– sino profundas historias que se centran en lo humano, ante lo cual es escritor desaparece como el buen director que se oculta en la penumbra y confía en la actuación de sus personajes.

Junto a otros nombre como José Hoyos o Jaime Ballesteros, este Juan Antonio descolla como cuentista inteligente, con un atinado ojo para el factor H, o sea el humano, tan abandonado por los cuentistas de fórmula que se enzarzan en la peripecia y el metajuego con la estructura.

En el prólogo al libro dice Andrés Duque: “El escritor y el fotógrafo, junto a los cuentos nos ofrecen un sentido recorrido por sitios, donde ciudad y amigas se unen. El resultado, una obra desde el lenguaje, que incorpora la fotografía como parte de una contextura estética, tangible. Incluso sirve a manera de guía por cafés y casas, calles y recuerdos de la ciudad añorada”. (Liceo Pino Verde, 2017).

 

 

2.El Recetario de Don Miguel Loaiza

 

 

Sabemos que la Areandina golpea poco en las lides editoriales, pero sí que atina cuando sabe hacerlo en su momento. Tenemos el grato recuerdo de un libro completísimo acerca del Lago Uribe. Ahora otorgamos a la citada universidad un punto, no, mejor: se anotan el home run en el ámbito del rescate literario con el Recetario de Don Miguel Loaiza.

Presentado el 1° de mayo en la reciente versión de la Feria del Libro de Bogotá, y comentado por muchos, tanto en Pereira como en La Florida, corregimiento donde habita Don Miguel, el libro es el recate de las cientos de recetas que este sabio de vereda acumuló y redactó durante décadas (casi decimos “durante casi un siglo”) a base del aprendizaje, investigación y experimentación in situ, de fórmulas  de medicina tradicional que cubren un amplio espectro de enfermedades y dolencias.

El mérito en concreto se lo lleva el Proyecto Color Colombia (enfocado al diseño responsable) del Semillero Tambo, de la Areandina, de este y del sentido de esta obra tomo lo que se dice en su contratapa: “adscrito al grupo de investigación DICART de la Facultad de Diseño, Comunicación y Bellas Artes de la Fundación Universitaria del Área Andina Seccional Pereira, ha creado este libro con el objetivo de conservar las memorias de Don Miguel Loaiza, curandero y personaje representativo de la vereda La Florida ubicada en la cuenca media del Río Otún, Pereira. Los lectores encontrarán las recetas de medicina natural originales del manuscrito de Don Miguel”.

Junto a la docente tutora María Isabel Isaza Echeverry aparecen como coautores: Juanita Blandón, Laura Grisales y Juliana Manzur (impreso en Bogotá, abril de 2017).

Y para la muestra… estas recetas que a muchos nos puedes ser de utilidad:

  1. Para el dolor en los testículos: 5 gramos de gromo blanco, 1 lulo partido en cruz. Tomar 3 veces al día.
  2. Para los desarreglos de los periodos menstruales: 5 gramos de la planta llamada Virgen, 5 gramos de politaria. Tomar 3 veces al día.
  3. Para preservar la casa de pestes: tomar altamisa florecida, cortar lo más cerca de la raíz, coger ruda en la misma cantidad, córtela lo más cerca de la raíz, luego una los dos manojos y cuélguelos en un copo amarrados con alambre, colóquelos lo más alto que pueda lo más cerca de la puerta principal.

Las recetas vienen acompañadas por ilustraciones de la flora medicinal y otros detalles que dan cuenta del talento gráfico de la mencionada facultad.

 

 

1.El tiempo en zigzag, filosofía en aforismos.

 

 

No somos los primeros en afirmar que es el momento justo del pensamiento de Julián Serna Arango, filósofo, poeta y docente de la UTP e invitado a disertar en otros tantos claustros del mundo. En éste su séptimo libro de aforismos, el pensador y escritor aparece más decantado, exacto e irónico que nunca. ¿Y cómo no? Su apropiación del género aforístico ha confluido con la madurez de su pensamiento que a quienes pasamos por sus clases no nos dejó incólumes en la franca tarea del pensar.

Concluimos este hit parade de aciertos literarios observando en el libro de Serna una incitación macabra al uso ‘económico’ –le decimos en un sentido gramatical, no en el ámbito capitalista que Julián aborda en su libro– del lenguaje; porque sabemos que los filósofos han abusado siempre de nuestra paciencia y nuestro tiempo, y las ideas, cuando buenas, no requieren de más de un párrafo para su sustentación.

Julián, por demás, viene a demostrar, completando el cuadro, que Pereira tiene ya suficientes cultivadores del género aforístico como para poder afirmar que ante el género en cuestión nuestros escritores no han sido negligentes; incluimos pues a Serna en la disidencia aforística junto a Héctor Escobar  Gutiérrez, Rodrigo Argüello y un tal ‘Hacheve’.

Finalmente, las temáticas del libro reflejan la comodidad con la que se debe mover un hombre que piensa, moviéndose en sus reflexiones desde la ciencia, la tecnología, la economía, la realidad misma, hasta la ontología, el lenguaje y los campos de la autocrítica del acto mismo de aforizar –si se nos permite inventar esta palabra–. (Anthropos Editorial, Barcelona, 2017).

*“El hombre es autónomo cuando miente”.

*”El azar y la necesidad. El último de los maniqueísmos”.

*”Un cambio climático de más o de menos en la era terciaria y la especie elegida sería otra”.

*”El tiempo lineal y la realidad objetiva. Las piezas más valiosas del museo de la física”.

*”El hombre que reprime la emoción es un sicópata si piensa y un reptil si no piensa”.

Un pequeño descubrimiento

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Después de muchos años de trasnocho e incomodidad por las ruidosas fiestas que vecinos hacen, he encontrado una solución que quiero compartir con todos ustedes. Una manera de poder sentirme nuevamente arropada por el silencio y la oscuridad.


 

 

 

 

Crecí en el barrio Los Álamos, arropada por el silencio y la oscuridad. Luego me fui y cuando regresé, Pereira empezaba a cambiar velozmente.

 

Cuando vivía en Los Alpes, mis noches estuvieron llenas de batallas contra aquellos que, desconsideradamente, parqueaban vehículos en las bahías y, con el volumen de sus reproductores a tope, bailaban en plena calle.

 

 

También, en el edificio donde vivíamos, el vecino de abajo hacía ruidosas fiestas que siempre iniciaban al amanecer y se prolongaban hasta el mediodía. Yo creo que pertenecía al hampa, porque en esas noches de desvelo podía oírlos narrar historias criminales, mientras se llamaban los unos a los otros por apodos como “Tomate” o “Guaro”.

 

Con el anhelo de recuperar dos derechos que considero fundamentales, la oscuridad y el silencio, luché a brazo partido por vivir en el sector rural. Y lo logré hace diez años.

 

 

 

Falsa ilusión. La paranoia de quienes habitan estos condominios hace que llenen su vida de odiosos reflectores, con la idea de ahuyentar a los ladrones.

 

No obstante, la propagación de la luz se evita de maneras más sencillas que la del sonido.

 

Pero lo del ruido aquí, los fines de semana, es a otro nivel. Hay de todo. Desde la señora caída en desgracia económica, que usa su antigua vivienda de recreo para montar un bar improvisado en donde promociona desconocidos cantantes; hasta las fiestas de música electrónica, interminables como las “peperas” que las acompañan.

 

 

 

Están los vallenatos y los mariachis, cuyas representaciones vienen en “paquete” con estridentes silbidos, alaridos y hasta pólvora. Pero, de todos, los peores son los karaokes.

 

En ellos, cuarentonas de todas las tallas cantan a grito herido La Maldita primavera, mientras intentan resarcir su frustrada carrera de cantantes.

Todo ha sido inútil. Especialmente las llamadas a la policía, que seguro se debate entre la impotencia de atender tanta contravención y la necesidad de dar trámite a temas “más importantes”.

 

 

He intentado mantenerme coherente y bregar por todos los medios para que se cumplan las normas, porque creo en la fuerza del propio ejemplo y en la necesidad de que todos nos transformemos para convivir mejor.

 

No obstante, en cuanto al ruido, me declaro derrotada. Las interminables noches de insomnio me han llevado a vivir en un “mundo paralelo”.

 

Deambulo entre dormida y despierta, y no pocas veces he estado a punto de chocarme, producto de la falta de concentración a la que induce el trasnocho.

La conclusión necesaria es que debo cambiar, antes que esperar a que el mundo alrededor se vuelva más civilizado; y, por tanto, he aceptado ponerme unos tapones de oídos.

 

 

Lo he hecho con la mezcla entre renuncia y alivio con la que, supongo, a la persona incontinente le llega el momento de usar los pañales (¡y que me perdonen los incontinentes!).

 

El mundo alrededor ha perdido importancia. Que allá afuera compitan a ver quién grita más duro, ¡yo solo necesito dormir!

 

He encontrado el nirvana, y quería, sencilla y generosamente, compartir mi pequeño descubrimiento con todos ustedes.

 

María, señorita, muy María

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El cineasta boyacense Rubén Mendoza ha dado con la historia de su vida. Un ser del campo, un sujeto parecido a un señor, pero quien encarna la vida de una mujer. La señorita María le ofrendó su intimidad y situación para que la dispusiera en una de las mejores películas colombianas de este año.


 

 

 

 

 

Título original: Señorita María: la falda de la montaña

Colombia, 2017, 90 min.

Dirección, guion y fotografía: Rubén Mendoza

Voces: María Luisa Fuentes, Ana Isabel Bonilla, María Tránsito Sánchez, Gratiniano Cabrejo, Ana Dolores Mesa.

Música: Augusto Galvis

Productora:     Dago García Producciones / Cine Yunta

Género: Documental.

 

 

 

 

 

 

 

 


 

 

El territorio que corre por entre las montañas y las faldas de colores evidenciadas por la señorita María, hacen parte de unas geografías casi vírgenes en términos audiovisuales, tan poco exploradas como la identidad y la diversidad sexual en el cine de la nación.

Colombia, desde sus entrañas, se ha venido visibilizando, y muchos personajes, reales y ficticios, vienen poblando secuencias, acciones memorables, rostros difíciles de olvidar, lugares que se quieren visitar y reconocer, e historias cuyos pactos hacen que tendamos puentes para la memoria.

María, una mujer religiosa, en el cuerpo de un campesino arador de la tierra, cargador y cortador de leña, sembrador de maíz, un incansable amante de su trabajo, es un rostro, una narrativa, un tema, un desahucio, un abandono, un ser dulce y malgeniado, bonito y fracturado, que se queda entre nosotros como una melodía que no se despega.

La señorita María se convierte en una historia de desarraigo y pertinencia.

 

 

Su símbolo como un ser cuyos ejes de la vida es no encajar, va ofreciendo su humanidad, su voz entrecortada. Su delicada manera de sentarse se conjuga con su fuerza, con la que levanta un bulto, también con el entusiasmo de presenciar el nacimiento de un ternero, con el privilegio de bañarse en las venas de la montaña.

Luego, deambula por Boavita, las calles del municipio, entre murmullos de los habitantes, estigmatizaciones y una que otra aceptación. Se le ve rezando con tanta devoción como cuando tira semillas para luego recoger lo sembrado. Muy María.

Su pujanza emblemática es poseer faldas donde los hombres se ponen pantalones, su determinación es de macho y su capacidad es ser lo que la naturaleza le otorgó. La señorita María, no sólo va en contracorriente, sino que, asume su rol, con una dignidad que nos emociona.

 

 

Las plataformas de estreno y festivales la han sacado de su cotidianidad, y ya no tiene la luz del fuego como forma de compenetrarse con la oscuridad, sino que estallan frente a ella las obturaciones y flashes de las cámaras que la persiguen. Pero eso son estelas, desde luego mucho ha cambiado desde que dejó de ser una persona anodina, y hoy es nombrada en revistas, comentarios periodísticos, invitada a eventos y a otra serie de hechos que la ponen en un escenario diferente al de sus días en el lugar donde nació.

Boavita es un sitio recordado porque allí mismo surgieron los Chulavitas (el nombre de una vereda) o los Pájaros, que en ese periodo de la llamada guerra entre liberales y conservadores (que aún se extiende), asesinaron a más de doscientas mil personas.

Ahora, también estará presente por la historia de la señorita María Luisa Cifuentes de 45 años. Los lugareños no dejarán de rumorar su figura, ya tiene un lugar en los pensamientos de sus habitantes como en quienes vemos la película.

 

Director del documental: : Rubén Mendoza

 

Se filmó una película, similar en su nombre: María llena eres de gracia, exhibida en el 2004, que nos mostró el drama de los migrantes, ahora tenemos el quehacer de mujeres en cuerpo ajeno, y en sitios, donde es más complejo asumir una identidad sexual abierta.

Rubén Mendoza, nacido en Boyacá, es quien comanda, armado de paisajes, con unas luces entre divinas y misteriosas, como las de un arco iris esplendoroso, un agua fluyente, un fuego que se prende para la paila, un juego de sombras y unas voces de personas humildes, quienes nos van construyendo la idea de ese sujeto parecido a un señor, pero quien encarna la vida de una mujer.

El proyecto cinematográfico es todo un éxito, le ha provisto transformaciones a la señorita María: salió de sus aposentos, vistió para las luces de las cámaras, habló por micrófonos, ha sido una actriz famosa, e intercambia sus faldas con atuendos para los momentos de iluminación ante los ojos del mundo.

 

 

Mendoza ha dado con la historia de su vida. Y la señorita María le ofrendó al cineasta su intimidad y situación para que la dispusiera en ese lienzo, donde se dejó dibujar, donde la vemos florecer, y en el que entramos a sus micromundos, un contexto lleno de magia, como la montaña, vestida con telas.

Sus botas pantaneras, en nada le riñen a sus faldas, de hecho los colores de sus telas para cubrir sus piernas salen tan adecuados para la tierra que pisa, como su decisión solemne de ser una señorita, independiente de cualquier otro comentario.

El cine colombiano madura con propuestas de este tipo, que calan entre el público y oxigenan con historias que nos mueven y tocan las fibras del sentir.

 

Las hermanas Gómez beben agua en tiempo de paz

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Pereira fue el último destino al que llegaron estas damas con los sueños todavía intactos, aunque sin algunos miembros, como los esposos de ambas y algunos hijos fallecidos en el tiempo. Su idea era comenzar de nuevo y en paz. Así se enamoran de la Perla del Otún, las calles, los puentes, el aire, el agua y la gente que encuentran sumamente amable.


 

 

 

 

Fotografías: Diego Val.

 

 

Son dos señoras muy amables, tanto, que su dulzura se nota en la forma de mirar, hablar y de atender a los demás. Se trata de las hermanas Alicia y Aydee Gómez Correa de 74 y 76 años, que viven en Pereira hace casi 3 décadas, y esto, después de haber vivido en El Darién, Valle del Cauca, de donde son oriundas, luego en Manizales, Chinchiná y ahora, la capital de Risaralda.

Pero estos saltos de vivienda no son a propósito, sino estadías temporales luego de varios desplazamientos forzados por la violencia bipartidista de la Colombia de los años 50, que obligó a la familia Gómez Correa a dejar 3 fincas, decenas de cabezas de ganado, una tienda y varios enseres útiles para subsistir.

 

 

―Salimos del pueblo metidas entre canecas, y camufladas entre materiales de construcción. La situación era difícil.

Pereira fue el último destino al que llegaron estas damas con los sueños todavía intactos, aunque sin algunos miembros, como los esposos de ambas y algunos hijos fallecidos en el tiempo. Su idea era comenzar de nuevo y en paz. Así se enamoran de la Perla del Otún, las calles, los puentes, el aire, el agua y la gente que encuentran sumamente amable.

Compran una casa en la carrera 3 con calle 21 que por fuera es común y silvestre, pero al ingresar está bellamente decorada según temáticas navideñas: el pesebre, cuadros de santos, guirnaldas, ventanales de madera y muchas plantas, que son las hijas predilectas de las hermanas Gómez.

 

 

―Yo nunca agrego aditivos a las plantas para que crezcan. Solo el agua que recojo de la llave, porque es un agua que usamos incluso para tomar todos los días. Solo mezclo agua oxigenada para hacer una especie de pesticida, las riego y así las cuido.

Dice Aydee que desde hace 22 años aprendió enfermería en un curso a distancia del Instituto Pro-educación de Latinoamérica, y que trata a las plantas como si fuera hijas, porque recuerda que, en El Darién, en los extensos terrenos donde vivía con sus otros 7 hermanos, acostumbraba a ir a los lagos por agua, ahora dice:

―el agua llega a nosotros, como han cambiado los tiempos.

 

 

Y lo dice pausadamente, sin nostalgia, pero alegre por tal cambio en las viviendas de la ciudad. Al indicarle que el agua de Pereira es la más saludable porque la cuenca del río Otún, abastece el 78% del consumo en el departamento, y la empresa de Aguas y Aguas asegura que sin preservar esta fuente no hay desarrollo en la región, doña Aydee desaparece de la sala dejando un aire de expectativa.

Pero mientras llega, -porque no es normal que desparezca así- la hija de Alicia, Martha Torres Gómez, que viene del municipio La Celia a pasar navidad con su madre, enciende su celular y abre el internet para comprobar lo que está oyendo.

 

 

Teclea en Google “Mejor agua de Pereira” y el primer resultado en el buscador es la web de Aguas y Aguas de Pereira y más abajo títulos como “El agua de Pereira si se puede tomar de la llave” y una nota académica de la Universidad Tecnológica de Pereira (UTP) llamada “Aguas y Aguas mejor empresa de servicios públicos”.

Luego Aydee regresa con dos vasos de agua para sus invitados, y todo se aclara, pues desapareció para seguir en su espíritu de servicio; viene con una sonrisa infantil y comentando que la cocina es uno de los patrimonios familiares que no puede olvidar, ya que cocinar une a la familia. Y hace silencio, cuando Alicia, su hermana, le recuerda que por eso sufrió sobrepeso hace años atrás.

Y no se olvida, porque no solo fue sobrepeso, sino que le detectaron hemofilia y cirrosis hepática y en la clínica de la Policía Nacional, en el departamento de nutrición y dietética, le recomendaron, entre otras cosas, tomar líquidos sin dulce, especialmente agua según prescripción médica.

 

 

―Yo tomo entre 4 y 5 vasos de agua diarios. El agua en el supermercado es costosa. Por eso bebo directamente de la llave, y no he tenido ningún problema.

Y es la dieta que se ha encargado de tenerla revitalizada y con buena salud durante mucho tiempo. Así bajó en poco tiempo algo más de 10 kilos y por eso ha puesto su fe, primero en Dios y luego en el líquido vital.

Mientras dice esto, Alicia teje una colcha a mano con la técnica croché. Tiene el tiempo, entretanto se turna con su hermana para cocinar, aunque, según sus palabras, Aydee prefiere lavar los platos. Y así ha podido enviar algunos tejidos, colchas, mantas a Estados Unidos para sus hijos, que se han ido con sus propias familias, y ahora viven tranquilos y prosperando, aunque siempre deseosos de regresar a Pereira.

 

 

 

 

Martha observa todo el vaivén y sienta a su madre Alicia y a su tía Aydee en la sala principal y les indica, después de leer lo que investigó en Google, que ahora por medio del celular pueden hacer cualquier consulta a la empresa de Aguas y Aguas de Pereira por medio de su aplicación “Aguas Más CERCA”. Y tímida, Aydee toma el celular y comienza a moverlo, porque, aunque no desconoce la tecnología, siempre sus hijos han querido que aprenda para así comunicarse por correo, video, o mensaje.

 

 

―Una vez llamé al 116, y fue porque estábamos haciendo el cambio de tubería en esta casa y la empresa nos mandó unos trabajadores para asesorarnos, especialmente con los contadores.

 

 

Y también agrega que avisaron previamente por la página web de la empresa de un corte de agua en la comuna centro, pero la empresa suplió el desabastecimiento con carros cisternas. Y Aunque Aydee o Alicia van a pagar la factura del agua puntual y caminan hasta las oficinas en La Torre Central PH, ahora conocen que hay otras formas para hacer sus pagos, sea por la misma página o por medio de la aplicación “Agua Más CERCA”. Así, aseguran, tendrán más tiempo para sus quehaceres personales o pasar más tiempo disfrutando de la navidad.

Porque ahora la familia está más unida gracias a la fe en Dios que les ha permitido vivir en tiempos de paz, y en esa línea de gratitud su casa es un lugar donde conservan la calma de su espíritu y manifiestan esta devoción. Aydee se dirige hacia uno de sus cuartos donde está la camilla médica que utilizó para sus pacientes, algunas maletas que le recuerdan sus viajes de un municipio a otro, y una organeta mediana cubierta con la bandera de Colombia, porque piensa que ese instrumento, y cualquier otro que produzca música, puede sanar integralmente al país.

 

 

La tarde cae y Aydee, Alicia y su hija Martha, consideran que un día después de aprender algo es un día fructífero, ya que entienden que la vida consiste en lo que edifica y une, y la empresa Aguas y Aguas de Pereira, está más cerca de ellas en su nuevo hogar, por medio del servicio continuo, la atención inmediata, y la calidad humana que han encontrado en respuesta a sus demandas.

 

“Koalixión 4K”: el paso que le faltaba a la cultura rap de Pereira.

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Cuatro solistas y dos dúos han unido fuerzas, talento, lírica y beat para llevar sus sonidos más allá de las fronteras de su ciudad de origen. Esta es la historia de un nuevo colectivo musical que se proyecta profesionalmente a nivel nacional e internacional.


 

Fotografia: Diego Val.

 

Hay coaliciones musicales dentro del mundo de rap, que además de ser una convergencia de fuerzas, talento, lírica y beat, son también, en algunos casos, sellos discográficos: Wu-Tang Clan en Estados Unidos; Buddha’s Family en Puerto Rico; Cali Rap Cartel en Cali; Join Solid en la ciudadela Cuba, entre otros.

Y ahora, más que clásica y más que un sello, surge Koalixión 4K en Pereira. Una familia de raperos locales, que, con la visión de transcender desde lo urbano se proyectan musical y profesionalmente a nivel nacional e internacional.

 

Fotografia: Diego Val.

 

En esencia son cuatro solistas: Adrián Alzate, Belforth DJ Bee, Dark-Mc, Liocse Mc. Y dos dúos: 7Sent y Malu 2 Eskinas. Y es, una unión de fuerzas que no es azarosa sino planeada al detalle, teniendo en cuenta -según ellos- que se hacía necesario dar un paso más adelante en la cultura Hip Hop en Pereira, para ir a la vanguardia musical de otras ciudades del país que también tienen trabajos de mucha calidad.

Así, antes de la conformación de este huracán musical -exactamente el 16 de Julio de 2017– se hizo necesario entre ellos el delimitar aspectos claves, “ya que la excelencia lo es todo”.

 

Fotografia: Diego Val.

 

Primero, reconocer el talento hip-hop en la escena pereirana; segundo, confirmar el recorrido musical de cada artista o grupo; y tercero, unir pasiones para que Pereira, sea reconocida a nivel nacional por medio del rap, sus estilos y sus representantes.

Así Koalixión 4K, como un homenaje a la ciudad, lanza por internet el 22 de noviembre el videoclip: “Pereira Representa” porque según el grupo, “la ciudad lo necesitaba” y era “casi una obligación de amor a Pereira y a la música”.

 

Fotografia: Diego Val.

 

Video Promocional de Koalixión 4K

 

Lo cierto es que al ver el video se puede apreciar la calidad del arte visual, el progreso lírico de cada artista, además de la intención de mostrar la ciudad en toda su dimensión. Desde lugares icónicos como la plaza Ciudad Victoria, El parque Simón Bolívar y el Viaducto “César Gaviria Trujillo”, entre otros sitios subways donde grabaron, y que, en cierta forma, también son parte de la urbe en toda su extensión.

 

Fotografia: Diego Val.

 

Un aspecto interesante para destacar dentro de esta iniciativa musical es, que la esencia de cada uno de los intérpretes se mantiene, a pesar de que algunos, ajenos al grupo, consideren que cada estilo puede verse afectado. Antes bien, la línea del rap Hardcore se ve marcada en Koalixión, como un estilo que transciende del género Underground.

Así cada uno, según su lírica, se hace las preguntas correspondientes: ¿cómo quiero cantar?, ¿qué es lo que quiero musicalmente hablando?, ¿Para dónde vamos como familia o grupo?

 

Fotografia: Diego Val.

 

Respuestas que se dan en las canciones, y que claramente desembocan en una construcción de cada uno como persona, y a nivel grupal, demuestra calidad, talento y hermandad.

“No es algo muy lineal, sino que cada uno muestra lo que hace con madurez” asegura Belforth DJ Bee, solista y tercer integrante de Malu 2 Eskinas. “Cada uno tiene sus proyectos en el cual están invirtiendo dinero, fuerza, talento, pero no estamos mirando el bien personal, sino lo colectivo, es decir, la Koalixión”.

 

Fotografia: Diego Val.

 

Y esta voz, que es una entre todas las del grupo, y que habla por ellos, deja en claro que están consolidando esta unión de fuerzas con madurez, sin importar que sobresalga alguno de ellos, porque si gana uno, ganan todos, y si ganan todos, gana cada uno de forma individual.

La primera presentación con la cual marcaron territorio fue en el “Festival Cam” en el municipio de Dosquebradas. Este escenario fue la punta de lanza para comenzar con las metas de volar y aparecer en el mapa nacional e internacional. Y ¡Enhorabuena! Ya que pisaron duro.

 

Fotografia: Diego Val.

 

El público de camisas y pantalones anchos, gorras, botas y bandanas, que hizo presencia en este evento, pudo verse satisfecho, ya que después que cantaron, se sintió en el aire el deseo de esperar más canciones de esta Koalixión que promete.

Koalixión 4K tiene algo claro: están sintiendo los latidos de la ciudad respecto a lo que está sucediendo, y le apuntan a eso con rimas de calidad y con seriedad y profesionalismo.

 

Fotografia: Diego Val.

 

Con su arte lírico y sus nuevas propuestas, se abren paso a paso en la escena del Hip Hop nacional, no tanto para hablar de ellos, como de representar la ciudad de Pereira con altura, porque en la Perla del Otún hay rap del bueno, rap que es huella, rap hecho con sangre y lágrimas.

 

He aquí el estribillo de la canción lema del grupo:

 

Escucha como representa, como se fomenta, esto de la verdadera unión.

Siente como se conecta, música selecta, es el sonido que alimenta la revolución.

Formados como guerreros vamos, rapers en las calles una sola voz.

Desde Pereira vamos sonando, por el mundo entero con una misión.

 

Fotografia: Diego Val.

El río que fue, es, y seguirá siendo testigo de nuestro pasado

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“El río fue testigo” es la más  reciente novela de  Ángel Galeano Higua,  publicada por  Sílaba Editores de Medellín. Es una obra que nos invita a no olvidar,  y a ser testigos históricos desde la literatura, de los horrores que marcaron a varias generaciones de colombianos.


 

El río fue testigo

Ángel Galeano Higua

Sílaba Editores

Colección: Trazos y Sílabas

Novela

2017

Pág. 352


 

 

Colombia es una tierra de gente amable, hombres y mujeres luchadores dispuestos a hacer lo necesario para alcanzar el país que soñamos, pero lamentablemente no es solo nuestro empuje lo que nos define como nación, también es la cruda marca de la violencia que ha dejado en todos nosotros este conflicto armado, que por fin parece acabar, y es en este aparente final de la guerra cuando lo más importante es  hacer memoria y recordar.

Esto es lo que nos cuenta Ángel Galeano Higua en su novela “El río fue testigo” (2017) de Sílaba Editores de Medellín.

Una obra que nos invita a no olvidar,  y a ser testigos históricos desde la literatura, de los horrores que marcaron a varias generaciones de colombianos. Narraciones de gente humilde, trabajadora, orgullosa de su patria, pero curiosamente extraños en su propio país; colombianos de “pies descalzos” llegados al Magdalena medio, con poco más en el bolsillo que su buena voluntad, sus sueños y el deseo agrícola de trabajar la tierra, labor que en cierta forma trajo progreso en esa región del país.

 

Extraída de: En Cuentos.

 

Galeano Higua nos transporta a momentos crudos y difíciles, desde y con una narrativa sobria, melancólica, armoniosamente descriptiva, poblada de escenarios vívidos casi calcados con letras y extraídos de los paisajes del río, la selva y la naturaleza en general. 

Aunque es obvio, como toda buena narrativa, también este libro contiene personajes tan naturales y propios que son dignos de la identidad de nuestro país.

 

ngel Galeano Higua. (Bogotá, 1947) Estudió Ingeniería Eléctrica en la Universidad Nacional pero prefirió la literatura y el periodismo. Extraída de: Fundarte y Ciencia

 

Ángel Galeano Higua  es ingeniero eléctrico de formación, aunque se concibe a sí mismo como un “aprendiz  de escritor” o un colombiano emprendedor como tantos en nuestro país, y que nos cuenta su historia, la  de su esposa e hija;  que nos narra acerca del futuro que intenta construir para ellas junto a la orilla del río Magdalena.

Una  historia que de una u otra manera puede ser la de todos, porque todos en algún momento hemos sido victimas del conflicto armado de nuestro país, ese mismo  por el que seguimos luchando hasta alcanzar la nación deseada.

Es por eso  que “El río fue testigo”, se convierte en una obra referente para quien desee conocer a fondo la esencia de nuestro pasado, ya que es nuestra obligación  como ciudadanos, y un deber como lectores, mantener viva esas historias de hombres y mujeres de “pies descalzos“: personas soñadoras con fe en el futuro, dispuestas a ayudar y esforzarse por sacar adelante a su comunidad; víctimas de un conflicto armado que se ha propagado a lo largo y ancho del país.

 

Extraída de: Laorejaroja

Sucesos y reflexiones derivadas de este libro publicado por Sílaba Editores, que invitan a ver la Colombia actual con esperanza  y a  luchar por un mejor mañana, tanto por nosotros como para las generaciones que tomarán la siguiente posta.

Así podemos decir que nuestra querida Colombia tiene historias dramáticas como las narrada por Ángel Galeano Higua, y que ahora son parte del pasado, o de una memoria  que no podemos olvidar si es que queremos progresar como país.