miércoles, junio 25, 2025
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Desde hace 8 años un grupo de jóvenes ambientalistas en Pereira proyecta cine desde una Caja. 

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Han entendido  que ser una caja en el cine club, va más allá de guardarse en un espacio. Ha significado entretenerse, formarse, y sobre todo, tejer relaciones de amistad inquebrantables.


 

Fotografías: Archivo Cineclub La Caja

 

 

De paso por las nuevas calles  de la rotonda recientemente construida  en el mirador del Consotá, haciendo intersección con la UTP y  cerca al edificio el Virrey, en donde reposa una de las obras de nuestro querido artista Martín Abad, sector  Cannán, nos encontramos con un espacio para el cine que, además de ser educativo, es un escenario con muchas historias que contar.

Camilo es una de esas tantas. Vive cerca al barrio la Rebeca, tiene 20 años y es cine clubista desde hace 6 en el Cine Club La Caja.

 


 

 

Todo empezó  siendo participe en la unidad de educación del Zoológico Matecaña, en un primer acercamiento  entendió  lo que era un clima tropical, un páramo, sus características en fauna y flora, en fin, toda una experiencia ética y estética.

Allí, compartió  múltiples experiencias con personas de diferentes áreas disciplinarias, lo que le permitió afianzar con mayor rigor  su gusto por la interpretación ambiental.

Coincidió con  Viviana Franco,  intérprete ambiental, que al tiempo le hizo la invitación  de pertenecer a un cine club que había comenzado ella y otros amigos en una  antigua fábrica de cajas  con la  proyección de la película “La ciudad de los niños perdidos” de Jean Pierre Jeunet.

 


 

 

Para ese entonces, el cine club ya llevaba dos años de proyección como un “parche de amigos”. En ése momento se encontraba en la Cra 5ta con calle 28, en el antiguo parqueadero “El Negro”, administrado por don gentil, y que por cierto “le hacía honor al nombre”. Los acogió por más de 4 años en diferentes cuartos de este espacio, en donde tiraban cajas al piso para ver las películas propuestas en los ciclos temáticos.

 

 

Primeros integrantes.

 

 

“La elección del ciclo todavía se hace por votación, mientras decidimos qué películas vamos a ver y quien estará encargado. La dinámica ha consistido  en vernos desde las cinco de la tarde todos los sábados, teniendo en cuenta que la proyección  es  a las 7 de la noche. En últimas, era para dialogar sobre los ciclos y comprar comida, porque comprábamos mucha comida y la cocinábamos mientras terminaba de llegar toda la gente.”

Camilo ha entendido  que ser una caja en el cine club, va más allá de guardarse en un espacio. Ha significado entretenerse, formarse y sobre todo, tejer relaciones de amistad inquebrantables.

 


La pantalla de computador

“Por mucho tiempo veíamos las películas en una pantalla de computador y le agradecemos a Choco por haber tenido esa lista de correos que nos salvó las proyecciones”

Hubo preocupación porque el video beam había sacado la mano, se dañó el foco y la reparación valía tanto  como comprar  uno nuevo. Juan David, más conocido como “Choco” era una ficha clave para conseguir uno nuevo, pues, tenía en su poder los correos de la mayor parte de las empresas a nivel regional. Trabajaba en un banco y la  propuesta era redactar una carta para hacerla viral  mediante un correo.

 

 


 

“Choco estuvo al frente de la propuesta, se planteó una especie de comité para redactarla y para nuestra suerte, Célula Films y Sayonara restaurantes, respondieron”

En una ceremonia de agradecimiento se reunieron con las dos empresas. Gracias al taller de la facultad de Artes en la UTP y a la iniciativa de la directora del Cine Club, Viviana, diseñaron placas  para donarlas entre la productora y el restaurante.

 

 


FUNDASAN

“Eran las oficinas de FUNDASAN en el parqueadero de don Gentil,  donde realizábamos todas nuestras proyecciones”

El cine club fue por mucho tiempo un proyecto de la Fundación para el Desarrollo Comunitario FUNDASAN, que se encargaba de empoderar a la comunidad en términos de sus proyecciones empresariales. Don gentil era familiar de Yohalvet Andrade, cofundador del  proyecto comunitario y uno de los  integrantes. Gracias a él, lograron conocer personas de muchos lugares del mundo.

Con esto, el cine club tuvo presencia de Serbia, Noruega, Irlanda, entre otros. El requisito era proyectar una película de su país. La más recordada por Camilo fue la película que trajo un Noruego,  “Oslo, 31 de Agosto”, del director Joachim Trier,  y otra  llamada “Una película Serbia” (A Serbian Film en inglés) dirigida por Srđjan Spasojević en el 2010. Película de terror, que Camilo  cataloga como Gore por su perturbación, ya que en escena se expone la violación de un bebé.

 


 

“Intentábamos aprender el uno del otro, ellos nos enseñaban lo que más pudieran de su país y nosotros, bueno, nosotros les mostrábamos cine”

Haciendo videos

“Casi todos se grabaron en la vieja sede de la Cra 5ta”.

En un  espacio pintado de negro y dibujado con tiza se daba la estética necesaria para darle un aire cineclubista a los videos de La Caja. La frase que más llamaba la atención decía: “Ahí tienen su hijueputa cine club pintado”, rememorando la película de Sergio Cabrera (La Estrategia del Caracol).

 

En plena realización de los videos.

 

La estructura del video iniciaba con uno de los integrantes presentando la película. Debía hablar de su lugar de procedencia, director y ciclo de cine escogido. Después, debía ahondar un poco en el tema de la película y su contexto, mientras se mostraban imágenes o escenas de la misma.

Para proponer los ciclos, interesaba  el género sobre  otros aspectos. En La Caja, en algunas ocasiones se planteó hablar de temas como el chocolate, “Yohalvet quería que viéramos películas que tuvieran que ver con el chocolate”.

Aun así, el ciclo de géneros dio para “cranearse” propuestas como la realización de videos que funcionarán como capsulas para dar a conocer el cine club. Sin embargo, aunque los géneros fueran importantes, también era imprescindible hacer ciclo de películas desde su país de procedencia, y por supuesto, cabía allí, el cine Colombiano.

 

 

Generalmente, el cine que se proyecta  en La Caja, es el cine no comercial, el de bajo presupuesto o –underground-, como lo podríamos llamar.

El Cine de Autor o Cine Arte

“Estuve muy influenciado por ‘Persona’ De Ingmar Bergman, que me la presentó un compañero del cine club y 2001, una Odisea Espacial de Stanley Kubrick”

Para Camilo, el cine cuyo contenido exprese un carácter psicológico adverso en el personaje, es principio de relación estética. Pues aquí hay introspección, nombrando a  Andrei Tarkovsky mientras se escucha una ambulancia desde la sala.

A Waking Life, Koyanitskatsy y entre muchas más, se ejemplifica este tipo de cine, transversal al género, pues muchas veces el juego del séptimo arte es con el espectador que se vuelve protagonista y no con el ente protagónico.

 

Proyección en Hostal Kolibri.

 

Ver: Hostal Kolibrí: el nido en Pereira de los mochileros extranjeros

 

 

En últimas, son otras estéticas, como  la nueva era documental, en donde no se necesita de una voz en off, es decir, una voz que narre para otorgarle la linealidad a LA producción, sino que el uso de imágenes superpuestas y la potencialidad del sonido como imagen, entran a jugar el papel de guías en el complejo lenguaje del cine. “A eso le apuntamos desde La Caja, a ese tipo de proyecciones y público”.

De Ingeniería Física a Administración Ambiental

Retomando: “Cuando salí del zoológico en el 2015, después de estar casi 4 años, entré al jardín Botánico de la UTP”

 


 

Camilo era muy bueno como estudiante de ingeniería, y aunque sus notas hablaban por si solas, la vaina iba por otro lado”. Siguiendo el camino de educación e interpretación ambiental en el Jardín Botánico de la  UTP  se vivieron experiencias con personas que tenían relación con el Santuario de Fauna y Flora Otún Quimbaya y que hacían parte de la asociación comunitaria Yarumo Blanco.

“Muchos de nosotros en el cine club sabíamos que podíamos aprender desde el cine otras cosas. Y sabemos que hay algunas que tenemos que entender desde nuestras prácticas,  para llevarlas a la vida cotidiana”

Samsara, creada por los cineastas  Ron Fricke y Mark Magidson, fue la película cumbre en la cinematografía de nuestro querido protagonista, quien la toma como una forma de apropiación ética y estética para entender la relación hombre-naturaleza.

 

Proyección en restaurante Cien de cilantro.

 

Ver: “Cien de cilantro”: una nueva propuesta de comida internacional artesanal en Pereira.

Nuevos aportes

Entre lecturas como las de Julio Carrizosa Umaña y reflexiones sobre  el cine, surge la propuesta para el simposio de administración ambiental con el semillero de eco-diversidad de La UTP. Que consistía en experimentar con estudiantes de Administración  Ambiental  las perspectivas que otorga el cine frente a las problemáticas ambientales en el mundo y en el país.

“Durante esta experiencia,  al principio se veían las caras reacias, después, cada uno de los estudiantes se iba concentrando e interesando más y más, fascinándose por las imágenes y la belleza de las películas”

 

Proyección en restaurante Cien de cilantro.

  

 

La corriente de la eco-crítica, Martha Nusbaum, el Salón Nacional de Artistas con su foco en el territorio y Patricia Noguera de Echeverry, empezaron a ser las fuentes de Camilo para fortalecer lo que sería su ponencia en Barranquilla.

Encontrar esos aspectos ecológicos y ambientales que hay en las películas es el principio que nos ha guiado también en La Caja.

Con los sentimientos para Barranquilla

“Sólo fueron quince minutos, compartía espacio y tiempo con un montón de gente desde diferentes áreas del conocimiento, como la mujer de la EAFIT, doctora en ecología, pero que trabaja la educación ambiental desde las artes. También conocí otra nena, pos-doctora en educación ambiental de Brasil”.

 

 

 

A nuestro cine clubista lo veían exponer desde la comodidad de su asiento personajes como Orlando Saenz, rector de la Universidad de Ciencias  Aplicadas y  Ambientales en Bogotá.

Era el único estudiante de pregrado de la UTP en el Tercer Congreso Nacional de Ciencias Ambientales, hubo otros entre las universidades privadas del país y por esto mismo, no se explicó como tuvo más  nervios en el momento que iba a recibir la mención a mejor ponencia como estudiante de pregrado que presentando la exposición.

La ponencia “Pensamiento complejo, a partir de visiones ético-estéticas mediadas por el cine” fue el resultado de una experiencia estética, de la relación con uno de los artes más complejos dentro de las dinámicas humanas,  y más que todo, de esa invitación hecha por Viviana una tarde de sábado cualquiera  en el Zoológico Matecaña de Pereira.

Feliz cumpleaños número ocho a los amigos de la Caja.

 

“Golombiao”: el juego de la paz 

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Sus principios son la participación activa, la igualdad, la no violencia, la no discriminación, la libertad de expresión y  el cuidado del entorno, de sí mismo y del otro.


 

 

 

¿Están los jóvenes preparados para el posconflicto? Así tituló El Espectador una de sus columnas el 6 de mayo de 2015, el que resulta ser un cuestionamiento apenas normal en medio de tanta incertidumbre.

Incluso  se puede llevar incluso a:  ¿Estamos en general los colombianos preparados para vivir sin la naturalización de la violencia y el  desasosiego?

El periódico El Tiempo por otra parte se ha aventurado con titulares alentadores como: “De escuela de tortura a territorio de esperanza” y “Proceso de paz significó llegada al tope de la montaña”.

 Que demuestran la ensoñación propia de una sociedad imaginada, como dirían los historiadores, que no entienden por completo como hay que jugar el partido de la paz pero que seguro debe ganarse.

 

Fotografia: Area Metropolitana del Centro Occidente.

 

No obstante, el proyecto de paz urge de unos actores convencidos que lideren, promuevan y mantengan escenarios de convivencia, más allá de los estrados formales o las convenciones políticas en donde se habla que si por allí, que si por allá, que la JEP, que la participación política de exguerrilleros, y un sin número de discusiones técnicas necesarias pero limitantes, que no son en absoluto dinamizadores de cambios significativos para las comunidades.

Y es que con una somera revisión a las cifras de Medicina Legal, se evidencia que en el año 2016 hubo en Colombia 731 mujeres asesinadas, de las cuales 143 fueron ultimadas por algún familiar, conocido, pareja o expareja, lo que sugiere que la violencia trasciende el monte y el páramo, y vino a posarse en nuestros linderos, desde hace rato con severidad.

 

Fotografia: La lengua Caribe

 

Entre tanto para esta misma vigencia se reportaron 49.712 mujeres víctima de violencia intrafamiliar en el país.

Además, de enero a mayo de 2017 en Risaralda se  registraron  321 casos de abuso sexual de menores de edad según datos del ICBF.

Puedo quedarme en desdichas conocidas como el desplazamiento, la drogadicción, la trata de blancas, que resulta ser ese eufemismo malevo para no decir tráfico sexual de personas en detrimento de su dignidad, y otros dolores sociales más que deben ser afrontados de forma singular por todos.

 Todos, no solo el gobierno de turno. Todos.

 

 

Me dirijo entonces al ciudadano común, al profesor, al chazero, al presidente de acción comunal, al universitario, al busetero, al empresario, y todos los demás.

Para convocarlos a bordar el tejido de la paz, no solo del campo a la ciudad, sino también de la ciudad misma hacia sus ciudadanos.

El lector apresurado pensará con justa causa: ¿qué hace una disertación de paz y sociedad en una sección habituada al deporte? 

Es simple. Queremos provocar una movida social de dinámicas de fortalecimiento de entornos protectores para niños, niñas, adolescentes y jóvenes mediante la promoción de la convivencia, la participación y la equidad de género a través del deporte, específicamente mediante el fútbol.

 

 

Me refiero a la estrategia nacional dirigida por presidencia de la república y la UNICEF, denominada Golombiao, cuyos principios son la participación activa, la igualdad, la no violencia, la no discriminación, la libertad de expresión y  el cuidado del entorno, de sí mismo y del otro.

Se trata de la programación de partidos de fútbol con equipos mixtos, no importa el lugar.

Es posible hacerlo desde polideportivos hasta la cuadra barrial, de pavimento o de tierra, donde se juega para el encuentro, la compartición y la convivencia.

Cada equipo debe estar conformado al menos por dos hombres y dos mujeres.

 

Fotografia: ProdePaz

 

Lo interesante de esta metodología es que las reglas y los propósitos tradicionales del futbol se transforman: no hay árbitro, en cambio hay asesor de juego, no hay equipos ganadores ni perdedores, sino destacados en convivencia, los goles deben marcarse intercalados por género, siendo la mujer de cada equipo la responsable de conseguir la primera anotación.

Antes de los partidos es perentorio desarrollar talleres de formación, en donde se comparten aspectos de convivencia, equidad de género y participación.

De forma natural estos talleres permiten la identificación y fortalecimiento de habilidades comunicativas, artísticas y culturales de los asistentes.

 

 

Al momento  de los partidos, los dos equipos se concentran en la mitad del escenario, para definir aspectos de convivencia que limita las acciones en el terreno de juego.

Una vez concluido los y las jugadoras se aglutinan de nuevo en la mitad de la cancha y se reflexiona y evalúa el cumplimiento de los acuerdos de convivencia pactados.

 

Fotografia: Alcaldía de Montería.

 

Como lo expresa Colombia Joven, los resultados de estas sesiones permiten que las niñas, niños, adolescentes y jovenes:

  • Se reconocen como sujetos de derechos y parte de una sociedad que los considera motores para la prosperidad
  • Aprenden herramientas para la convivencia y el trámite pacífico de conflictos, participación, las relaciones con equidad de género, el respeto y el diálogo. 
  • Se convierten en actores clave de convivencia en el barrio, la familia y entre sus amigos. 
  • Participan en los escenarios de incidencia y toma de decisiones sobre los asuntos que les involucran.
  • Fomentan el liderazgo y reconocimiento de las mujeres dentro de la comunidad. 
  • Son capaces de aportar a la resolución de conflictos, mediante la utilización del diálogo y la reflexión. 
  • Recuperan espacios públicos y utilizan la calle del barrio como punto de encuentro.

Así mismo, el Golombiao fomenta la transformación de entornos y sirve  como catalizador de evasión de dinámicas de drogadicción y corrupción, facilita la prevención de la violencia juvenil y adolescente en los centros urbanos. 

 

Fotografia: Alcaldía de Montería.

 

¿Están los jóvenes preparados para el posconflicto?

¿Qué estamos haciendo usted y yo para contribuir de verdad a la paz?

¿Y si armamos el Golombiao en su comunidad?

¿y si somos agentes del cambio a través del deporte?.

Para que podamos estar como recientemente tituló una revista:  Juntos en la guerra, juntos en la paz.

 

Patrick Petit, un filósofo francés enamorado de Pereira

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Revisionista” del trabajo de Albert Einstein, habla de física, pero no es físico. Juega fútbol, pero no llega ni a ser defensa. Prefiere la cerveza fresca y económica del bar El Pavo, al vino cabernet añejo de su natal Francia.


 

Foto: Diego Val.

 

El francés Patrick Petit, graduado de filosofía en la universidad de Lyon III en Francia no había escuchado ni remotamente hablar de Pereira hasta el 15 de diciembre del 2002.

 

“Me sentía atraído por América latina y estaba buscando viajar y trabajar como docente allá. Pero todo se precipitó aquél día por varias coincidencias. Primero, después de moverme del apartamento en el cuál vivía en Lyon desde hace unos 5 años, fui a un bar que frecuentaba en este barrio y, no sé por qué, ya que nunca lo había hecho antes, le pregunté a una chica si era colombiana y resultó que sí. Luego, fui a cenar en la casa de mis padres y encontré en Internet una oferta de trabajo en el Liceo francés… de Pereira”. 

 

Unas semanas después, tras algunas conversaciones con la directora del Liceo, averiguaciones en Internet sobre la ciudad y el encuentro afortunado en Lyon de la tía de una chica que vivía en Pereira, llegó al aeropuerto Matecaña el 5 de enero de  2003 sin imaginarse que se quedaría viviendo en la ciudad por los 15 siguientes años.

 

“Realmente, no sé precisamente lo que me hizo aterrizar aquí, aparte del avión. Quizás en parte mi abuela, a quién le encantaba la literatura latinoamericana y me hizo descubrir, adolescente, un libro de Isabel Allende que me encantó en ese entonces, “La casa de los espíritus”.

 

Foto: Diego Val.

 

 Más probablemente, un viaje que había hecho mi novia poco tiempo antes a México queriendo seguir los pasos de Frida Kahlo y Diego Rivera. También me soñaba con Brasil, tierra de fútbol, música y chica o chicas de Ipanema.

 Puede también que otro libro que había leído de niño, “Mi planta de Naranja Lima” de José Mauro de Vasconcelos haya generado en mí una impresión muy sentimental de Brasil y Sur América. Pero en todo caso, resulté aquí en Pereira y esta ciudad me encantó”.

 

Además de un cierto gusto por la lectura y la reflexión, empieza en el colegio a escribir un diario, influenciado por un profesor del liceo Santa María de Lyon, donde anota día a día sus pensamientos, sufrimientos, inquietudes, deseos.

Este libro personal, que llegará a contener centenares de páginas que guarda para sí, lo sigue redactando cuando ingresa a sus estudios superiores donde se enfoca sin vacilar en Filosofía.

 

Foto: Diego Val.

 

Allá, influenciado por el académico François Guéry, descubre con entusiasmo a Martin Heidegger, su interés por el lenguaje, la etimología, la poesía y, sobre todo su interpretación del papel metafísico de la ciencia.

A raíz de esta última, decide consagrar su primer trabajo de grado a criticar la pretensión de obtener respuestas científicas a preguntas que atañen a objetos intangibles, reconociendo sin embargo el valor y el interés de la ciencia sin encontrar ninguna incompatibilidad en tener una formación humanista y una disciplina científica, lógica y matemática.

 

“René Descartes fue un filósofo y al mismo tiempo un científico. Pitágoras analizó matemáticamente a  la música. Y así. Aunque el objeto de la física o la lógica sea menos sentimental que el de la filosofía y la literatura, me encantan las matemáticas, me gusta la física aunque, cuando concluí mi bachillerato científico, por cierto, no le presté mucha atención”.

 

Foto: Diego Val.

 

Recuerda aquello con cierta timidez, y lo confiesa, pero para enfatizar que empezó escribiendo su tesis de grado con las  tripas, es decir, sufriendo, mientras leía, entre otros textos,  “La Genealogía de la Moral” de Friedrich Nietzsche.

Incluso fue dejado en casa, aparte de las vacaciones familiares, por demorarse en terminar este trabajo y su padre, para ayudarlo a concluirlo le recordó que no le pedían la obra de su vida sino un trabajo de grado. 

Mientras aún depende de su cultura y su familia, sigue redactando los diarios con gran constancia. Anota reflexiones sobre la verdad, el lenguaje, el hombre, la política, escribe algunos poemas y encuentra en la poesía y poetas elementos que llegan a sostener su vida en sus momentos de vacío existencial, en particular las “Cartas a un Joven Poeta” de Rainer Maria Rilke. 

 

Foto: Diego Val.

 

“En su poesía hay mucho dolor, pero su amistad para este joven poeta –un poeta que se dio cuenta que Rilke había estudiado en la misma escuela que él y empieza a escribirle- me reconfortó, me trajo calma.  En muchos poemas pude ver la realidad del mundo, y la estética y prosa de Rilke sonaban con mucha ternura y amor dentro de mí”. 

 

Unos meses antes de viajar a Colombia, lo hace de manera imaginaria.  Esta primera aventura inicia con una novela inconclusa ambientada, parte en Francia, parte en México. 

En papel bosqueja una región del país sin haberlo visto, le da nombres imaginarios a lugares y ciudades de México hasta que, al curiosear por internet, descubre años después que varios de estos nombres imaginados en su novela existían en la realidad.

 

 

Foto: Diego Val.

 

Así es que, con 32 años, sus ideales intactos, y formado ya como profesional llega por casualidad a Pereira en el año 2003 luego que el Liceo Francés abriera una convocatoria para un docente de primaria y filosofía.

Sin pensarlo mucho, y como si esto fuera su barco de salvación, se despide de sus progenitores y sale en dirección hacia la tierra de las aventuras, dejando tras de sí sus raíces, la pintoresca ciudad de Lyon y sus sueños bosquejados, para mirar de frente el destino que soñó alguna vez.

Al arribar a esta tierra cafetera, siente inmediatamente la seducción de la amabilidad de la gente, el clima y la belleza deslumbrante de las mujeres pereiranas. Encuentra rápidamente simpatía entre las personas al conversar con ellas de cualquier tema, e incluso se adapta con cierta facilidad a sus gustos gastronómicos como el sancocho, aunque le siga costando la inexistencia de ciertos productos franceses, en particular algunos embutidos, chocolates y el pan.

A pesar de sentir de inmediato una gran empatía con la vida en Pereira, su adaptación, como la antropología lo sugiere, no estuvo exenta de choques culturales. Uno de ellos fue el tratamiento del tiempo, específicamente la puntualidad, ya que, para muchos europeos, es una cuestión de gran importancia.

 

Foto: Diego Val.

 

“Es una de las cosas, que, si me preguntan, extraño de mi país. En Europa, cuando alguien no puede acudir a una cita, informa por teléfono o previamente. Acá, ocurre muchas veces que no”.

 

Lo dice mientras sonríe y agrega que el término prestar no significa lo mismo en Pereira que en Lyon. Allá es sinónimo de devolver, acá puede ser de no volverlo a ver.

Refiriéndose a algunos libros prestados a sus amigos que no han regresado dentro de su mediana biblioteca personal.  Sin embargo, adquirió una costumbre local, la de relajarse. Tomar las cosas con más calma, aunque sin perder de vista su carácter social, respetuoso y amable.

 

“Los franceses somos muy enojones, pero acá enojarse no es bien visto. Por eso trato de tomar las cosas con humor. Me cuesta no molestarme, pero en realidad no sirve de mucho”.

 

Foto: Diego Val.

 

Desde su llegada a Pereira en el año 2003, trabajó con el Liceo Francés, hasta el año 2005, cuando migró hacia otra institución cultural de su país, que ahora es un referente académico en Colombia, la Alianza Francesa.

Agradece a sus anteriores empleadores, además, compatriotas, y continua otra nueva faceta como pedagogo, traductor, y ofreciendo el servicio de clases particulares en idiomas, filosofía y matemáticas.

Aparte de la literatura, diversos libros y autores de índole filosófico han nutrido su reflexión y sentimientos sobre la vida: Santo Tomás de Aquino, Emmanuel Kant, la obra “El día que Nietzsche Lloró” de Irvin D. Yalom, donde pudo confrontar la fragilidad humana del filósofo, en comparación con la fuerza aparente de las aseveraciones del pensador alemán, “La Biblia”, que solía abrir páginas al azar, hasta que su perra Conga, mezcla que se asemeja a un Terrier irlandés, se la comió, volviendo más escasa esta costumbre.

 

 

Foto: Diego Val.

 

Pero es un libro científico, uno clásico, que lo configura de manera determinante en su vida como académico.  Mientras camina por la calle 21 entre cra 8 y 9, que entra a la extinta librería Mafalda, y encuentra el libro La Teoría de la Relatividad de Albert Einstein.

Lo adquiere y al empezar al leerlo, vislumbra como una revelación, que los fundamentos de la teoría del físico más importante del siglo XX no son legítimos. Diez años después de analizar esta obra, considera que, a pesar de que la teoría de la relatividad se ha cuestionado mucho, no se había hecho de manera tan lógica y fundamental.

 

“No es cierto que todo es relativo, aunque las percepciones de la realidad dependen del punto de vista desde el cual se miren. No es el tiempo en sí que es relativo o se vuelve lento o rápido según si nos sentimos ansiosos o tranquilos, sino solamente la percepción que tenemos del tiempo. Sentí que había cosas ilógicas, y por eso quise mostrar que esta teoría de Einstein no se acomoda a la realidad”. 

 

Y en sus reflexiones maduras, anota.

 

“Al analizar de cerca estos pensamientos (los de Einstein) descubrí que estaban mal fundados, que reposaban sobre imprecisiones, errores de razonamiento, afirmaciones inexactas. Descubrí en particular que es inexacto decir que nuestros sentidos nos engañan y que no se puede afirmar que la realidad es relativa a quien la percibe, sino, solamente que nuestra percepción de la realidad es relativa a cada uno de nosotros”. 

 

Como una misión, se dedica a la tarea de escribir un libro fundamental como filósofo, pedagogo y también como científico interesado por las teorías del universo, los argumentos newtonianos de la gravedad, y la relatividad del tiempo y el espacio propuestas por Einstein.

  

Foto: Diego Val.

 

Así nace en el 2017 su obra “Verdades de nuestra capacidad de conocimiento”, impresa por la editorial Dóblese, crear cultura.  Un trabajo que había emprendido una década atrás, y que nació de la inquietud, o mejor, el deseo de manifestar la capacidad que poseemos los seres humanos para acceder a conocimientos verdaderos,  comprender y comunicarnos.

 

“En sí, este trabajo escritural es una batalla en contra de una idea que me incomodó durante mucho tiempo: la relatividad de las cosas”. 

 

En poco tiempo pasa de ser pensador pasivo, a ser un orador, un combatiente de las ideas y con su arma, el argumento, se encuentra en las palestras pereiranas con varios exponentes de la misma teoría, pero desde otras perspectivas.

Como lector y revisionista” del trabajo de Einstein, tiene la versión de su libro en francés y  español,  y prepara lentamente la traducción al portugués e inglés, con ayuda de varios amigos, quienes dieron el visto bueno a su obra.

 

Foto: Diego Val.

 

Del escritorio a la actividad pública, presenta su libro en la facultad de Filosofía de la Universidad Tecnológica de Pereira (UTP); la Alianza Francesa, la FILBO 2017, la Feria Internacional del Libro de Pereira; la librería Roma; la biblioteca Ramón Correa Mejía  y hasta en el bar alternativo Armada 62.

Aunque su crítica a la teoría de la relatividad sea solamente un elemento de su libro, que se fundamenta en una epistemología del conocimiento y de la percepción, reconoce que “el hueso más duro de roer” ha sido debatir abiertamente de la teoría de la relatividad ya que, para varios físicos, es imposible que esta teoría sea falsa.

Mientras el libro rueda de mente en mente y de palestra a palestra dando de qué hablar, Patrick Petit, se mueve entre los círculos literarios de Pereira, pero no es literato.  Habla de física, pero no es físico. Juega futbol, pero no llega ni a ser defensa. Prefiere la cerveza fresca y económica del bar El Pavo, al vino cabernet añejo de su natal Francia. 

 

“A los franceses, alemanes, búlgaros les encanta El Pavo. Recién llegado a Pereira, una amiga me hizo conocer el lugar. Y desde hace 7 años me recupero en el lugar y me oxigeno en el ambiente ameno que allí se respira”. 

 

Foto: Diego Val.

 

Se reúne a tomar cerveza con sus compatriotas y entre ellos hablan su idioma materno. Pero cuando están con anfitriones y compañeros pereiranos, tratan de regresar al contexto del lenguaje local quiubo”, “parcero”, “entonces”, “mijo, qué tal”. Y aunque la vida nocturna le fascina, un hobby en particular le gusta: el fútbol.

Y como si estuvieran en reserva para beligerar  en la tercera guerra mundial, con el grupo de franceses en Pereira se unen para ir al corregimiento de La Florida algunos días domingos  a formar el equipo de fútbol al que han nombrado La baguette, un tipo de pan francés.

Toman el asunto con jocosidad, y así, el equipo contrincante también se denomina Troncos Malestar compuesto entre otros de músicos  de la ciudad (algunos miembros de la banda Papá Bocó). Pero, este combate dominguero es más  amistoso y trasnacional de lo que pudiera parecer ya que cuando los franceses no logran completar su nómina, los troncos malestar les prestan generosamente unos de sus mejores jugadores.

 

Foto: Diego Val.

 

De igual manera es el ajedrez, su otro deporte mental por excelencia, aunque más individual.  Por eso se le encuentra a veces moviendo las fichas en los escaques emplazados en el parque de Bolívar de Pereira, en su apartamento  por la Cra 7, o dentro de los claustros universitarios.

Jugadas en el tablero que elabora pacientemente intentando dar con otro algoritmo preciso, el del amor, ya que ha tenido tres relaciones sentimentales en la ciudad durante estos  años de residencia.

 

Foto: Diego Val.

 

No ha sido muy bueno en el amor, ni en Francia, ni acá. Arrobado por la belleza de las pereiranas, las ha envuelto en un halo romántico, de citas, música, salidas al aire libre, para hacer efectivo ese slogan contracultural y anti bélico de “hacer el amor y no la guerra”.

 

“A mí me encanta el amor, soy apasionado, pero no sé bien como llevar relaciones”.  

Habla de ellas con ternura, mientras organiza la biblioteca de su casa, acordándose de algunas obras dejadas en Francia, como Hija del destino, de Isabel Allende, que fue un empujón a sus sueños de libertad, de estos que lo trajeron a Pereira, la ciudad que ama con su mente, su profesión y con su destino, pues planea seguir acá, quizás hasta que cumpla con la misión de su libro y con sus sueños. 

 

Foto: Diego Val.

Cien de cilantro”: una nueva propuesta de comida internacional artesanal en Pereira

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Surgió hace 8 meses a partir de un sueño en colectivo y un legado familiar: el amor por la gastronomía y sus infinitas posibilidades. Disfruta de un burrito con cilantro y piña o un ceviche con patacón, entre otras alternativas que evocan lo tradicional.


 

Fotografías: Stefanny Rodríguez.

 

Lugar: 100 de Cilantro.
¿Qué es?: Cocina de autor, picnic, pastelería, coctelería.
¿Dónde?: Carrera 32A No. 5-105, barrio El Bosque sector UTP, cerca de la casa de los estudiantes.
¿Cuándo?: De jueves a domingo, de 12 del día a 9:30 pm.
¿Por qué ir?: Es un lugar donde puedes disfrutar de una alta gama culinaria e internacional pero con todo el encanto y el sabor de lo regional y tradicional.
Chef: Vanesa Marín.


 

 

Si alguna vez te preguntas donde ir a comer algún plato exótico, internacional y a su vez con todo el encanto de los sabores regionales, donde la comida de autor invada la creatividad en cada ingrediente, llenando de éxtasis tu paladar, la respuesta correcta es 100 de Cilantro.

Llegando al Barrio el Bosque, en el sector de la UTP, muy cerca a la casa de los estudiantes, se encuentra este sitio con una mezcla de la new age y una acogedora casa de campo, donde el paisaje cafetero invade cada rincón y deja contemplar sus amplias montañas.

 

100 de Cilantro surgió hace 8 meses, a partir de un sueño en colectivo y un legado familiar: el amor por la gastronomía y sus infinitas posibilidades.

Vanesa Marín y Natalia Ceballos, son las fundadoras de esta nueva propuesta de comida internacional artesanal, teniendo una línea de apoyo: amistades, familia, compañeros.

 

 

Esta joven promesa gastronómica se consolidó mucho antes, ya que ambas habían compartido un proyecto en colectivo El Jardín de las Güeras, un restaurante entre varias amigas, una propuesta alternativa de comidas, ubicada en la calle 34 sector centro.

Vanesa Marín ha tenido una amplia trayectoria en restauración. Durante muchos años fue bartender, sin embargo, después de estar un poco agotada del mundo de la noche, decidió estudiar cocina en el SENA , realizó su práctica en el MOVICH como ayudante de cocina, donde pudo ampliar sus conocimientos y acercarse a una alta gama culinaria tanto de ingredientes como de preparación.

 

 

 

ComidaDespués de una amplia trayectoria, 100 De Cilantro es el lugar donde Vanesa unifica su experiencia y crea una nueva propuesta para la ciudad: comida de autor internacional artesanal, un burrito con cilantro y piña o un ceviche con patacón.

 

 

Y los ingredientes regionales juegan un papel fundamental: cilantro, piña, plátano son algunos de los elementos imprescindibles.

100 de Cilantro no sólo te ofrece comidas exquisitas, sino toda una experiencia de paisaje, música, olores y texturas; además está abierto a propuestas culturales y diversos eventos, a partir de una premisa: que en un mismo escenario se pueda compartir el arte y la magia culinaria.

 

 

 

Recomendado

Algunos de los platos y bebidas que puedes disfrutar en 100 de cilantro en medio de la naturaleza y lo artesanal.

-Burrito a la güera

-Limonada de Coco

-Chess&Cake

-Ceviche 100 de Cilantro

 

 

 

El puente de ” El Barranquero”: setenta metros que conectarán vidas en la vía

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Esta estructura prácticamente ayudará a descongestionar la malla vial del centro, pero también a aumentar el ornato de la ciudad. “Es un puente que está hecho para durar”, aseguran quienes llevan meses trabajando en su construcción.


 

 

Fotografía: Diego Val.

 

 

Don Josué Cortéz pasa tímido por el barrio San José con su Schnauzer llamada Lupe. No viene a curiosear, sino a corroborar una conversación escuchada entre los vecinos, de otro sector cerca, la Avenida del Ferrocarril, que: “el puente tiene mucho que ver con los animales” Y así, este comentario fue el impulso que necesitó para venir a pasearse entre la nueva construcción, bajo la excusa de sacar a Lupe a hacer sus necesidades.

 

 

 

Una vez allí, se enteró del nombre del pequeño viaducto: “El Barranquero” y esto, después de que un obrero aseguró que así se llama uno de los pájaros más bellos de la región.

Don Josué se sorprende al enterarse de boca de un trabajador, porque afirma que “los obreros son muy serios a ratos”. Sin embargo, mientras está en el lugar, escucha por voz de otro obrero, que, al otro lado, pasando por la calle 13 hasta llegar a la Avenida Circunvalar, puede encontrar buenas veterinarias para su mascota.

 

 

Don Josué Cortéz sonríe. Como sonríe el ingeniero Jaime Alonzo Zapata Torres, director de obra de la unión temporal “Pereira Moderna 2015”, un hombre de  carácter aplomado, que relata cómo está construido el puente, estructural y profesionalmente:

 

 

“En esta obra estamos trabajando con concretos CEMEX. Solo la estructura contiene 616 mts cúbicos. Adicional a eso se está usando concreto para vías y muros”. Refiriéndose a la medida total de cemento, concreto, agua y aditivos usados para la obra en general.

 

 

“CEMEX es una empresa internacional que tiene su nombre posicionado. Llevamos 11 años con la empresa. La escogimos porque los suministros, como aliado, nos brinda la resistencia y ofrece acompañamiento técnico cuando nosotros como ingenieros lo requerimos”.

Junta sus manos y forma una pirámide imaginaria para explicar que el puente será extradosado y atirantado. “En el país solo hay cuatro o cinco de este tipo”. Y en efecto así es, está el “Gilberto Echeverri”, en El Poblado de Medellín; viaducto “La Novena” en Bucaramanga; el “Hisgaura” vía Bogotá-Bucaramanga y el que estará listo en el 2018, “El Pumarejo” de Barranquilla.

 

 

Y para que personas como don Josué Cortéz, que pasan por el lugar y demás transeúntes se familiaricen con las medidas, aclara que tiene 70 metros de largo, un apoyo intermedio, y dos pilones, cada uno con 18 tirantes a cada lado.

“Es un puente que está hecho para durar”. Asegura. Y su voz tranquiliza a quien lo oye, porque esta estructura prácticamente ayudará a descongestionar la malla vial del centro, pero también a aumentar el ornato de la ciudad.

 

Fotografía: Diego Val.

 

La resistencia del “pequeño viaducto” puede verse en sus diferentes estructuras, al menos es lo que afirma nuevamente, con un lenguaje técnico y de forma concisa, el ingeniero Jaime Alonzo Zapata: “Concreto de 3000 PSI, para las vigas, concretos de 4000 PSI para las vigas transversales extradosadas, y para la estructura concreto de 5000 PSI, que es la más alta resistencia”.

 

Fotografía: Diego Val.

 

PSI, en inglés, pounds-force per square inch, es una medida industrial que significa “Libra fuerza por pulgada cuadrada”, y que los ingenieros de la obra han sabido calcular para dar firmeza y durabilidad al puente “El Barranquero”.“Pensando en esas resistencias y en esa calidad es que la empresa internacional CEMEX nos garantiza esos concretos que al usarlos transmiten confianza a la obra, y a nosotros como ingenieros”.

 

 

Fotografía: Diego Val.

 

Los camiones hormigoneros, o mixer, de CEMEX son de 6, 7,8 cubos métricos. Para vaciar 616 mts de concreto para construir el puente se necesitan aproximadamente 100 carros hormigoneros, o al menos es la cantidad de carros que ha visto ir y venir el metalúrgico José Montés, el mecánico Santiago Mejía y el celador Rafael Agudelo, quienes aún no ven terminado el puente, pero en la voz de uno de ellos: “quedará una excelencia”.

 

 

Los clientes, y la familia de cada uno de ellos esperan el momento de la inauguración.
El señor Josué Cortéz, antes de irse para su casa, mira a su perro que olfatea el lugar, y también ve como miden cada tramo, para luego los ingenieros y contratistas privados comunicarse con CEMEX, programar el volumen de concreto con ciertos aditivos, buen slum o asentamiento, y vaciar otro tramo, y así cada vez más acercar este sueño vial, con el de los vecinos del barrio San José, la Avenida del Ferrocarril y al otro lado la Circunvalar, y en esencia, de todo Pereira.

 

 

Antes que caiga la noche y Lupe quiera regresar a casa, el ingeniero Jaime Alonzo Zapata afirma que en el contrato de la construcción del puente en general no se estipula solo concreto, varillas y buen diseño, sino también un acompañamiento a la comunidad por medio de veedurías, y así oír a los vecinos, socializar con ellos, y atender sus requerimientos.

 

 

Han escuchado las opiniones de los representantes de la zona de mejorar los andenes, tener un espacio para mascotas, y también cuidar las propiedades que quedarán en pie, ya que algunas edificaciones serán reconstruidas para diseñar un entorno más amigable con la ecología y la naturaleza.

Lupe ladra y el señor Josué sabe que es la señal para regresar a casa. Ambos se pierden en el horizonte, pero seguro, con la idea de ir al vecindario de la Avenida del Ferrocarril a comentar que pronto verán un puente de calidad, firme, que no solo es cemento, sino también un conector de vías con vidas, gracias a la administración, los ingenieros, los contratistas, el personal comprometido con la construcción y por supuesto, con CEMEX.

 

Fotografía: Diego Val.

Entre pequeños gigantes.

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Esto los hace grandes, y por eso, como pequeños gigantes, caminan a paso fino y seguros de que es su día, y nada puede ser más importante en sus vidas.


 

 

 

En el campus del Club Campestre de Pereira un niño llora porque según él, su amigo Pardo, está perdiendo contra González, su otro amigo de escuela. Tres adultos tratan de consolarlo, y lo logran.

Le aseguran que la idea de participar del Torneo de tenis Chiquitines es ejercitarse, hacer amigos y si se gana o se pierde, la victoria está en el esfuerzo.  Le entregan un algodón de azúcar, y quien parece su padre le da un empujón suave y sale con su maleta marca Babolat y su raqueta Head hacia la cancha donde ha sido asignado para jugar contra su amigo Velázquez.

 

 

Los casi 400 niños, que también participarán entre ellos, y que vienen con sus padres desde diferentes departamentos del país, acatan también los consejos de sus progenitores, y esta es su destreza como personas y como futuros deportistas

Esto los hace grandes, y por eso, como pequeños gigantes, caminan a paso fino y seguros de que es su día, y nada puede ser más importante en sus vidas. Lo dejan en claro a sus tutores, a los medios de comunicación y a los patrocinadores.

 Ellos son el centro, los demás, satélites en este caluroso sábado de octubre. 

 

 

Los Chiquitines en Pereira han sido preparados con la técnica deportiva de Gabe Jaramillo, cuyo historial de haber preparado a ocho jugadores de tenis importantes en el mundo del deporte, da motivación a los pequeños y altura al Club Campestre de Pereira. 

 Un sistema implementado, probado, aprobado, estructurado, que además brinda la oportunidad a los niños de ser los mejores deportistas y de entrenar como entrenan los grandes que el mismo Gabriel Jaramillo ha tenido a su cargo.

 

 

Además, claro, de la huella de figuras destacadas como Eduardo Struvay Jaramillo, o Mariana Mesa Pineda, que son una inspiración para los niños y niñas, no solo por el deseo de ser reconocidos en el país, que es lo ideal, sino ser mejores hijos, ciudadanos, personas, basados en la experiencia del señor Eduardo Giraldo, quién educó a sus tres hijos Carmiña, Daniel y Santiago como seres humanos, antes que deportistas de alto rendimiento.

 

 

Los padres están felices y es con justa razón, porque para educar en valores también se puede usar el deporte como fondo. “Mente sana en cuerpo sano” dice la Gerente del Club Campestre de Pereira, Catalina Jiménez Estrada, quien certifica que más que una competición se trata de entrenar, jugar, hacer amigos y los premios vendrán como resultado.

 

 

Y es que este mensaje del deporte como salud ha transcendido, porque en la XXV versión del torneo de tenis Chiquitines de Pereira arriban de varias partes del país, de Chocó, Cali, Barranquilla, Armenia y otras ciudades, para dar lo mejor de sí y dejar el deporte del tenis en alto, por medio de sus pequeñas estrellas.

 

 

Una vez finalizado el primer día, de tres que dura la competencia, los padres se sienten orgullosos de sus hijos, y dentro del mismo campus, salen a comer hamburguesas, alitas de pollo, y a comprar el traje de Halloween, cuyo exhibidor se instala en la sala principal del Club Campestre de Pereira.

 

 

Los ánimos están intactos, porque largo camino resta para seguir jugando en las 26 canchas instaladas en el lugar. Los mensajes que los Caddies, portan mientras caminan por los pasillos del club hacen efecto: “ganes o pierdas, disfruta el juego” y “escucha y aprende”. 

 

 

Ya no hay más niños llorando porque uno de sus amigos está perdiendo, ahora lo hacen de emoción al saber que al final lo realmente importante es como dejan su madera de Chiquitines en las canchas de tenis preparadas para ellos. 

 

Creciendo juntos.

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Fotografias: Edgar Linares.

 

 

“Cuando uno contempla el entusiasmo y la alegría de estos chicos y sus familias se emociona de veras al caer en la cuenta de que, un cuarto de siglo atrás, campeones  como Santiago Giraldo  y Eduardo  Struvay  dieron sus primeros pasos o, para ser más precisos, hicieron sus primeros saques en las canchas del Campestre de Pereira. 

En veinticinco años de actividades estas canchas  han visto nacer figuras del tenis nacional, o sencillamente han servido para la integración de familias de todos los lugares de Colombia, lo que en sí mismo representa una ganancia”.

 

 

El uruguayo Víctor González es el director  técnico de los equipos de tenis del Club Campestre de Pereira. Llegó a Colombia  a cumplir un contrato de seis meses con Coldeportes, y ya lleva siete años en el país.

 

 

Nació en una tierra que le ha dado al mundo tenistas tan notables como Pablo Cuevas, Diego Pérez,  Marcelo Filipini y Luis Damiani. Antes de formarse como  director técnico ya había visitado a  Pereira en condición de jugador. De modo que conocía el entorno y al recibir la oferta del Club Campestre no lo pensó dos veces.

El domingo  15 de octubre de 2017 todo era algarabía en el sector de Cerritos, donde está ubicado el club.

 

 

Un sol inusual mordía las espaldas de los niños y sus padres encargados de animar  toda una fiesta del deporte: el   torneo  Chiquitines, convertido en una marca de esta institución, que  le ha servido  no solo para difundir la  práctica del tenis, sino para promover valores como la solidaridad y el respeto.

Así lo ve Víctor González mientras se enjuaga el rostro en una de las escasas pausas que le brinda la jornada.

 

 

Me quedé en Colombia porque en todos los sentidos representa una gama mucho más amplia de oportunidades  para la práctica del tenis en todos los niveles. En ese sentido, el Campestre de Pereira  constituye un modelo a  imitar en cualquier lugar del mundo. 

Mantener un evento como este, con un nivel de organización impecable y unos resultados deportivos que saltan a la vista no es cualquier cosa. De ahí que año tras año el torneo reciba reconocimientos fuera de la región”.

González está convencido de que Chiquitines  ha contribuido en no poca medida  a impulsar el tenis nacional.

 

 

“Si usted se fija bien, las escuelas del Campestre están concebidas con base en módulos que garantizan un seguimiento permanente a la evolución de niños y jóvenes de acuerdo a las competencias de cada quien. 

Hablamos de semilleros, fundamentación, proyección y preselección, hasta llegar a los grupos de élite. Y eso no se consigue de la noche a la mañana. Todo se basa en un trabajo integral. En algunos casos se entrena todos los días  y se rodea a los deportistas de  los elementos necesarios para el desarrollo de sus habilidades” .

 

 

Son 116 niños los que en la actualidad integran la escuela de tenis del Club Campestre de Pereira. Para  garantizar el mejor acompañamiento la entidad cuenta con un equipo técnico  conformado por veintidós  profesionales: dieciocho entrenadores, dos preparadores físicos y dos sicólogos.

“Hace poco viajé a Estados Unidos y  estuve en contacto con academias de La Florida, donde pude comparar y comprobar que hemos elegido el mejor de los caminos en cuanto a metodologías de formación  integral que combinen lo técnico y lo humano para conseguir los mejores resultados con nuestros  niños y jóvenes.  

Estamos convencidos de  que, junto a las raquetas, debe viajar siempre un contenido vivo y permanente en principios éticos. Por eso el juego limpio es para nosotros tan importante como la victoria. Si esta no se consigue con respeto por el adversario y los espectadores todo pierde su sentido”.

 

 

Pero la tarea no concluye ahí. De forma paralela a las escuelas de formación y a la organización de eventos como Chiquitines, el Campestre maneja campos  como el  Tenis Social, donde los deportistas, ya mayores, fueron una vez los niños que pasaban la vida aquí.

“Es un permanente relevo generacional que no cesa. Por eso en el club siempre hay un público bien educado y dispuesto. Fuimos anfitriones de un torneo nacional  interligas en el que participaron  todos los departamentos de Colombia y siempre tuvimos gran presencia de entusiastas”.

 

 

En la más reciente   edición   de Chiquitines  participaron 400 niños, cincuenta y cinco de ellos pertenecientes a las escuelas del Club Campestre  de Pereira. 

Entre sus ídolos no solo se cuentan Santiago Giraldo y Eduardo Struvay. Más cercanos a ellos está Mateo Gómez, un jovencito de quince años, número uno de su categoría, que ya ha participado en  giras   europeas, luego de superar torneos de gran envergadura.

Para el entrenador uruguayo Víctor González esa es otra razón para quedarse en Pereira y seguir creciendo juntos.

 

 

La mirada de un joven habitante del barrio Los Álamos.  

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Alejandro Pinzón regresó de nuevo a Pereira en el 2009, luego de estudiar y trabajar fuera de su lugar de origen. Antes de volver había visualizado vivir de nuevo en este barrio, uno de los sectores referentes en Pereira. Bonito, con zonas verdes, edificios de buena construcción. ¿Qué encontró?


 

 

Alejandro Pinzón es un pereirano que regresó en el año 2009, luego de un tiempo de estudiante por fuera de su ciudad de origen y de una experiencia laboral en Estados Unidos.

Junto a su esposa, cuando tenían claro su regreso, siempre pensaron vivir en el barrio Los Alamos, por la calidad de sus edificaciones que son lujosas, con buenos acabados y estándares.

El recuerdo que tenía en su mente sobre el barrio era de un lugar estrictamente residencial, de gente muy conocida que habitaba en grandes casas residenciales, y una movilidad muy descongestionada.

 

Al regresar, encontró el barrio mucho más denso, con más edificios y conjuntos cerrados de casas, y un auge significativo del tráfico. También con los primeros indicios del desarrollo comercial.

En la actualidad, las vías existentes no alcanzan a albergar el gran flujo vehicular. Y la seguridad no es como antaño, cuando los niños podían salir a las calles a jugar, montar en bicicleta o patinar.

Hoy día, añora la tranquilidad, que se ve perturbada en mayor medida por el tráfico. Ya que considera que el barrio se quedó con un solo acceso vehicular, la calle 14.

Señala que nunca ha escuchado una propuesta de solución real al caos vehicular, que es crítico entre la glorieta de acceso a Pinares de San Martín y la conexión con la Avenida Belalcázar, sobre la calle 14, hasta el semáforo de la carrera 27 sobre la misma calle 14.

La mezcla de modos de transporte: vehículos particulares, motocicletas y buses de transporte público, hacen de esta combinación algo muy problemático debido al escaso número de vías.

 

 

Ha habido un crecimiento, tanto en el número de habitantes del barrio por el proceso de densificación, como en el número de estudiantes de la UTP, y también porque muchos de ellos se transportan en vehículos particulares (lo que no sucedía apenas 15 o 20 años atrás), pero no ha habido la suficiente planificación para soportar este crecimiento.

En cuanto a la protección de las zonas de protección ambiental, considera que hasta el momento se ha respetado y que este, precisamente, es uno de los grandes valores del barrio.

Pero, tiene entendido que hoy existe una controversia con el desarrollo de un proyecto de una edificación sobre el recorrido de la quebrada La Dulcera.

 

Aunque considera que es válido que se densifique el barrio y la explotación del suelo en términos de construir edificios, señala la necesidad de acompañar este proceso con una adecuada planificación.

 Al aumentar el número de habitantes, y el cambio que significa la transformación de las grandes casonas por medio de las que se desarrolló desde un comienzo la urbanización en este sector de Pereira, se corre el riesgo de perder tradiciones como la del alumbrado navideño.

Cada 7 y 8 de diciembre, hay filas de vehículos que vienen a admirar cómo se han decorado estas casas. Constituye una tradición de muchos años que hoy, debido al auge de los proyectos de construcción que tumban las viejas casas para construir edificios, corre el riesgo de perderse.

Finalmente, recalca que, como habitante, convencido del sector por sus bondades (entorno natural, cercanía, etc.), además de la rehabilitación de las vías, incluir una ciclorruta y mejorar la conectividad hacia la UTP, es muy importante dar prioridad al peatón.

Rehabilitar los andenes, porque es muy agradable recorrer el barrio.

 

No quisieran abandonar el barrio, pero han pensado migrar, porque son muchas las razones sobre inseguridad, dificultades de movilidad, falta de espacio público y factores que afectan la tranquilidad.

Reconoce que las familias tradicionales se han ido, pero, de todas maneras, recalca las bondades del barrio en relación con la cercanía a centros comerciales, supermercados, etc., y que, no obstante, las dificultades, continúa siendo un lugar muy agradable para vivir.

Por último, vuelve a señalar que, si el crecimiento ha de seguir, en edificios residenciales y el aumento progresivo de estudiantes en la Universidad Tecnológica, es imperativo que se busquen soluciones de nuevos accesos viales.

 

Y hace un llamado: a no dejar perder este barrio icónico de Pereira, excelente lugar residencial, y proteger a los habitantes que aún viven en el lugar, ejecutando obras que permitan soportar el crecimiento que se está llevando a cabo en total respeto de las normas.

Termina diciendo: “Un barrio completo, supremamente completo, que con todo eso que tenemos se siga invirtiendo en lo agradable que es, para que podamos vivir contentos aquí”.

 

[ENTREVISTA]

 

Un barrio de más vías, más casas y más zonas verdes para disfrutar

 

Por: Diego Firmiano.

 

 

¿Cuántos años lleva en el sector?

 

Exactamente 8 años, desde el 2009 que regresé al país, después de estar 10 años en Estados Unidos. Nací en Pereira. Al llegar primero viví en Pinares, luego nos trasladamos a Los Álamos. Siempre habíamos visualizado vivir acá   porque es uno de los barrios referentes en Pereira. Bonito, con zonas verdes, edificios de buena construcción.

 

Cuando conocí el barrio en los años 80´ antes de irme, era reconocido por ser residencial, de casas grandes y gente reconocida. Luego empezó a darse indicios de las primeras actividades comerciales, y la calle 14 empezó a ser de alto flujo vehicular. Este era un barrio netamente residencial ya es semi comercial.

 

 

Como habitante de Los Alamos ¿qué añora, y qué espera?

 

Añoro la tranquilidad de la vida en el pasado. Y espero que el flujo vehicular en el presente se solucione. Se volvió muy difícil llegar aquí. Los Alamos se quedó con una sola vía de entrada y de salida por la calle 14. Se supone que hay un plan vial de conectar el barrio Pinares, por medio de la Bolera, con los Alamos. Pero nunca he escuchado nada específico sobre eso.

 

Hicieron una glorieta muy bonita, pero esa no es la solución al problema del caos vehicular, pues ahí se combinan vehículos particulares con vehículos públicos. Un tráfico y un caos tenaz.

 

Es cierto que ha habido un crecimiento comercial importante, pero no hay una planificación para soportar ese crecimiento. Una casa tiene dos o tres carros; un edificio tiene varios apartamentos y cada apartamento tiene varios carros. Se aumentó el flujo vehicular pero las vías siguen siendo las mismas. Y siguen construyendo más.

 

En cuanto a lo ecológico ¿cómo el sector ha protegido sus zonas verdes?

 

Hasta hace poco se piensa que estaban protegidas. Lo digo, porque ahora se dice que hay una controversia con lo de La Dulcera, y una edificación que están haciendo por los lados de la calle 14. Queda la duda y la preocupación, porque lo verde y ecológico es lo que identifica al barrio Los Alamos. Y si la ciudad reconoce este barrio, que sea por esto.

 

El auge comercial del barrio ¿cómo surgió?

 

Bueno, yo llegué en el año 2009 y ya encontré un barrio más comercial. Peluquerías, almacenes, oficinas, se están tumbado casas para construir edificios. El tema es ¿dónde está la planificación? Se ha perdido mucho el espíritu residencial.

 

 

 

¿La arquitectura de casas y edificios del barrio Los Álamos le ha dado un reconocimiento ciudadano al sector?

 

Es cierto. Hay casas cuando llega la época del alumbrado decoradas muy bonitas. Elegantes. Tanto que la gente hace fila para darle una vuelta al barrio y deleitarse en eso. Y esas casas residenciales son enteramente tradicionales. Claro, las casas que aún quedan. Esos eventos, y por la arquitectura es reconocido el barrio.

 

Ya hablo de la carencia de vías de acceso o salida, ¿qué más cree que falta?

 

En efecto, las vías las están arreglando, aunque algunas calles estén inconclusas. A más de esto, es clave organizar los andenes, ya que algunos están levantados y en mal estado. Sería interesante añadir una ciclorruta como parte de un plan deportivo en la ciudad unido a infraestructura. Y que estas implementaciones sean enteramente amigables al peatón.

 

Hay mucha gente nueva en el barrio. ¿Cómo ve esto?

 

La gente va migrando. Es más, uno va pensando en migrar porque siente que la parte agradable y tranquila, se va perdiendo. Leí en este portal lo que dijo Martha Alzate de las migraciones hacia Cerritos, donde la parte verde predomina. Por eso creo que las familias tradicionales se han ido.

 

¿Y porque sigue acá? En buen término la pregunta

Porque estar en Los Álamos es estar cerca del centro. De los supermercados. Es un lugar cómodo, muy cerca de todo. Por el momento estamos cómodos, pero se necesita fijar la atención en los problemas, necesitan solución.

 

Las mascotas y los animales, ¿el barrio sigue siendo amigable con ellos?

 

Sí, la gente pasea sus mascotas por la zona. El tema es la cultura de la limpieza. Es más, el parque al lado de la iglesia, es el preferido por los vecinos. Ese parque es agradable para las mascotas. Además, ahí hacen un bazar para que la gente venda mercancía. Actividades que promueven el barrio, pero hay que pensar en lo que sigue.

 

 

 

Muchas gracias. ¿Quisiera agregar algo más?

 

Pues invitar a que no se pierda el atractivo del barrio Los Álamos como la arquitectura. Es un lugar que está creciendo y con este crecimiento esperamos que venga a la par una planificación juiciosa. Además de preservar la cultura de conservar las zonas verdes. Este es otro activo del barrio. Hay una percepción de inseguridad, pero la tranquilidad permanece. La seguridad es cuidarnos entre nosotros.

 

Mercados agroecológicos: alternativas de alimentación para mejorar su vida.

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Es un espacio de “sanación social” para que la gente de la ciudad se encuentre con la del campo, promoviendo la economía solidaria y dando valor a la naturaleza y sus bondades.


 

Fotografías: Diego Val.

 

 


 

La novedad del mercado agroecológico Otún de noviembre, realizado en el corregimiento de La Florida, no es el mercado en sí, ni la cantidad de gente que hace presencia en el evento rural, sino el proceso que está detrás de cada producto y la fuerza de la iniciativa que pretende unir al hombre citadino con la naturaleza y sus bondades.

 

 

En esta versión el mercado dejó ver productos saludables para el cuerpo como desodorantes hechos con fécula de maíz, bicarbonato de soda, aceite de coco y bergamota, Jabones caseros con finas especies aromáticas de cúrcuma, jengibre, romero, cítricos, eso sí, como especificó la señora Susana Gómez, “cuidando que el PH que esté debidamente balanceado para la salud de nuestra casa”, es decir, nuestro cuerpo.


 

Y para la sana alimentación, sándwiches árabes con indios de carne o vegetarianos envueltos en hoja de uva que la productora Olga Patiño cultiva en su parcela personal. Té de coca mentolado. Ají de frutas tan exóticas como maracuyá, piña o naranja, y otros encurtidos más estilizados como el pajarito, el chichiperro, el mexicano chipotle y el ojopescado.

 

 

 

También Yogur artesanal donde la vaca es cuidada con amor para no estresarla y así disfrutar de sus bondades lácteas, el curioso alimento del futuro llamado “tibetano”, una especie de albóndigas pequeñas compuestas de lenteja, maíz, soya, maní, quinua, avena. Mezcla de granos y cereales.


 

 

Esto y más, muchos más productos que son un entero catálogo de comidas, frutas y hortalizas derivadas del campo, que los comerciantes no solo producen, sino que también transforman, porque la esencia de este importante mercado que se celebra el primer domingo de cada mes en La Florida es intercambiar conocimientos, saberes valiosos, propiedades y bondades que emanan de la tierra, para que el comprador no solo sea consumidor, sino también un conocedor de la agroecología de manera integral.

 

 

Son muchas las voluntades unidas en torno al interés común de llevar una vida sustentable y de proteger el ecosistema tan vital para la continuidad de la existencia vegetal y animal.

Productores y transformadores que utilizan lo que da el campo para elaborar recetas, y así por medio de estas el público pueda rescatar o valorar las semillas. Algunos son de Pereira, pero también vienen exponentes de Marsella, Santa Rosa, Dosquebradas, Cerritos, Salento, y lugares alrededor de la cuenca del Otún.

 

Una propuesta comercio-artesanal que más que unir, busca una efectiva “sanidad social”. Término que se respiraba en el lugar, especialmente con el mecanismo de CIROS o Ciclos Integrales de Organizaciones Sociales, que atrae a hippies, yupis, hípster, artistas, chamanes, campesinos y personas de la ciudad.


 

Una dinámica alternativa con una moneda social llamada “Cóndores de la Conciencia” que busca generar trueques entre el que produce o transforma un producto y el que demanda de estos para su satisfacción.

En la voz de Oscar Naranjo, un joven activista del sector:

“El mercado agroecológico es un espacio de encuentro y sanación social para que la gente de la ciudad se encuentre con la gente del campo. La idea es promover la economía solidaria… pero el mercado es un espacio que busca promover los principios de la agro ecología., porque estamos en una zona rural y estratégica de Pereira, acá baja el agua para la ciudad, casi 600 mil personas beben agua de este rio”.

 

Un sentir y actuar genuino, ya que este mercado gestionado por la Red Agroecológica, parte del principio de encaminar todo hacia un modo de vida sustentable, promoviendo una agricultura saludable con el entorno, el ecosistema y la gente, y buscando además la conservación del agua, específicamente aunando esfuerzos en la noble tarea de que la cuenca del rio Otún esté descontaminada y libre de transgénicos.

 

La Cebra Que Habla celebra que estos eventos de “sanidad social”, de integración y compartir al modo ancestral y natural, logren con su propuesta agroecológica que las necesidades de las personas de la urbe y del campo sean suplidas, sin comprometer los bienes naturales que permitan a generaciones futuras disfrutar de ellos de la misma manera.

Los mercados y ferias artesanales son tan antiguos como el hombre, pero este tipo de mercados, unidos a la tendencia del ecologismo y responsabilidad ambiental, son la novedad en nuestra región, que además están uniendo mística y utilitariamente al hombre cosmopolita con el hombre rural.

 

 

15 de Noviembre 2015

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