Es uno de las caricaturistas más influyentes de Colombia en el último medio siglo, garabateador oficial del semanario Voz, órgano del Partido Comunista de Colombia.
La megaminería y su impacto en la vida social, política y económica de Colombia será el tema central de la presente edición.
El maestro
Si usted dice Arlés Herrera puede ser el nombre de su vecino o de un completo desconocido.
Pero si nombra a Calarcá, tanto sus simpatizantes como sus detractores lo reconocerán como uno de las caricaturistas más influyentes de Colombia en el último medio siglo.
Foto Tomada de: CronicadelQuindio
Ha sido, como quien dice, el garabateador oficial del semanario Voz, órgano del Partido Comunista de Colombia. En tiempos más ortodoxos, o mejor dicho, en los días de la guerra fría se llamó Voz Proletaria.
Calarcá arribó a Pereira como uno de los invitados centrales en la edición número diecisiete de Cómic sin fronteras, un evento que se ha consolidado como uno de los más importantes del país en su género.
A su llegada a Bogotá, a mediados del siglo XX, se radicó en el barrio Las Cruces, un hervidero de inconformidad y malestar social que se encargó de darle sus primeras lecciones políticas.
Tomado de wtoscano.blogspot
Eran los días en que Jorge Eliecer Gaitán agitaba con su palabra a las masas que habían llegado a la capital en oleadas provenientes de todos los rincones del país.
“Mi familia estaba formada por personas militantes de esa vertiente del liberalismo, influenciada por las corrientes socialistas que echaban raíces en el pensamiento de Uribe Uribe. En la capital, y en especial en el barrio Las cruces, me puse en contacto con ese proletariado formado por obreros de fábricas, trabajadores de la construcción y rebuscadores de pura cepa que se ganaban la vida vendiendo en las calles cuanto producto se encontraban en el camino.
Ese fue mi primer contacto con la Colombia real y esa experiencia me marcó para el resto de mis días”.
Foto Archivo particular
El pelo blanco y frondoso contrasta con el moreno intenso de su piel. Cuando habla recorre el rostro del interlocutor, imaginando con seguridad los primeros trazos para una caricatura.
Cuenta ochenta y cuatro años de edad pero nadie se lo cree. Sigue con los mismos hábitos de toda la vida, caracterizados por la fortaleza física y una al parecer inagotable lucidez. La misma fortaleza y lucidez que le permiten dibujar cada mañana sus feroces dardos contra el sistema en el ámbito nacional e internacional.
En el número actual de Voz se lanzó con un dibujo de uno de los personajes más caricaturizables del momento: el presidente Donald Trump.
“Además de su físico, el tipo vive dando papaya todo el tiempo con sus sandeces y despropósitos. De modo que nosotros solo aprovechamos ese filón. Cada vez que abre la boca, Trump ya nos ha entregado la mitad de la caricatura. De modo que es cuestión de aprovechar y ¡Zas!”
Calarcá recuerda que su primer dibujo lo hizo con tiza en la pizarra de una escuela en el municipio de Buenos Aires, Valle del Cauca. Su modelo fue un campesino ermitaño al que le decían Titiribí. Era originario de ese municipio de Antioquia y se caracterizaba por tres cosas: su barba cerrada y áspera, una escopeta que no abandonaba y una cabeza de vaca cuyo caldo era, según él, la clave de su fortaleza.
Aunque Calarcá tiene otras recetas: una copa de aguardiente cada mañana, guarnecida con limón, pimienta y pólvora.
Mucha lectura.
Y una sesión matutina de gimnasia
Cuando se le menciona el fornicio mañanero como un complemento de esas rutinas se desata en una carcajada que le ocupa el cuerpo entero.
Tomado de ElPregonerodelDarién
El valor de la coherencia
Muchas cosas cambiaron en la política mundial durante el último medio siglo: El fin de la guerra fría, la glasnot, la Perestroika y la caída del Muro de Berlín.
Pero el maestro sigue inamovible en sus ideas y en sus dibujos.
“Una cosa son las turbulencias normales de la política y otra muy distinta las realidades que vive la gente. En el mundo y en Colombia la riqueza se concentra cada vez más, con el consiguiente incremento de las miserias. A eso se suma el desastre ambiental y la emergencia de nuevas zonas de guerra. Eso implica que las personas lúcidas y solidarias deben seguir dando la lucha.
Por eso estoy en Pereira, atendiendo a una invitación de Nelson Zuluaga, uno de los artífices de Cómic sin Fronteras. Vamos a dedicar esta edición a las caricaturas relacionadas con la megaminería y su impacto en la vida social, política y económica de Colombia.
Cuando uno lee informes respaldados con cifras y documentos donde se le demuestra que el 10% del territorio nacional ya no nos pertenece, o que existen regiones enteras en las que el agua está envenenada con mercurio no puede permanecer ajeno a esos dramas, a no ser que uno sea un indolente total… O esté metido en el negocio de la megaminería”.
Tomado de SemanarioVoz
Así, con esa coherencia entre lo que dice, hace y piensa ha transcurrido la vida del maestro Calarcá desde que hiciera público su primer trabajo en 1962, cuando Colombia ensayaba el modelo del Frente Nacional como eventual salida a sus guerras seculares.
Y aquí está, fiel a sus convicciones, poniéndole la cara y el lápiz a una realidad que ve surgir nuevos conflictos marcados por los muchos poderes que se mueven alrededor de la gran minería.
Por lo pronto apura su vaso de aguardiente incendiado por el limón, la pimienta y la pólvora.
A ver qué revelaciones le depara su lápiz a esta hora.
De pequeños, el juego nos permitía compartir, sudar, imaginar. Sin pretensiones éramos tan grandes y felices. Luego se tecnificó y lo llamaron deporte. Se llenó de condiciones, impostura, reglas y restricciones.
El juego como posibilidad animal de pasar el tiempo entre la vida y la muerte, y como huella reptiliana de ganar el bocado o la cúpula con adrenalina, destreza y fuerza, se tecnificó, y lo llamaron deporte. Se llenó de condiciones, impostura, reglas y restricciones.
En otrora se trataba en exclusiva de compartir, sudar, imaginar. Estaba bien darle paso a la jovialidad.
Solo pasábamos el rato sin percatarnos de que éramos felices, como el perro o el gato que pueden disfrutar de un hilo o de alegres movimientos de luz.
Fuimos capaces de vivir esto cuando éramos chicos. Jugábamos fútbol con una pepa de mango seca en el colegio, y pensábamos que era siempre una final. Hacíamos motocross, un sonido endemoniado con vaso de plástico en la llanta trasera de modestas bicicletas.
Cuando chiquitos sin pretensiones éramos tan grandes.
Ni que hablar del bota tarro, el cero contra pulsero, la guerra de terrones por allá en los nacientes barrios de Cuba y Dosquebradas entre lotes baldíos, o las bolas; basta recordar cuando toda picardía de niñez terminaba en “is”: “sueltis”, “Altis duris”, “cantis”, y otras perlas más.
No obstante crecimos, y al mismo tiempo, lo hicieron los medios de comunicación masivos y de apoco nos fueron poniendo en el centro del foco, nos ejercitamos para publicarnos en una búsqueda insaciable de likes y seguidores.
Por eso no es raro que la intimidad del ejercicio se haya vulnerado con la publicación instantánea de cada una de nuestras actividades, en especial si se trata del show ególatra del cuerpo.
El #Gym #Feetnes y #MeAmo son pan de cada día, igual que el número de kilómetros corridos, o de pedal que van a parar a Facebook o Instagram.
Ahora estamos conscientes de la búsqueda de una pequeña felicidad, y no la podemos hallar.
Quizá es verdad el discurso profundo de Mafalda. ¡Niños: no crezcan es una trampa!
El lugar además tiene grandes cualidades como desarrollo urbano, con buenos espacios públicos donde prevalecen la unión y las historias de trabajo comunitario.
Es frecuente ver diferentes grupos de personas, realizando actividades en una tarde soleada sobre el prado.
Fotografía: Erika Valencia Toro
En nuestros recorridos habituales de La Cebra En Tu Barrio, visitamos la caseta comunal de San Fernando La Playa.
Colorida construcción, emplazada en un espacio verde que resultó de urbanizar los terrenos de viejas haciendas que bañaba el Consota.
El río continúa su recorrido y los recuerdos quedaron convertidos en nombres que actualmente identifican los lugares.
Es así como La Playa, complemento con el que se distingue a San Fernando Bajo del Alto, proviene de los tiempos en que este lugar ofrecía abrigo a los bañistas, que visitaban el río con sus familias para disfrutar allí de la frescura de las aguas, un buen sancocho hecho en leña, y de la posibilidad de compartir en medio de la naturaleza.
El grupo que nos recibió en la caseta se llama Manos Mágicas.
Está compuesto por al menos catorce alegres vecinas, quienes cada lunes se dan cita en ese lugar para compartir las artes y oficios manuales, diferentes técnicas del tejido, la bisutería, el bordado o los juguetes hechos de tela.
Cada una de ellas domina una técnica, que comparte y enseña a las demás.
Y juntas han hecho nacer de sus manos toallas adornadas, colchas, pies de cama, collares, mochilas, muñecos navideños, camisas bordadas, sandalias, cojines, entre muchas otras decoraciones que dan sentido a la existencia cotidiana, y ayudan a crear la atmósfera cálida que distingue a todo hogar.
En sus palabras, el ingreso es libre, aunque el mismo grupo ha venido reuniéndose de manera más o menos estable durante los últimos diez años.
Solo existe un requisito para hacer parte de este taller de creación y vida: tener buen sentido del humor.
Las amigas y vecinas se conocen desde las épocas en que asistían, unas con sus hijos, otras de la mano de sus padres, a trabajar en las jornadas de construcción del barrio, que fue urbanizado por el antiguo Instituto de Crédito Territorial, con el aporte decidido de sus futuros habitantes.
Tal vez de ese sentido del logro colectivo les viene la unión que hasta hoy permanece. Entre ellas hay dos bisabuelas, y otras más jóvenes.
Los recuerdos sobre las actividades del barrio, bazares populares para construir la iglesia, encuentros deportivos y recreativos, la relación con el río en el que muchas aseguran haber aprendido a nadar, entre otras anécdotas, animan las conversaciones e ilustran al visitante sobre una manera de hacer ciudad que tuvo en Pereira sus máximas expresiones en los barrios cercanos a los ríos.
Tanto en las riveras del Otún como en las del Consota, la urbanización se hizo de manera comunitaria.
Es verdad que en ese desarrollo también se generaban tensiones, y que existieron pequeñas rivalidades entre los habitantes de las partes altas y bajas de San Fernando con aquellos que en su momento habían ocupado los planes de vivienda de Cuba.
Pero, prevalecen la unión y las historias de trabajo comunitario, que hacen parte del esfuerzo aportado por estos ciudadanos para llegar a tener el barrio que hoy habitan.
San Fernando, a pesar de la cercanía con el río, que dejó de ser un amigo para convertirse en conducción de la pestilencia (situación que en épocas recientes ha mejorado significativamente), tiene grandes cualidades como desarrollo urbano.
Sus vías son generosas en sección y bien pavimentadas. Los andenes se conservan y es posible desplazarse a través de ellos con comodidad y seguridad, y cuenta con buenos espacios públicos y equipamientos colectivos.
En el parque de San Fernando Alto, por ejemplo, pudimos observar cómo diferentes grupos de población realizaban actividades en una tarde soleada: una chica que pintaba con acuarelas sentada en el césped, una familia cuyo padre jugaba al fútbol con un pequeño hijo mientras su madre esperaba bajo la sombra de un árbol, un grupo de niños que hacían deporte en la cancha, caminantes que recorrían el parque por sus senderos, vecinos que jugaban parqués, entre otras.
Es cierto que no faltan los viciosos y los indigentes, y que estos últimos arrojan basuras y usan las aguas que naturalmente escurren para asearse y hacer sus necesidades fisiológicas, pero, en la generalidad, al caminar toda su extensión el barrio San Fernando se percibe como un buen ejemplo de lo que debe ser una ciudad amigable con sus habitantes.
Incluso la naturaleza, siempre presente, los riega permanentemente con las aguas que descienden a lo que fue el lecho natural del río.
De la peña que divide los dos barrios brota un nacimiento, cuyo recorrido ha sido canalizado a cielo abierto, y conducido por la piedra así conformada hasta una de las recámaras del sistema de acueducto y alcantarillado.
El lugar que sirve de amortiguación a los niveles de este caudal lo han llamado El Laguito, y puede verse a través del cerco que ellos mismos han construido para protegerlo de los inconscientes que otrora lo llenaban de basuras.
Caminable, disfrutable, con oferta de comercio y servicios barriales, San Fernando solo pierde su identidad en las zonas enfrentadas directamente con la avenida principal de Cuba, y en aquellas cuya cercanía con el parque Guadalupe Zapata y todo su despliegue comercial, empiezan a mutar de residenciales a comerciales, en un apogeo e intensidad de uso que solo lo iguala el inmenso desorden característico de este sector.
Las amigas de Manos Mágicas nos convidaron a sus actividades. Y nos autorizaron para, por medio de nuestras publicaciones, invitar a otras personas que se interesen por compartir sus saberes en las áreas de los trabajos manuales.
Allí, en la caseta comunal del Barrio San Fernando La Playa, serán bienvenidos aquellos que quieran compartir sus saberes, sin olvidar el requisito indispensable para la admisión al grupo: la buena disposición para reír.
La minería es lo que ha llevado a más ciudadanos a las urnas en las recientes consultas populares que se han realizado.
Ante el contundente resultado a favor del no a ese tipo de explotación, el gobierno nacional ha declarado su preocupación y la iniciativa de diseñar nuevas normas que “pongan en cintura” la participación ciudadana que “pone en peligro el desarrollo minero nacional”.
La Constitución de Colombia consagra a partir del año 1991 el derecho al ambiente sano, y para dar a los ciudadanos las herramientas que les permita preservarlo, ha venido reglamentando instrumentos de participación ciudadana y de control estatal que permitan un desarrollo productivo acorde con la sostenibilidad ambiental del país.
Dentro de los instrumentos de participación y control son las consultas a las comunidades indígenas y afrodescendientes, las consultas populares y el estudio de las licencias ambientales las que mayor efecto han tenido a la hora de ejecutar proyectos productivos y de infraestructura.
Las consultas populares han tenido diferentes ámbitos de actuación: como apoyo a la declaratoria de áreas protegidas o parques naturales, pero ha sido principalmente la minería lo que ha llevado a más ciudadanos a las urnas.
Un total de 39 municipios tienen iniciativas de realización de una consulta que indague por la implantación de explotaciones mineras en Antioquia, Casanare, Boyacá, Quindío y Tolima, los departamentos que encabezan esta lista.
En los siete municipios donde se ha realizado la consulta popular ha ganado el no a las explotaciones de hidrocarburos y oro. Ante el contundente resultado de las consultas, empresarios, medios de comunicación y algunos estamentos estatales han declarado la preocupación y la iniciativa de diseñar nuevas normas que “pongan en cintura” la participación ciudadana que “pone en peligro el desarrollo minero nacional”.
Para examinar el panorama real, es necesario contrastar las cifras de las consultas y las concertaciones que la Agencia Nacional de Minería está realizando con los municipios enpro de la explotación minera, en esta acción son 91 municipios de 21 departamentos los que han aceptado las explotaciones existentes y los nuevos títulos mineros otorgados.
Esta otra cara de la moneda, muestra que hay partidarios de la minería a gran escala y municipios que han optado por tener territorios que cumplan funciones diferentes a la explotación de los recursos naturales no renovables.
Tener dos vertientes ante una forma de explotación económica del territorio, como es la minería, no representa un problema sino una característica interesante. Muestra una población comprometida con el desarrollo y sostenibilidad ambiental.
Gráfica 1 Contraste entre municipios con consulta y concertación minera. Fuente: con base en los datos de la Agencia Nacional Minera.
Ciudadanos que ante las evidencias presentadas por algunas explotaciones mineras, como las de oro de aluvión que están impactando el medio ambiente de zonas como el Chocó biogeográfico, la Amazonía colombiana, territorios colectivos de comunidades afrocolombianas y algunos parques nacionales, deciden mediante su autodeterminación no permitir la minería en sus municipios (Explotación de oro de aluvión. Oficina de las Naciones Unidas contra la droga y el delito. 2017).
Tener el panorama contrastado de la minería y respetar la autodeterminación de los ciudadanos al informales a sus gobernantes su desacuerdo o inconformidad con una forma de producción de capital, no es “poner en peligro” un sector económico, es por el contrario valorar la calidad ambiental en contraste con los dividendos económicos, balanza que no necesariamente se inclinará la totalidad de las veces hacia un mismo lado.
Pero lo que no es posible obviar es el respeto de los gobernantes y de las instituciones del Estado por la autodeterminación de los pueblos en la forma de desarrollo económico que prefieren.
El visitante no encontrará nada parecido a esos parques temáticos donde los pueblos ancestrales se conservan “puros” para los turistas. Si alguien subió hasta aquí en busca del buen salvaje se llevará una decepción.
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Los de antes y los de ahora
Fotografías Por: Elizabeth Pérez
¡A ponerse la corona!
¡No tenemos!
¡Por ahí están vendiendo!
¡No tenemos plata: somos pobres!
¡Es la cultura ancestral, compañeros!
¡Baahh!
En el llamado del gobernador indígena Alberto Wazorna y en la respuesta de los muchachos se adivina la vieja tensión entre generaciones que se repite en el mundo entero desde el comienzo de los tiempos.
Unos quieren conservar las tradiciones.
A otros les interesan cada vez menos.
Fotografías Por: Elizabeth Pérez
Alrededor de tres mil personas de distintas comunidades indígenas del país se han reunido en este lugar ubicado a unos mil metros de altura, para celebrar los treinta y nueve años del Gran Resguardo Unificado Embera Chamí sobre el río san Juan en el municipio de Mistrató, Risaralda.
Es el jueves 24 de agosto de 2017.
El viernes 25 tendrá lugar el evento que los líderes preparan desde el mes de abril sobre la base de tres contenidos:
La preservación del patrimonio cultural.
La organización política y social.
Y la conservación de la memoria.
Para lograrlo han invitado a representantes de lugares tan distantes como Sibundoy, en el Putumayo, así como a delegados de pueblos indígenas afincados en Guática, Riosucio, Quinchía, Belén de Umbría y Marsella.
Llegar hasta aquí desde Pereira toma un día entero. Son dos horas y media en bus hasta Mistrató. Luego hay que recorrer cuatro horas a bordo de uno de esos camperos Aro Carpatti importados desde Rumania en los años sesenta. Finalmente son dos horas y media escalando a pie una cuesta empinada que conduce hasta el resguardo.
La ruta serpentea por entre algunos precipicios hasta llegar a un caserío en el que se ven muchos niños, perros husmeando en la basura y mujeres asomadas a las ventanas.
Fotografías Por: Elizabeth Pérez
En el centro del caserío la Iglesia de Nuestra Señora del Carmen de Purembará preside la vida de la comunidad, al lado del puesto de salud y el internado.
Fotografías Por: Elizabeth Pérez
Ah… y las omnipresentes antenas de Direct Tv diseminadas entre las casas como plantas insólitas.
Poco antes de llegar, el sonido monocorde de un bajo de reguetón le avisa al visitante que aquí no encontrará nada parecido a esos parques temáticos donde los pueblos ancestrales se conservan “puros” para los turistas.
Si alguien subió hasta aquí en busca del buen salvaje se llevará una decepción.
Es más: el legendario respeto de los pueblos aborígenes por el medio ambiente hace rato se fue de viaje. Desde que uno desciende del jeep en el sector de El Mandarino, sobre la ribera del río San Juan, camina entre marcas de basura: envolturas de papas fritas, de galletas, de cigarrillos y enormes botellones vacíos de Big Cola.
Paradojas de la vida: en esta comunidad donde el agua brota a borbotones de las peñas habitan los que deben ser los más grandes consumidores de Big Cola del occidente colombiano. Niños, hombres, mujeres y ancianos van prendidos a su botellín como a una bebida mágica.
En el principio es el ritual
Fotografías Por: Elizabeth Pérez
Bajito, menudo, vivaz, el gobernador Alberto Wazorna luce jeans Tmj Air Force y tennis Reebook. Con un tono admonitorio que no lo abandonará durante la jornada anuncia el orden del día y los dignatarios empiezan a ocupar su lugar:
Gobernadores locales
Gobernadores generales
Exgobernadores
Mujeres líderes
Parteras
Representantes de las veredas
Jaibanás
Médicos tradicionales
Alcalde de Mistrató
Invitados del gobierno
Y entre todos destaca la figura del mayorcito Misael Nengarave, que a sus setenta y cinco años se ha pegado el largo viaje hasta Purembará: la importancia de la celebración así lo amerita.
A las nueve de la mañana ya están reunidos allí los representantes de Puerto de oro, Caimito, Altollano, Currumay, Jeguadas, Joseffina y una centena de lugares más.
¡Saca buma! Se saludan todos en lengua embera chamí.
Fotografías Por: Elizabeth Pérez
Lo que le piden a Karagabí es sabiduría y coraje para afrontar la arremetida de quienes no han parado de asediarlos a lo largo de los siglos: desde los conquistadores españoles hasta los grupos armados que a lo largo de veinte años cobraron su cuota de muertos, pasando por los colonizadores paisas.
Entre todos los arrinconaron en este paraje boscoso en el que se resguardaron para mantener los valores y la cohesión de la comunidad.
“Ha sido duro, pero aquí estamos”, repite uno de los Jaibanás a modo de conjuro y la multitud se deja llevar en una letanía que pide salud para el cuerpo y el alma de los habitantes y bienestar para los hermanos indígenas de lugares lejanos.
Fotografías Por: Elizabeth Pérez
De repente, se produce una desbandada de mujeres y niños hacia la iglesia: el sacerdote católico, que llegó temprano a lomo de mula, llama a una ceremonia de confirmación, según ellos programada desde dos meses atrás.
Una tensión que viene de siglos se instala en el ambiente. Los organizadores del evento, empezando por el gobernador Wazorna, dicen que no aceptarán interrupciones y amenazan incluso con utilizar la guardia indígena para interrumpir la ceremonia.
Y los de la guardia no se hacen de rogar. Para eso tienen sus sólidos bastones de macana, una madera tan fuerte que hasta devino adjetivo: macanudo.
Fotografías Por: Elizabeth Pérez
Al final, gracias a Dios o a Karagabí- es casi seguro que a los dos juntos- las partes logran conciliar. Se fija una hora para las confirmaciones y el encuentro indígena sigue su curso.
Para entonces, un orador destaca el rol de las mujeres en las luchas de la comunidad: Miriam, Reinelda, Norfilia, Martha Liliana, Florinda, Claudia y María Cecilia son solo siete nombres entre varias decenas de ellas.
En los últimos años la presencia de las mujeres como líderes de acciones sociales, culturales y políticas ha obligado a revisar la vieja supremacía masculina en la vida de la comunidad.
Fotografías Por: Elizabeth Pérez
El rastro de la sangre en el bosque
A las once de la mañana un sol despiadado cae a pique sobre Purembará, desvaneciendo los últimos retazos de niebla enredados entre los árboles. Es hora de hacer memoria. Encabezados por Luis Fernando Saldarriaga, un devoto de las causas indígenas, varios investigadores leen un documento que es en realidad un recuento de los infortunios padecidos por la comunidad desde su encuentro con los conquistadores.
Pero ahora se ocupan de los últimos veinte años. Dos décadas en las que el territorio se convirtió en escenario de guerra. Paramilitares, guerrilleros, policía y ejército dejaron su rastro de sangre en estos bosques que vieron cómo el canto de los pájaros y el aullido de los micos eran suplantados por el tableteo de las ametralladoras y la explosión de las bombas en lo profundo de la montaña.
Contado en abstracto puede hablarse de una legión de huérfanos y viudas.
Fotografías Por: Elizabeth Pérez
El rastro de la sangre en el bosque
A las once de la mañana un sol despiadado cae a pique sobre Purembará, desvaneciendo los últimos retazos de niebla enredados entre los árboles. Es hora de hacer memoria. Encabezados por Luis Fernando Saldarriaga, un devoto de las causas indígenas, varios investigadores leen un documento que es en realidad un recuento de los infortunios padecidos por la comunidad desde su encuentro con los conquistadores.
Pero ahora se ocupan de los últimos vente años. Dos décadas en las que el territorio se convirtió en escenario de guerra. Paramilitares, guerrilleros, policía y ejército dejaron su rastro de sangre en estos bosques que vieron cómo el canto de los pájaros y el aullido de los micos eran suplantados por el tableteo de las ametralladoras y la explosión de las bombas en lo profundo de la montaña.
Contado en abstracto puede hablarse de una legión de huérfanos y viudas.
Pero el lenguaje nunca alcanza ¿Cómo se le dice por ejemplo a una madre que ha perdido a sus hijos?
Por eso Luis Fernando enhebra una suerte de rosario cuyas cuentas están conformadas por nombres y fechas.
Benigno Siágama, asesinado por el ejército el 12 de febrero de 1993.
Anastasio Niasa, asesinado por el Eln.
Asencio Siágama, asesinado por el Eln
Lázaro Gutiérrez, Jaibaná, asesinado por el Eln
José Dionisio Córdoba, asesinado en 2009
Paulino Siágama, médico tradicional, asesinado por las Farc
Y sigue una lista interminable.
Fotografías Por: Elizabeth Pérez
Porque la palabra que mejor define a este pueblo es resistencia. Resistencia para seguir viviendo cuando los amos de la vida y la muerte habían decidido borrarlos de la faz de la tierra.
Debe ser por eso que se ven tantos niños corriendo y armando alboroto por todas partes. Su presencia es la garantía de que el horror no prevalecerá.
Por lo menos en esa dirección apuntan los discursos de quienes tomaron la palabra en la jornada de la tarde: en la necesidad de asegurar un presente para los mayores y un futuro para los niños.
“En los últimos años hemos conseguido poner secretario de gobierno en Mistrató y un concejal en la misma localidad. Pero ahora debemos pasar de la representación al ejercicio del poder político para liderar las transformaciones sociales que necesitamos para nuestros hermanos indígenas en el campo de la salud, la educación, la convivencia y el empleo.
El siguiente paso debe apuntar al gobierno en localidades como Mistrató, Quinchía, Guática y Pueblo Rico, así como una representación en el Congreso de la República. Para lograrlo debemos trabajar mucho en la educación y la organización de las comunidades. Este encuentro es un paso más en esa dirección”.
Eso dijo uno de los oradores antes de que la multitud se disolviera, seducida por el aroma de una enorme olla humeante en la que el almuerzo de frijol chengue aderezado con hojas de yuyo había alcanzado su punto.
¡A gozar, muchachos!
A las seis de la tarde del viernes 25 la concurrencia ya había tenido suficiente con discursos y recuerdos dolorosos bastante recientes.
Una buena dosis de relajo era cuestión de supervivencia.
Para conseguirlo se contaba con un buen capital:
Un equipo de sonido subido a lomo de mula que atronaba en las montañas y con seguridad no dejó dormir a los habitantes de las ocho casas que resplandecían allá a lo lejos en lo profundo de la noche.
Un animador importado de Anserma, que se presentó como DJ Mauro.
Treinta y seis grupos de danzas.
Fotografías Por: Elizabeth Pérez
Una decena de grupos musicales que interpretaban desde despecho hasta reguetón en lengua embera.
Fotografías Por: Elizabeth Pérez
Veinte puntos de venta de mecato y litros y más litros de… adivinen: Big Cola de todos los colores y sabores.
Y un torrente interminable de calambiche, una bebida de caña que hace carrera en estas tierras. Primero enciende los ánimos y dispone la gente al regocijo para dejarla después fulminada con la cabeza recostada en una piedra o en un lodazal.
Fotografías Por: Elizabeth Pérez
Y entonces un tambor, que es en realidad el corazón de la comunidad entera, empieza a sonar, arrastrando consigo un caudal de emociones que devuelven a la multitud a lo más esencial de sí misma. Al momento de la caza, la recolección, la siembra, la plegaria o el apareamiento.
Las danzarinas de Cantarrana emprenden el baile de El Oso y un centenar de celulares se activan para captar las imágenes que en un par de minutos serán enviadas a conocidos y desconocidos de la región, el país y –acaso- del mundo.
Fotografías Por: Elizabeth Pérez
Las mujeres giran entre las luces artificiales, y los vestidos verdes, rojos, azules, amarillos y violetas pierden de momento su condición de prenda para recuperar su legado simbólico en el que cada tejido nos dice algo acerca de los misterios del universo.
Una funcionaria del Ministerio del Interior se hace selfies a modo de prueba de su paso por estas tierras.
Un médico tradicional achispado por el calambiche le repite a su interlocutora que en la vida no se trata de ser el más poderoso, ni el más fuerte, ni el más grande sino de ser bueno.
La mujer se bebe esa copa de sabiduría y sigue camino abajo, hacia un lugar donde un hombre con cara de duende conversa con sus propios fantasmas.
Un adolescente con la camiseta del Atlético Nacional y otro enfundado en el uniforme del Real Madrid dan fe de que el largo brazo de las multinacionales del fútbol alcanza hasta estos lares.
Y los botellines de calambiche siguen corriendo de mano en mano.
A las seis de la mañana del sábado 26 de agosto una niebla fina asciende desde la hondonada donde el agua sigue brotando de las piedras.
En el escenario un puñado de borrachitos mira al programador de música como si fuera un pequeño dios recién llegado a sus tierras.
Fotografías Por: Elizabeth Pérez
Durante doce horas los sonidos más dispares se han dado la mano en este sitio: el merengue, la salsa, el despecho, el reguetón, la balada y los ritmos ancestrales lograron fundirse para resumir las dichas y desvelos de estos hombres y mujeres de todas las edades.
Incluso de los perros que se han pasado la noche en vela a la espera de un hueso que nunca llegó.
A esta hora, como en todas las fiestas del mundo, la multitud es un solo sopor.
Se cumplen 16 años de la caída de las torres gemelas en New York. El lugar es actualmente un homenaje a las víctimas. ¿Qué tanto hemos hecho los colombianos en 50 año de conflicto dejados atrás?
Los colombianos solemos ser tacaños en manifestar muchas cosas que deberían importarnos como sociedad.
Salimos a las calles para celebrar triunfos deportivos (de fútbol para ser exactos), hay camisetas de la tricolor por todas partes; nos atiborramos de aguardiente y ron por cualquier excusa, y hasta se empeñan fortunas para juegos de azar o pirámides.
Pero hemos sido incapaces de honrar a nuestros muertos.
Estuve visitando en New York la Zona Cero, donde quedaban ubicadas las torres gemelas del World Trade Center, aquellas edificaciones que el 11 de septiembre de 2001 (hace 16 años) fueron destruidas por el terrorismo extremo de Al Qaeda.
Fallecieron 3016 personas, incluidas 19 terroristas y 24 desaparecidas, declaradas en su momento.
Es sobrecogedor ver lo poco que quedó de los edificios, pero ilustrativo de lo que son los Estados Unidos como sociedad, ser testigo de cómo cuentan la historia de lo que allí ocurrió y quiénes son los verdaderos héroes: los fallecidos, sus muertos.
Hay fotos de todos los civiles y uniformados que allí perecieron: mediante sistemas tecnológicos nos cuentan sus vidas, quiénes eran, qué hacían en la zona, cuál fue la última llamada que hicieron.
Tienen nombre y rostro.
La zona es un complejo de 65 mil metros cuadrados que nos recuerdan a los humanos que las víctimas existieron, que tuvieron su propia historia, y que lo peor que les podemos hacer es olvidarlas.
En Colombia hay un estimativo: 220 mil personas muertas y 25 mil desaparecidas en 54 años de conflicto armado.
¿Para qué fundir unas armas y hacer esculturas, si nuevamente será un objeto muerto, sin vida, sin nombre, sin historia?
Esos 220 mil colombianos fueron hijos, padres, madres, nietos, amigos, esposos, conocidos de alguien en estas tres generaciones de un país que vinculó la guerra a toda su cotidianidad.
Pero son a los que menos se ha honrado en el fin del conflicto. Más por obligación que por convicción.
En dos ocasiones el jefe de las farc, el próximo honorable senador Timochenko, ofreció perdonarnos primero, y hace pocos días dijo que ahora sí pedía perdón.
Pero todos los demás, los que no portamos arma, los que no fuimos terroristas, ni sembramos minas antipersonales, ni estallamos pipetas de gas, ni secuestramos, ni pusimos collares bomba, somos los que tenemos la deuda con nuestros muertos.
Es como si quisiéramos pasar la página rápido, pero sin tener en cuenta a los que verdaderamente fueron y son importantes: las víctimas.
Hay quienes han visitado los campos de concentración en Alemania donde fueron asesinados millones de europeos. Esas edificaciones están ahí para recordarnos de lo que es capaz el ser humano, en su lado maligno.
En lo personal no sé si estaría de ánimo para hacer un tour de esa clase, pero entiendo su importancia.
Habremos fallado como sociedad si somos incapaces de honrar la memoria de nuestras víctimas, las más de 220 mil personas que murieron en más de 50 años.
Para que hoy podamos decir que por lo menos en teoría, tenemos paz.
El arquitecto Martín Sánchez llegó a Pereira en 1967. Y desde ese momento ha dedicado toda su vida al desarrollo del sector de la construcción en la región. Esos son algunos de sus logros durante medio siglo de actividad incansable.
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Fotografía Jess Ar
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Sentado.
Pensativo.
Con un brillo en sus ojos que hace pensar en los buenos recuerdos acumulados a lo largo de su fructífera vida, Martín Sánchez Palma empezó el relato que voy a compartirles.
A la ciudad de Pereira, que observa a diario desde su oficina ubicada en el piso 16 del Complejo Urbano Diario del Otún, llegó en el año 1967.
Tenía 27 años y estaba recién graduado como Arquitecto.
Empezó una casi vertiginosa carrera profesional, que ahora, medio siglo después, lo hizo merecedor a una de las distinciones otorgadas este año por la Cámara Colombiana de la Construcción, Camacol, en Cartagena de Indias, el pasado primero de septiembre.
Sobre la mesa, en su oficina, tenía listas las distinciones, motivo de la entrevista que le hizo esta reportera.
En nota de estilo, Camacol lo reconoció por ‘Toda una vida dedicada a la construcción’, con la Orden al Mérito Líder de la Construcción en el Grado Presea de Plata “en reconocimiento a su papel como guía, asesor y consejero en los momentos más destacados de la regional Camacol Risaralda y a los eminentes aportes proporcionados al sector”.
No es para menos.
Como Director de Planeación municipal en Pereira, primer cargo público que ocupó en la ciudad que lo acogió , empezó a gestar la red de amigos y profesionales con los que luego de su paso al sector privado, creó las seccionales en Risaralda de Camacol y la Sociedad Colombiana de Arquitectos.
Martín Sánchez cumplía los requisitos exigidos por Camacol para tales distinciones:
Ser uno de los fundadores del gremio regional.
Haber sido Presidente de la Seccional- Él lo ha sido en dos ocasiones-.
Estar activo.
“No me gusta estar quieto, sino todos los días pensando en hacer algo nuevo en beneficio de la ciudad, de todo el mundo. Ese es mi deseo. Trabajar hasta el último momento”, dijo.
Y no paran los reconocimientos
El Arquitecto Martín está nominado para recibir otra distinción: el Premio Vida y Obra que otorgará la Sociedad Colombiana de Arquitectos este jueves 7 de septiembre , en el marco del 35 Congreso Colombiano de Arquitectura y Urbanismo, que se realiza en Medellín, y que culmina el sábado 9 , coincidiendo con el paso del papa Francisco por la capital antioqueña.
A sus 77 años, Sánchez Palma, quien ha superado tres episodios de cáncer, sigue al frente de su firma constructora Martín Sánchez Palma.
Frente a esta enfermedad, considerada por la ciencia médica como “catastrófica”, el Arquitecto Martín asegura que se trata de “cosas pasajeras”.
“Son cosas de la vida que le pasan a uno, y por las ganas de seguir haciendo cosas, uno las supera. He tenido tres operaciones de un cáncer que me resultó en la lengua. Me han operado, irradiado, y recibido quimioterapia.
Afortunadamente me siento bien, con ganas de seguir viviendo. Todo en la vida se supera con ese ánimo y esas ganas de seguir para adelante, de vivir”, comenta con entusiasmo.
Impronta arquitectónica y urbanística
Durante tres décadas, Pereira creció con el Plan de Desarrollo definido cuando el Arquitecto Martín Sánchez estuvo en la administración municipal.
“Cuando fui Director de planeación tuve la oportunidad de elaborar conjuntamente con el Centro de Estudios sobre Desarrollo Económico –CEDE-, de la universidad de los Andes, y con el Instituto Geográfico Agustín Codazzi, el Plan de Desarrollo para Pereira”, contó.
Esto fue entre los años 1968 y 1969.
“Plan que tuvo vigencia hasta el año 2000, y posteriormente se empezaron a hacer lo que hoy se llaman los POT –Planes de Ordenamiento Territorial-“, explicó.
Gracias a él la ciudad cuenta con un Coliseo de Ferias y Exposiciones; diseños varios de edificios –como el que nos albergó en esta entrevista- el del Diario del Otún, construido hace 20 años con normas sismo-resistentes; de viviendas y urbanizaciones tan tradicionales como el barrio El Jardín.
Además, con el grupo de amigos y profesionales del gremio han hecho muchas de las obras de infraestructura urbana con las que hoy cuenta Pereira, como por ejemplo la construcción de la canalización de la arteria del colector Egoyá y la red la red de acueducto y alcantarillado de la ciudad.
Diseñador de coloridos espacios educativos
Hace más de 10 años está dedicado al diseño de instituciones educativas, con el arquitecto Augusto Acuña Arango.
“Con él hemos hecho la viabilización de más de 200 instituciones educativas, y hemos diseñado y construido más de 10 instituciones en licitación con el Fonade, Findeter y el Ministerio de Educación Nacional”, dijo.
Estas edificaciones fueron construidas en Barranquilla, Cartagena, Zipaquirá, Nemocón, Palmira, Pereira, y ahora una nueva en Manizales. Avanzan para hacer otra en compañía de la firma Asul, en Soacha.
“Todas aportan muchas cosas nuevas a la educación”, resaltó.
Cuando usted pase por alguna ciudad, un pequeño pueblo, una vereda, y vea un edificio grande, pintado con vistosos colores, “a lo lejos usted puede decir: vea, eso es un colegio”.
Los diseños de el arquitecto Martín y su amigo utilizan “mucho el color, como una de las maravillas que hace distinta esa institución, esa edificación, porque denota alegría, un sitio agradable para estar, para que los niños se sientan cómodos, para que el color ayude a que el ambiente sea agradable”, dijo.
Y concluye:
“Todos los colegios se construyen bajo la normatividad que determina el Ministerio de Educación: salones amplios; zonas de servicios de baño amplias y cómodas; zonas de comedor; auditorio; talleres para desarrollo de la ciencia: para química, física, y espacio para la tecnología”.
Siempre el fino detalle en cada ladrillo que levanta, en cada techo que ajusta.
Por el Teatro Taller Creativo y Lúdico pasan muchos jóvenes y nuevos líderes que encuentran un sentido a sus cosas y crean un proyecto de vida. Han hecho de su comunidad y de su parque un sitio en común, un lugar que inspira tranquilidad, pero sobre todo, acogida entre los habitantes.
Fotografía: Erika Valencia
El parque de San Fernando Cuba inspira a través de los sonidos, los instrumentos musicales y el movimiento leve de las hojas de un árbol, o de las de papel, que se pueden contemplar desde aquel lugar. Las personas o habitantes del barrio van transitando, o se van quedando en el lugar.
Con el trascurso de los años se han construido todo un espacio para despertar, pintar, jugar y crear. Y al parecer el arte ha trasformado a toda una comunidad.
Encubarte-Teatro Taller Creativo y Lúdico, es una organización sin ánimo de lucro que nace a finales del año 1999 gracias a su fundador Diego Restrepo. Hoy en día este lugar hace parte del parque San Fernando, ayuda a enriquecer o a darle vida a las zonas verdes del lugar, invita a los jóvenes y habitantes a descubrir o potencializar sus habilidades, y especialmente genera toda una dinámica que busca a través del arte el buen uso del tiempo libre de niños y jóvenes del sector.
John Didier Delgado Herrera, voluntario de Encubarte, ejerce como profesor de artes plásticas, es uno de los encargados de darle color a las ideas y proyectos de las personas que vienen a estos encuentros en compañía de 17 profesores más, que trabajan con un promedio de 350 personas que al día de hoy hacen parte del proceso.
John Didier viene de una familia grande: 13 hermanos que nacieron con habilidades en el arte y las artesanías. Uno de ellos es paisajista, y él, un empírico de las artes, especialmente de la pintura.“Mi mamá dibujaba un poquito y siempre nos enseñaba, y de esas rayitas o dibujitos que me enseñaba ella ya se me pegó algo. Y siempre he tenido la habilidad para hacerlo” comenta Didier entre hermosos elogios y admiración.
Desde los cinco años despertó su amor por las artes y una gran sensibilidad o contemplación por el mundo y la belleza. Una de las cosas que más lo animó fue un concurso Departamental del Quindío a sus 14 años de edad, 450 niños estaban participando y él ocupó el primer lugar. Después de esto él empezó a explorar más las técnicas.
Sus proyectos iniciales fueron como escenógrafo en grupos de teatro, comparsas y eventos, luego llegaron más horas y tiempo para la pintura, y su universo se expandió cuando llevó la presentación de sus obras a universidades, espacios de la ciudad y otros países. Es así que el arte lo ha conducido por diferentes rutas.
Pero desde hace 18 años no ha dejado de trabajar con Encubarte, son esos jóvenes que quieren aprender una de sus grandes motivaciones para ser voluntario.
“Uno ve unos niños loqueando, se acercan acá, y uno los recibe. Empiezan a crecer, y luego cuentan sus experiencias de las cosas malas que van dejando, es así que encuentran su proyecto de vida”, comenta John Didier con tono esperanzador, mientras a al lugar van llegando jóvenes que transitan pasillos y sonríen, se apoderan de instrumentos y salas, exploran voces y movimientos; algunos en teatro y otros en música, por lo cual el lugar cobra vida en cada piso.
Algunos jóvenes que han entrado a la escuela de baile se han convertido en bailarines profesionales y han viajado a otras ciudades o países para seguir y progresar.
Con el arte las personas no solo encuentran un refugio, también una manera de crecer y expandir sus habilidades desde el Hacer y el Ser. Una manera alternativa y creativa que resignifica sus vidas para llenarlas de color, música, movimiento, esperanza y vida. Son espacios gratuitos de enseñanza y valores.
Yoga, danza, pintura, dibujo, música, violín, teatro juvenil, pre juvenil y adultos, son algunos de los programas que ofrece Encubarte desde las tres de la tarde hasta las nueve de la noche a toda su comunidad. Han hecho de su barrio y de su parque un sitio en común, un lugar que inspira tranquilidad y arte, pero sobre todo, acogida entre los habitantes.
Por el Teatro Taller Creativo y Lúdico pasan muchos jóvenes y nuevos líderes que encuentran un sentido a sus cosas y crean un proyecto de vida. Una de las situaciones por las que John Didier reflexiona o da una visión muy general sobre los líderes en el mundo: “muchos líderes se queman, y esto es porque lo quieren hacer cobrando”.
Finalmente se despide con un llamado a todas las comunidades, en el que los procesos sociales requieren un riesgo y una fuerza más grande que beneficie a toda una comunidad e inspire a las personas a ser mejores.
También a sentir que sus vidas al igual que sus tiempos libres son bien invertidos.
El sentido de la impotencia se ve reflejada en el ejercicio de la lectura, desde y hacia los lectores, es decir, promover la lectura debe llevar como génesis la satisfacción de algunas necesidades básicas, ¡entre ellas comer!
La lectura como pilar fundamental de crecimiento y desarrollo individual y colectivo dentro de la sociedad, engalana a quienes tienen la capacidad de hacer de ella su más importante herencia, su modelo de supremacía y poder en el orden jerárquico que la educación plantea a quienes por medio del ejercicio de juntar letras crecen social y económicamente en el actual y perdurable sistema capitalista de auge mundial.
Pero para quienes no cuentan con la capacidad de leer libros, se hace inminente su hundimiento en las oscuras tinieblas de la discriminación en todos los aspectos, principalmente en aquellas escasas oportunidades laborales que de entrada se convierten en una barrera excluyente interpretada como “estratificación laboral”.
Extraída de Pixabay
Si se es profesional será posible tanto tener un buen empleo como uno malo, pero con certeza, el bache económico será más y más amplio con la ausencia del conocimiento, y la progresión de la ignorancia se verá reflejada en la precaria situación económica.
La concentración exige necesidades de carácter prioritario. No es posible leer libros o juntar cortas palabras, aprender y concentrarse tanto de manera autónoma como guiada con un hambre que sobrepase el atestado del estómago, un órgano que pareciera tener tentáculos en todo el cuerpo, generando desde una insoportable cefalea hasta un temblor en las piernas que desestabiliza cualquier objetivo de aprendizaje.
A lo anterior le sumamos el envilecimiento con la presencia del tan mal llamado y desde hace tiempo existente bullying, es evidente que leer con hambre se hace imposible.
A criterio personal, el sentido de la impotencia, a su vez, se ve reflejada en el ejercicio de la lectura, desde y hacia los lectores, es decir, promover la lectura debe llevar como génesis la satisfacción de algunas necesidades básicas, ¡entre ellas comer!
Como promotor de lectura es menester, pues, liar entre mis objetos, primeramente algunas rodajas de pan y posteriormente los libros. La primacía del alimento habla por si sola, y no es el pan el complemento de los libros para el desarrollo de un buen ejercicio de promoción de lectura, todo lo contrario, un libro debe ser la sobremesa que de una manera proferida den pie para el esbozo de la primera competencia necesaria para eliminar la ineptitud.
Extraída de Pixabay
¡La lectura!
Inhibir la realidad no es tarea fácil, coadyuvar a su superación si lo es. Leer no debe ser el fin sino el medio, pero como complemento al acto constitucional de garantizar una vida digna, con respeto por la persona, y principalmente sin “silbidos en el estómago” en pro de un mejor país lector.
“Barriga llena, corazón contento… un cuerpo que lee”.
Con la declaración como patrimonio cultural de la humanidad, los habitantes de este territorio hemos adquirido una especie de compromiso simbólico con la protección de nuestra cultura cafetera.
¿Qué tanto conoce usted sobre lo que con tanto orgullo hemos mostrado al mundo?
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Fotografía Gobernación del Quindio
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Parte I
A pesar de ser el tercer productor mundial de Café y de ser reconocidos a nivel internacional por ofrecer el mejor café Suave lavado, algunos datos básicos de la cultura cafetera aún se nos escapan a los colombianos.
No podemos negar que estamos aprendiendo a disfrutar los Cafés Especiales gracias a la nueva dinámica de consumo de esta bebida de calidad superior en nuestro país, sin embargo, esos conocimientos que vamos construyendo alrededor del disfrute de una buena taza de Café, es necesario complementarlos con aquellos que guardan relación con la producción del grano. –
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El panorama de aprendizaje frente al tema cafetero es extenso y profundo, ya que la cadena productiva desde la semilla hasta la taza tiene un sinfín de técnicas y prácticas que merecen estudio y reconocimiento, no obstante, poco a poco podemos empezar a zambullirnos en este gran mar de experiencias que nos ofrece el Café.
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1. Qué Café se cultiva en Colombia
Existen numerosas especies, géneros y variedades de Café a nivel botánico. Las especies más importantes a nivel comercial son conocidas como Arábiga y Robusta.
La única especie de café cultivada en Colombia es la Arábiga, la cual permite una bebida suave y de mayor aceptación en el mercado mundial.
En Brasil, primer productor mundial de Café, (el tercero es Colombia) se cultiva Arábiga y Robusta. Dentro de la especie cultivada en Colombia existen diferentes variedades como la Caturra, Castillo, Borbón, Típica, Tabí, entre otras.
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2. Cuánto tarda una semilla de café en dar fruto
La vida del Café inicia en el germinador, donde granos cuidadosamente seleccionados son sembrados en condiciones especiales. Dos meses después aparece el primer par de hojas (chapolas).
En este punto se realiza una selección y se traslada a un almácigo donde las chapolas se siembran en bolsas, se les nutre y cuida por seis meses. Cuando alcanza determinada altura ya se pueden trasplantar y ubicar en el terreno de cultivo.
El tiempo transcurrido hasta la cosecha es de aproximadamente 3 años, puede ser más o menos el tiempo, según las características climáticas de la zona de cultivo. – .
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3. Cómo es la recolección de Café en Colombia
Se realiza de forma manual selectiva, escogiendo el grano uno a uno en su estado maduro, lo cual permite una cosecha de calidad. La práctica contraria sería la que se realiza en Brasil, en donde dependiendo del tipo de terreno y el uso comercial del café a recolectar, se usa el “raspado” mecánico o manual.
Consiste en raspar la totalidad de los granos en la rama, lo cual afecta la calidad del café, ya que esta técnica no discrimina entre granos verdes y maduros. –
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4. Qué significan los términos cereza, pergamino y almendra o verde:
Café en cereza: es el grano maduro que ha sido recolectado.
Café pergamino seco: se le llama al café cuando ya ha pasado por todo el proceso de beneficio. Al estar seco lo cubre una capa amarilla opaca llamada pergamino.
Café almendra o verde: para desprender la capa amarilla o pergamino, el café se somete a un proceso llamado “trilla”, al café trillado se le conoce como almendra o verde. En este estado es que se puede tostar. –
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5. Qué es el beneficio del Café
El beneficio del café o post cosecha es la etapa en la cual se transforma el Café en Cereza, en Café pergamino Seco. Existen diferentes tipos de beneficio, el más común en Colombia es el beneficio húmedo, proceso mediante el cual se despulpa, fermenta, lava y seca el grano.
En el despulpado a las cerezas se les retira la pulpa que recubre el grano, posteriormente se retira el mucílago, una especie de sustancia viscosa la cual es retirada por medio de un proceso de fermentación en tanques, o a través del uso de maquinaria especial.
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La fermentación en tanque puede durar entre 12 y 18 horas. Una vez finalizada esta etapa el grano es lavado para terminar de retirar el mucílago. Culminado todo este proceso, ya se puede secar el café, preferiblemente al sol, buscando una humedad entre 10 y 12 % como lo exige la norma vigente para la comercialización de café pergamino seco.
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Con la declaración de nuestro Paisaje Cultural Cafetero como patrimonio cultural de la humanidad, los habitantes de este territorio hemos adquirido una especie de compromiso simbólico con la protección de nuestra cultura cafetera.
Para cuidar y conservar hay que conocer, y estos datos básicos nos acercan cada vez más a ser unos expertos amantes y consumidores de nuestro delicioso y sin igual Café de Colombia