Helô Pinheiro se califica de modelo, actriz, empresaria, periodista o presentadora de televisión. Y al final de sus haberes, en su página web concluye que también es “célebre por haber sido la musa inspiradora Tom Jobim y Vinicius de Moraes para la canciónGarota de Ipanema”.
Vinicius de Moraes y Helo Pinheiro (Facebook)
Efectivamente, la joven de 17 años que vivía en la calle Montenegro de Ipanema –un barrio charme de Rio de Janeiro– pasaba casi diariamente frente al bar Veloso, ya fuera camino de la playa o por cualquier otra actividad.
Verla pasar estimuló la creatividad de dos parroquianos que también solían ser asiduos, el músico y guitarrista Antonio Carlos Jobim y el poeta (entre otros méritos) Vinicius de Moraes. Fue ella, a finales de 1962, la que de alguna manera dio el espaldarazo definitivo a un esbozo de canción que no acababa de llegar a buen puerto.
De hecho la canción tenía que formar parte de un musical titulado Dirigível y que llevaba entre manos De Moraes. El título original del tema hasta aquella visión era otro (La chica que pasa) así como el primer verso, que se transformó en otro devenido inmortal: “Olha que coisa mais linda/Mais cheia de graça/É ela menina/Que vem e que passa/Num doce balanço/Caminho do mar”.
El caso es que la canción se acabó convirtiendo no solo en un emblema de la bossa nova sino en un éxito planetario, gracias a la versión que poco tiempo después realizarían Stan Getz y Joao Gilberto, y que cantaría la mujer de éste, Astrud.
Helo Pinheiro, en los últimos años (Wikipedia)
La cuestión es que la joven carioca que encandiló a esa pareja de genios, brillantes y hedonistas, era por aquel entonces una joven introvertida y a la que todo aquello no iba mucho con ella. Con el paso del tiempo todo fue cambiando –actualmente tiene 75 años y ejerce de madre y abuela– y con ello la perspectiva. Decía recientemente que “aquello me dio fama, pero al principio no me podía creer que me estuviera sucediendo a mí. Yo era tan tímida… eso pasó en 1962 pero solo tres años después todo el mundo quería conocer a esa chica de la que hablaba la canción”.
Su relación con la canción volvió a la escena pública en 2001 cuando los herederos de Jobim la demandaron por utilizar el nombre de la canción para una tienda de moda de su propiedad. La justicia al final desestimó la reclamación.
Aún empresaria en el sector de la moda, Pinheiro siempre ha sido una celebridad en su país, lo que le ha permitido aparecer en programas propios en televisión o ser una de las elegidas que llevó la antorcha olímpica en los Juegos Olímpicos de Rio de Janeiro de 2016.
Persona de opiniones firmes y con mando en plaza, la chica más célebre de Ipanema también fue portada en dos ocasiones de la revistaPlayboy, en 1987 y 2003, en este último caso junto a su hija Ticiane. ¡Ah! Y se declara partidaria de Bolsonaro.
Evangelio de arena es una novela atrevida que narra el evangelio apócrifo de Shimón Zelote, uno de los más ignorados y misteriosos discípulos de Jesucristo. Gracias a Silaba Editores compartimos fragmentos de este libro.
Me quito la mordaza y canto a la memoria del desierto.
Narro una historia diferente a la que se cuenta entre los pescadores. Yo fui uno de ellos, uno de los doce, Shimón me llamaban en Galilea. Ahora estoy viejo y revelo mi evangelio de misterio y arena.
Alguna vez invadí ciudades y maté hombres. He bebido de poetas y de cantores. Hoy escribo desde la isla de Chipre, evocando imágenes de fuego y aromas de Judea, travesías por senderos donde se borran los pasos del beduino y solo queda la huella de Dios.
Reconstruyo los episodios en una barca mecida al atardecer, horas después de la última pesca. Los aldeanos se disputan las sobras del marisco con los cormoranes.
Cruzo las piernas y me siento ante el papiro húmedo. El recuerdo emerge a la superficie del mar.
Lo tomo con mis manos y lo acaricio con ironía. Las hojas aún tiemblan ante el grito que se oyó en Jerusalén.
De ese grito y de ese silencio quiero hoy cantar.
Juan Esteban Londoño
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Los años de mi juventud fueron miserables pero llenos de sentido. Vivía en Cafarnaúm, una aldea pesquera a orillas del mar de Galilea. Comía deliciosas truchas fritas en aceite de oliva y bañadas en limón junto a los pescadores. Pasaba la sed con vino ácido.
Me sentaba a escuchar las historias de los marineros.
Los recolectores de plantas balsámicas se les unían y formaban corrillos para narrar cuentos extraordinarios acerca de leones de lago y bestias del abismo.
Judea había sido poseída por animales de rapiña.
Los romanos entraron en la ciudad santa bajo la máscara de los sumos sacerdotes y sacrificaron un cerdo. Desde entonces han tenido dominada a nuestra tierra. Y ahora que arde Jerusalén, debo decir que cuando yo tenía treinta años comenzamos a encender la hoguera.
Los soñadores del incendio fueron los zelotes, figuras míticas originadas por el deseo de proteger a nuestra raza de los invasores. Algunos se habían reunido en el yermo. Había muchos simpatizantes de los revolucionarios en las aldeas y unos cuantos seguidores comprometidos, dispuestos en las sabanas. Se entrenaban con sicas, armas cortas diseñadas para eliminar a los traidores y ocultarlas luego bajo el manto. Había otros en las casas, quienes proveían alimentos transportados clandestinamente a las montañas. Viñadores, leñadores, molineros, herreros e incluso curtidores se esforzaban por mantener la cabeza en alto ante la invasión romana.
Un día tuve la oportunidad de acampar con los hombres del desierto en las cuevas de Arbela. Para llegar allí, caminé por descampados y estribaciones junto a mi hermano Reubén. Él conocía a algunos de los hombres y me introdujo en la milicia. Nos llevaron por laderas perforadas con martillos y corríamos el riesgo de caernos. Uno de los guardias me pidió que acelerara el paso, yo lo hice con descuido y mi pie quedó flotando en el despeñadero. El guardia me tomó del brazo y alcanzó a arrinconarme contra la pared de roca.
Luego penetramos en la gruta y los vimos: la fuerza subterránea israelita, dispuesta a dar la vida por su gente. Había también mujeres, hermosas y aguerridas, de pieles bronceadas y cabellos sueltos, vigilando desde las cavernas.
Yo caminaba distraído, con miedo a caer de nuevo en alguna grieta, cuando vi al líder de la revuelta. El hermano Bar-Rabbah brotó como una sombra. Estaba escondido desde que mató a un soldado romano.
Antes había sido un agricultor y lanzaba las semillas a las esquinas de los campos libres para los pobres. Venía de mal en peor y soportaba con tranquilidad su sufrimiento. Pero el soldado intentó violar a su hermana cuando esta le pedía un poco de vino para calmar su sed. Bar-Rabbah tomó la hoz y le sacó las entrañas. Lo exhibió con furia en la puerta de la población y tuvo que escapar para convertirse en una leyenda.
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Bar-Rabbah nos saludó con un beso y nos atendió con dulzura. Dijo que ya había escuchado noticias de Reubén, el hijo mayor del alfarero muerto, aunque de mí sabía poco. Mi hermano me presentó. Yo era Shimón, el segundo, quien todavía no se había casado y vivía solitario en la casa que dejó nuestra madre al morir. Era un hombre meditativo y amante de las estrellas.
–También estoy interesado en su movimiento –añadí a la descripción que hacía mi hermano–, y vengo a aprender de ustedes los zelotes.
–Todo un zelote –se rio Bar-Rabbah–. Bueno, Shimón Zelote, no se trata solamente del celo por la fe, así, como si nada, y seguir fabricando ollas de barro. Es insoportable el peso de la cultura romana sobre nuestra nación. Nos aprietan hasta ahogarnos con sus torres y ciudadelas. Nos asfixian, nos asignan procuradores incompetentes e insensibles a nuestra religión. A diario desfila una inmensa cantidad de soldados romanos por nuestra heredad y violan a nuestras mujeres, incluso a nuestros jóvenes. Sentimos la instauración de sus cultos como si fuera una penetración por los orificios impuros. Nos han sido confiscadas propiedades, han restringido nuestras cosechas y nos obligan a entregarles nuestros diezmos. Los campesinos se nos unen y tenemos que robar para sustentarnos. Robamos a los romanos, a los extranjeros y a los comerciantes que se benefician con la pobreza de los demás. El camino que tienen las víctimas es el de patear a quien nos pega con el látigo, patear hasta matarlo. Sí, nosotros también somos celosos, querido Shimón, tenemos celos como el Eterno tiene celos de Israel. Él no tolera la idolatría ni las violaciones contra la Alianza. Si la gente pone de su parte, nos quitaremos el aguijón que nos mortifica.
Le pregunté a Bar-Rabbah por los rumores sin rostro: los actos de violencia, los secuestros de mercaderes y las sicas bajo el manto para matar en la noche.
–Acuérdate de las palabras del profeta –respondió–. Cuando vean la abominación desoladora en nuestra tierra, entonces habrá llegado el momento.
Fue necesario que se cumpliera lo dicho por el anciano al vidente: cuatro bestias dominarán al mundo y la cuarta perseguirá a los israelitas. Pero estos recibirán poder y destruirán a la bestia. Esos somos nosotros, y desataremos el nudo atado a nuestra garganta. Vendrá la luz desde el Jordán e iluminará a Judea entera.
–También ustedes, Reubén y Shimón –nos dijo–, pueden ser hijos del éxodo y abrir los corazones de nuestra gente. Vayan y anuncien las buenas noticias e inciten a la revuelta. Háganlo con discreción. Buscamos levantar una gran militancia. Nosotros los prepararemos para la guerra.
Aceptamos el cometido que desde el principio sonó a una orden. Las palabras de Bar-Rabbah eran poderosos dardos y yo no tenía nada que perder más que la vida. Y me comprometí a buscar posibles candidatos para la cosecha de cereal y sangre.
De niño, frente a la pantalla del televisor en blanco y negro, siempre me fascinó la torpe obstinación del coyote persiguiendo a ese pájaro zanquilargo por un desierto infinito.
Como todas las personas a esa edad vi decenas, cientos de veces los mismos episodios sin que llegara a cansarme la repetición.
Había una suerte de misterio en esa sucesión de equívocos.
Ni los explosivos, ni las flechas ni las trampas artesanales le ayudaban mucho al coyote en su propósito: a última hora, cuando estaba a un tris de atrapar su presa, ésta se le escurría de las garras. Algo pasaba siempre: o la pólvora estaba húmeda o le estallaba un segundo antes de arrojarla. Las flechas erraban el blanco o chocaban con objetos surgidos de la nada. En fin, que la trampa se atascaba y el perseguidor terminaba adolorido y atrapado por su propio artilugio.
Tardé unas cuantas décadas para entender con algún grado de racionalidad que en esa historia palpitaba una metáfora sobre las cosas inasibles: el deseo, la dicha, el amor. Es decir, la vida misma.
Y entonces me resultó ineludible pensar en Sísifo empujando su piedra cuesta arriba en medio de grandes fatigas… solo para reiniciar la tarea pocos metros antes de llegar a la cima. O al menos a lo que él creía que era la cima.
Igual que en la historieta.
O mejor dicho: igual que en cada segundo, en cada minuto, en cada día, en cada año de nuestra existencia.
Por eso se queman muñecos de Año Viejo y se brinda en la medianoche del fin del ciclo anual: para regalarnos la ilusión de que el pasado queda atrás y de paso creer que, ahora sí, vamos a alcanzar al Correcaminos de la propia vida.
Asunto imposible de entrada porque perseguidor y perseguido son en realidad la misma criatura. Echamos a volar espejismos para olvidarnos del vacío que, como el desierto, se extiende entre nuestro punto de partida y el de llegada. Entre la nada que nos precede y la que nos sucede.
Como nos lo han explicado tantas veces, desde antes de la escritura los mitos tratan de hacer comprensible el enigma de nuestro tránsito por el mundo. Todos los anhelos, los miedos, las fatigas, las obsesiones y los desencantos se resumen allí. Por eso trascienden el campo del arte y la literatura para devenir espejos, cifras de nuestra aventura personal y colectiva.
Allí está, por ejemplo, el mito del vampiro atravesando siglos y geografías para recordarnos la desesperación del hombre viejo que busca en la piel, en la sangre de las muchachas un último aliento que le permita recorrer el tramo final.
O el más socorrido de todos: Prometeo sediento de infinito, encadenado a la roca de su propia impotencia.
Siglos atrás, los ancianos de la tribu estaban encargados de cuidar y multiplicar esa suerte de galería de espejos en que se mirarían sus sucesores.
Los hijos de esta época disponemos de otros artefactos para contemplar el reflejo propio y el ajeno. Tenemos el cine, la televisión, las revistas, los discos, internet y unos cuantos artificios cada vez más sugestivos.
Pero no debemos confundirnos con el ropaje. En el fondo es lo mismo: millones de seres persiguiendo algo entrevisto en sueños o escuchado en medio de una conversación distraída.
Justo en ese punto se desata una cacería en la que dejamos pedazos del propio pellejo, como señales regadas al azar hasta que solo queda un montoncito de huesos ardiendo en el desierto.
Igual que en la historia de Sísifo y el Correcaminos.
ESPECIAL 157 AÑOS DE PEREIRA: Las memorias se construye todos los días, no se detienen, porque a cada momento estamos tejiendo nuevas historias bajo las que se caminan, y hacia el pasado hay cosas que ya no están o que permanecen y nos traen remembranza de infancia o juventud. Este especial es dedicado a notas que han escrito colaboradores de La cebra que habla sobre lugares y personajes de Pereira y nos recuerdan lo que somos: una diversidad de voces y sangres.
Quien se va de Pereira, regresa. Y con los artistas suele pasar mucho, es más, algunos ni se van.
La ciudad tiene algo que les entusiasma y les alimenta el espíritu de crear. Quizás sea la bohemia o la melancolía que habita las calles y los corazones de algunos habitantes. Tal vez sea el paisaje, esos dos ríos que rodean el valle y la diversidad de fauna y flora que caracteriza a la perla del Otún.
Y ni hablar de los extranjeros, muchos han venido y no se regresaron a sus lugares de origen.
Este último especial de notas, no alcanza a hacer justicia al mundo creativo y de la plástica que envuelve a Pereira, y de la misma forma que los otros especiales temáticos que pusimos esta semana, hay que decir que quedan muchas historias que contar para seguir reconociendo el territorio.
Esperamos seguir haciéndolo desde La cebra que habla y en compañía de todos los que quieran seguir construyendo esta memoria a través del contar historias.
Iniciamos la agenda de la cebra que raya de la semana con un texto provocador de Oscar Salamanca, docente de la Universidad Tecnológica de Pereira quien lidera el colectivo de pintores Los Inmodernos, artistas interesados en prácticas de paisaje al aire libre; además es curador del Jardín de artista, un espacio de exposiciones de la Facultad de Humanidades de la universidad en mención.
¿Qué pensar sobre la imagen hoy, si de repente nos encontramos ante dilemas acerca de la copia, el archivo y lo original en la digitalización?
Es cierto que nos encontramos en una naturaleza de mundo contemporáneo donde producimos imágenes de manera convulsa y en diferentes direcciones. El objeto de la creación de imágenes hace que con antelación pensemos hacia dónde queremos direccionarla, como si antes de su surgimiento ya tuviéramos preparados los sistemas de exhibición.
Esto quiere decir que pensamos la imagen como un elemento muchas veces autónomo, fuerte, diría Groys, que surge ligado a su visibilidad en medio de la producción digital. Digo digital porque es allí hacia donde nuestras creaciones aspiran a potenciar niveles de reproducción y espacialidad, territorios de virtualización donde se expande y viraliza con eficacia mundial, contenidos virtuales.
Luego de digitalizada, la imagen se convierte en una copia de un original electrónico, archivo codificado, para muchos ilegible pero perfectamente armónico dentro de una red de comprensión binaria. A nosotros lo único que nos interesa es preservar grados de aproximación, de enfoque, de detalle, porque sabemos de antemano que el asunto termina siendo un problema de abstracción.
En ese sentido, lo digital nos presenta un archivo gigante de elementos derivados e imperfectos si tenemos en cuenta que la visibilidad de las imágenes va a depender de los terminales que la reproducen, unas veces pantallas telefónicas, otras, monitores o proyecciones desde donde se impone una fe de erratas óptico, resultado de mantener nuestra percepción de lo real, sujeta a la estética de la pantalla.
La ironía cibernética de nuestra vida actual, implica que la pantalla convertida en estética de singularidades, se convierta en un apéndice de intercambio visual, lugar de transferencias, que de tanto mediar, narrativiza nuestro comportamiento obsesivo por la observación imagofílica en la creación.
Crear entonces, se revela como un maestro escondido, anónimo, que se interesa por la verdad, representada como valor en la capacidad de despliegue hacia el exterior. Por ello decíamos que cuando creamos nos encontramos en un juego de anteposiciones a los medios disponibles, como si los creadores usáramos lo que hacemos, ya sea un dibujo, una fotografía, un montaje o bien, imágenes del cuerpo en movimiento como disciplinas de lanzamiento interior, disciplina afán de dejar salir.
Oscar Salamanca
Estas son las actividades de Los Inmodernos y del Jardín de artista para los próximos días:
Convocatoria para publicar en el blog Los Inmodernos | Imagofilia | Se recibe obra hasta el 5 de septiembre
” IMAGOFILIA” convocatoria para exponer trabajos de creación artística o estética en los Inmodernos. Fecha límite: 5 de septiembre 2020. enviar el material a [email protected]
ÚLTIMOS DÍAS PARA VISITAR LA EXPOSICIÓN: “Exudaciones” de Jorge Lagos | hasta el 5 de septiembre | Jardín de artista de la Universidad Tecnológica de Pereira
Texto curatorial completo por Oscar Salamanca haciendo clic aquí.
Charla con los ilustradores y autores de cómic estadounidense: Abby Denson y Matt Loux | 3 de septiembre, 5:00 pm | en vivo por facebook del Centro Colombo Americano Pereira
Como preámbulo a los 20 años de Cómic Sin Fronteras que inicia la próxima semana, se unieron por la cultura con el Centro Colombo Americano Pereira para tener dos realizadores de cómic estadounidenses: Abby Denson y Matt Loux quienes durante toda la semana han estado de manera virtual hablando sobre su trabajo, impartiendo talleres y clases magistrales por zoom. Hoy estarán con un conversatorio para todo público y abierto en facebook a las 5 pm, se pueden conectar en este enlace: https://web.facebook.com/colomboamericanopereira
Esta semana en los talleres de creación de cómic de Hablemos de BD, explorarán las diferentes líneas y estéticas de las grandes escuelas del cómic, para alimentar la búsqueda que lleve a la consolidación de un estilo gráfico propio. El taller estará a cargo de Nelson Zuluaga.
Conoce el club de lectores de Hablemos de BD en sus redes:
La Jam de dibujo “son sesiones para crear y compartir nuestros procesos y proyectos con el resto de asistentes de forma libre. La intención es aprender e inspirarnos con nuestros compañeros en un ambiente de Taller virtual.
Por eso queremos que vengas a nuestra sesión este viernes, trae los materiales con los que quieras trabajar y si quieres nos cuentas sobre el proyecto en el que estés trabajando.
Presentación de la colección de cómic de la biblioteca David B, de la Alianza Francesa de Pereira | 4 de septiembre, 5:00 pm. | Por zoom:http://bit.ly/bdavid4
Urban Sketchers Pereira | Reto de dibujo, enviar trabajos antes del 5 de septiembre a las 9:00 pm
Esta vez el reto es dibujar una edificación victoriana
Mira algunos de los resultados del reto de la semana anterior, era dibujar un castillo.
Héctor Castrillón
Leonardo Castaño
Germán Darío Hoyos
Kemo Sabi
Las redes sociales para estar en contacto con Urban Sketchers Pereira son:
Exposición virtual de caricaturas: Trazos por la vida y la paz | Festival de las Artes en Tunja | Hasta el 12 de septiembre
Finalizamos la agenda con la exposición virtual de caricatura que por estos días está en el marco del festival de las artes en Tunja, que tiene como lema: defendiendo la vida y la paz.
Esta exposición fue promovida por el maestro Arlés Herrera “Calarcá”, caricaturista de Armenia, Colombia quien es considerado maestro de maestros de la caricatura contemporánea en el país, según el caricaturista mexicano Arturo Kemchs.
Actualmente, Calarcá tiene un proyecto que se llama Brigada verde. En defensa de la Amazonía, el medio ambiente y la paz; se trata de una colección de caricaturas de todo el mundo, que se obtuvieron de la convocatoria que hizo el maestro para manifestarse contra la amenaza a la vida con la destrucción de la selva y los ecosistemas.
Calarcá movilizó a más de 600 caricaturistas hombres y mujeres de todo el planeta para que mandaran caricaturas denunciando con la fuerza de sus dibujos la mezquindad y codicia de las transnacionales que, en complicidad con los gobiernos, como el colombiano, dan vía libre para el saqueo de nuestras riquezas que conllevan a la destrucción de las fuentes de vida, como es el agua, los páramos y la Amazonía.
Una muestra representativa de este trabajo también la pueden encontrar en la exposición del festival de Tunja, en esta liga:
Arturo Kemchs: Caricaturista, ilustrador, historietista, pintor e investigador mexicano. Cuenta con 35 libros de su autoría y ha sido presidente de la Sociedad Mexicana de Caricaturistas y director del Museo de la Caricatura de la Ciudad de México. Ha publicado en diarios como El Universal, Ovaciones, Unomásno, ¡Novedades, El Gráfico, revista Siempre!, entre otros. Actualmente es presidente de la Unión Iberoamericana de Humoristas Gráficos.
Elene Ospina: Ilustradora y caricaturista colombiana. Inició su trabajo en el diario El Espectador. En la década de los 90 trabajó para varias editoriales de libros e hizo parte de colectivos de ilustradores y caricaturistas como El cartel del humor. Posteriormente, trabajó en la creación e ilustración de proyectos editoriales y publicitarios para América y Europa, parte de su obra se publica son ilustraciones para artículos de periódicos, libros y revistas.
Alberto Martínez “Betto”: Desde 1998, Betto registra la realidad nacional en sus caricaturas. Es diseñador gráfico, caricaturista del diario El Espectador y docente universitario desde hace cerca de 10 años. Se destaca como catedrático de Humor Gráfico en las Universidades Javeriana y Los Andes en Bogotá. Ha recibido dos premios nacionales de Periodismo Simón Bolívar (1999, 2008) y dos premios del Círculo de Periodistas de Bogotá CPB (2007, 2008) en las categorías de Mejor Caricatura.
Arlés Herrera “Calarcá”: Nació en Armenia, Quindío, Colombia (1934), Asume su seudónimo como un homenaje al aguerrido cacique Pijao que combatió la ocupación española en las tierras quindianas. Es un convencido del compromiso social de la caricatura, por lo que su trabajo, más que reclamar, demanda a grito de lápiz, un espacio digno y justo para el ser humano, sin preocuparle, por ello, que su trabajo en caricatografía política adquiera a veces el tono de pancarta. Comunista militante, Calarcá ha ejercido el género de la caricatografía política desde 1962, fecha en la cual ingresó al semanario Voz de la Democracia, hoy Voz; atalaya de sus principios desde donde ha denunciado la paradoja de un país que se deshace en manos de los corruptos, que desaparece en los oscuros meandros de la democracia, que muere masacrado y amordazado por los violentos de todas las extremas.
ESPECIAL 157 AÑOS DE PEREIRA: Las memorias se construye todos los días, no se detienen, porque a cada momento estamos tejiendo nuevas historias bajo las que se caminan, y hacia el pasado hay cosas que ya no están o que permanecen y nos traen remembranza de infancia o juventud. Este especial es dedicado a notas que han escrito colaboradores de La cebra que habla sobre lugares y personajes de Pereira y nos recuerdan lo que somos: una diversidad de voces y sangres.
“Las palabras, siempre se las lleva el viento Pero yo las necesito, somos dos viejos amantes Muy chiflados, muy astutos, desafiantes”
En el vasto universo del lenguaje hablado y escrito, existen palabras que no se pueden definir con otras palabras.
Como esos vocablos gravitan sobre lo insondable, ni siquiera tienen sinónimos.
Aunque a veces lo parezca.
Una de esas palabras es melancolía y su correspondiente adjetivo: melancólico.
Por más que uno se empeñe en forzar las cosas, al final debe admitir que melancolía no es sinónimo de tristeza, de dolor, de tedio o de mundano aburrimiento.
Todos esos estados del espíritu se pueden curar mediante una buena dosis de distracción, de espectáculos, de palabrería religiosa o incluso de teorías sicológicas.
La melancolía no.
La explicación es sencilla: mientras la tristeza, el dolor, el tedio o el aburrimiento son estados transitorios, la melancolía es una condición del ser.
Así, hablando con precisión, no se dice que alguien es triste, pero a menudo apelamos al término melancólico para referirnos a la condición abismada de una persona.
Melancólica era por ejemplo Alfonsina Storni, la poeta que una vez se refirió a su libro de poemas La inquietud del rosal en los siguientes términos:
“Dios te libre amigo de La inquietud del rosal, pero lo escribí para no morir”.
Melancólico fue también Ernesto Sábato, creador de una serie de personajes abrumados por una lucidez traducida en el más visible de sus signos: la melancolía.
Alejandra Vidal, Bruno Bassán y el pintor Juan Pablo Castel pertenecen a esa condición alucinada del que aprendió a caminar en las tinieblas con los ojos cerrados: le basta con el fulgor de fósforo de los propios huesos.
Ustedes ya deben estar fatigados por la cantidad de veces que he utilizado la palabra en este breve texto.
Pero ya se los advertí: no tiene sinónimos, aunque muchos gramáticos piensen lo contrario.
Dante en el exilio por Peterlin Domenico (circa 1865). Mondadori Portfolio/Getty Images
Así que continúo: melancólico era también el gran Dante Alighieri. De hecho, su Divina Comedia es lo que el escritor Robert Burton llamaría una “Anatomía de la melancolía”.
¿Con qué otras palabras podríamos definir el estado del alma de tipos como el músico de blues Robert Johnson, forjador de un puñado de canciones que nos dejan al límite del desamparo?
Títulos como Cross Road Blues, Kind Hearted Woman Blues, Last Fair Dean Gone Down, Stones In My Passway, Love In Vain y la legendaria Me And The Devil Blues bastan para inscribir a Johnson en esa cofradía de la que hace parte el poeta Francois Villon, cuya célebre pregunta no cesa de inquietarnos:
“¿Qué se hicieron las damas de antaño?”
Así las cosas, cada vez que alguien me pide una definición de melancolía lo invito a escuchar el segundo movimiento de la Segunda Sinfonía en D Mayor, Opus 73, del compositor alemán Johannes Brahms, heredero directo del genio de Mozart, Haydn y Beethoven.
Sólo la música, con su capacidad para desvelar el hondo sentido del silencio puede aproximarnos a esas simas que podemos encontrar en las novelas de los escritores que se asomaron al corazón herido de los hombres y mujeres que vieron y padecieron el desplome del Imperio Austrohúngaro.
Es decir, al crepúsculo de un mundo que se desvanecía en el aire, para utilizar- una vez más- la brillante frase de Karl Marx.
Me refiero a escritores como Robert Musil, Joseph Roth, Heimito von Doderer y Thomas Mann, todos ellos portadores del virus de la melancolía y por eso mismo los únicos capaces de beber hasta las heces el cáliz de un mundo en irremediable disolución: el de los valores aristocráticos, incapaces ya de resistir los embates de la vulgaridad y el pragmatismo burgués.
Todos ellos, en algún momento de su vida, reconocieron su deuda con la música de Brahms.
Y yo, pobre mortal, sólo atino a invocarlo cuando alguien, desconfiado del diccionario, me pregunta por el sentido de la palabra melancolía.
ESPECIAL 157 AÑOS DE PEREIRA: Las memorias se construye todos los días, no se detienen, porque a cada momento estamos tejiendo nuevas historias bajo las que se caminan, y hacia el pasado hay cosas que ya no están o que permanecen y nos traen remembranza de infancia o juventud. Este especial es dedicado a notas que han escrito colaboradores de La cebra que habla sobre lugares y personajes de Pereira y nos recuerdan lo que somos: una diversidad de voces y sangres.
“El mestizaje sería la impronta de una ciudad que, ciento cincuenta y siete años después de refundada, vuelve a descubrirse y a cantarse en todos los ritmos imaginables: boleros, baladas, tangos, rock, carrilera, metal, rap, hip-hop y bambucos: todas las sangres y todas las voces habitan estos barrios que se llaman Cuba, Boston, Kennedy, Galán, Providencia, Corocito o San Jorge: depende de la motivación de quienes los fundaron y del momento histórico que les correspondió vivir.” Gustavo Colorado.
Algunas de las notas anteriores hablan de espacios y personajes que hace varios meses no visitamos, incluso algunos, ya no existen, no por eso, dejaron de hacer parte de nuestra memoria y de lo que somos. Faltan mucha historias por contar en La cebra sobre la música, esperamos poder seguirlas tejiendo para conocer el territorio que nos habita.
Terminamos este especial con el festival virtual de la música, celebrado en el mes de junio, y con la iniciativa de Sala estrecha y sus amigos, quienes solidarios con los artistas callejeros están organizando actividades en pro de aquellos que la están pasando mal porque vivían de tocar en las calles.
Muestra virtual de Guillermo Mordillo en el festival de las artes en Tunja: grabados a 16 tintas, animaciones y algunas de sus frases relativas a la vida y la profesión.
Homenaje a un amigo
Los que tuvimos el honor de tratar de manera habitual a Guillermo Mordillo escuchamos repetidamente varias de las frases expuestas en esta muestra, que representaban su particular forma de mirar la vida.
Muchos de estos pensamientos fueron vertidos en el catálogo de la muestra antológica realizada en el año 2009 en Mallorca, lugar querido por Guillermo tanto como Buenos Aires y donde veraneando, como todos los años, encontró su final hace poco más de un año.
Guillermo Mordillo
Pero además del merecido homenaje, cuando esta muestra se expuso en Buenos Aires sirvió como puntapié inicial para lanzar un espacio que fue ansiado por él y todos sus colegas y amigos, espacio donde está representada toda la rica historia gráfica del país, y la de sus ilustradores de diferentes vertientes: humor gráfico, historieta, ilustración y animación; sin soslayar a las nuevas generaciones que sin duda le darán continuidad.
Por ello la Fundación Tres Pinos ha decidido la creación del Museo de la Ilustración Gráfica (MIG), institución que, funcionará en el futuro, en el señorial edificio ubicado en la Avenida Almirante Brown y Pinzón del histórico barrio de La Boca, de Buenos Aires.
Debido a las circunstancias que está atravesando el mundo es imposible momentaneamente exhibir físicamente la muestra. Pero merced a la gentil invitación que recibimos desde la hermana República de Colombia, por parte de Arlés Herrera “Calarcá” y a través de la conexión realizada por nuestro común amigo Francisco Puñal Suárez desde España y aprovechando las nuevas tecnologías, podemos acompañarlos en este evento y con la absoluta seguridad que Guillermo desde donde esté también va con todos nosotros.
Hugo Maradei – Gonzalo Cadenas
Atobiografía de Mordillo, presentación para la muestra del Museo del Humor- Buenos Aires 2012.
Nací, como todo el mundo, a los nueve meses de edad. La cosa ocurrió en el famoso barrio de Villa Pueyrredón, en una calle con nombre de pianista: Argerich, allá por Buenos Aires. Más tarde me enteré que fue un 4 de Agosto de 1932. Mi hermana Teresa nació en una calle donde, según Abel Santa Cruz, no hay más remedio que nacer: Nazca.
Finalmente nos decidimos por la calle Cabezón, esquina Condarco, a mediados del 35. A mi padre, que era electricista, le gustaba inventar cosas raras, a mí me hizo dibujante humorista. Empecé mi larga carrera a los cinco años cuando, de la mano de mi mamá, la llevé al cine para ver «Blanca Nieves y los siete enanos». A partir de ahí, creo haber dibujado todos los días. Ah! también fui a la escuela.
A los dieciocho años se me dio por ilustrar cuatro libros de cuentos para Editorial Codex, al mismo tiempo entré por la puerta que daba a la calle a los Estudios de Dibujos Animados de Burone Bruché. También ilustré historietas con guiones de Aldo Camarotta.
En mi tiempo libre, es decir, todos los días, me las arreglaba para jugar al fútbol, perdón, a la pelota, en las calles y terrenos baldíos del barrio con mis amiguitos, entre los cuales Eduardo Balducci, Juan Carlos Copes, Humberto Andreacchio y muchos otros que también se hicieron famosos.
Pero un día, el 7 de Noviembre de 1955, me fui.
Primero al Perú, con intenciones de hacer dibujos animados siguiendo la proposición de mi colega y amigo Jorge Caro. Pero la idea no cuajó y sólo trabajé en publicidad. En 1960 el viento me llevó hacia el norte. Me tomé un avión, un micro y mi última Coca-Cola y recalé en Nueva York. A los diez días conseguí trabajo como imbetweener (intermediador) en los Estudios Paramount y ahí me dí cuenta que estaba en el extranjero porque a Espagueti lo llamaban Popeye. . .
Al año me cansé de hacer dibujos que de animados tenían muy poco y me fui por ahí para hacer «greetings cards», léase tarjetas humorísticas.
Finalmente puse fin a la aventura americana y me subí a un Queen Mary que pasaba por allí rumbo a Europa, la tierra de mis antepasados; incluidos mis padres. El 26 de Agosto de 1963 llegué al Peñón de Gibraltar, con otro barquito desembarqué en Algeciras, España. De ahí en más, un tren me llevó hasta un Madrid franquista; otro a Barcelona (ídem, pero menos) y crucé la frontera para llegar a Perpignan. Otra ruta me lleva hasta Versalles y el último ferrocarril (oeste, supongo) me deja en París.
Llovía, caía la noche, pero tuve la suerte de conseguir una habitación de hotel en un sexto piso sin ascensor, sin baño, una cuerda de pared en guisa de armario, sin cuatro muros, una buhardilla que le dicen, ciento cincuenta dólares en el bolsillo, solo, pero inconscientemente feliz ¡Estaba en París!.
Eso fue un viernes 19 de septiembre de 1963. Al lunes siguiente, me presenté en dos editoriales de tarjetas humorísticas, los obligué a hablarme en inglés hasta que uno de ellos me ofreció trabajo. Enseguida, por cuestiones idiomáticas, me inscribí en la Alianza Francesa por dos años, hasta el diploma.
Durante tres años realicé toda la producción de la Editorial Mic-Max, así se llamaba, hasta que creí llegado el momento de pedir un aumento, pero lo único que conseguí fue aumentar la lista de parados parisinos.
Solo, todavía no conocía a Amparo (nombre premonitorio) ni mucho menos a Sébastien y Cécile, mis futuros hijos. Sin trabajo, ancla’o en París, con un idioma local embrionario, resumiendo: en Pampa y la vía. ¿Qué hacer? La idea de volver con la frente marchita a la habitación que no tenía en la casita alquilada de mis viejos no me seducía.
Elegí tirar el manotazo de ahogado y hacer otra cosa: dibujos mudos para las revistas y periódicos. Me salió bien. »Se te fue la mano » como me dijo Carlitos Garaycochea. El resto ya es más conocido.
Y aquí estoy, haciendo una exposición en mi querida aldea natal (Disculpen, pero me pidieron que fuera breve).